Failakah es una isla, 20 Km. al noreste de la ciudad de Kuwait, en el Golfo Pérsico. Todo allí era normalidad hasta hace bien poco. A pesar de su pobre infraestructura, en la isla está despertando un cierto interés por el turismo local y desde luego lo que se cuenta en este post ayudará y mucho a que ello sea posible. En la actualidad ya se practica la pesca deportiva, la vela y otros deportes acuáticos, pero hace falta más, mucho más, para atraer la atención del turismo hacia la zona. La mayoría de los residentes son gente que ya vivía allí mucho antes de la invasión iraquí de 1990, pequeños pescadores de vida tranquila, apacible y despreocupada.
Algunos isleños que actualmente viven en Kuwait viajan cada fin de semana a su isla. En la actualidad hay un proyecto que pretende construir un puente que conecte la isla de Failakah con la ciudad de Kuwait lo cual la convertiría en un paraíso vacacional y la tranquilidad de sus habitantes desaparecería para siempre. Especialmente ahora que la isla ha desvelado su tesoro, su secreto más bien guardado, algo que nadie había imaginado. Con este atractivo turístico y la construcción del anunciado puente, Failakah pasaría del anonimato a convertirse en un segundo Bareín.
Tras dos años de excavaciones la isla ha mostrado al mundo una colonia griega del siglo IV a.C. ¡A 3.000 Km. de Grecia y en tierras inhóspitas!. El hallazgo arroja luz sobre la expansión griega en Oriente Medio y la Península Arábiga, así como la importancia comercial de su puerto en aquellos tiempos de la antigüedad. La colonia entremezcló la cultura griega y la local y fue construida durante el reinado de Alejandro Magno. Su funcionamiento normal apenas duró un par de siglos escasos (325-150 a.C.) siguiendo un rápido declive y el abandono definitivo de la ciudadela, nunca utilizada por los locales.
Hacía ya tiempo que se sabía de su existencia, pero nunca se habían llevado a cabo trabajos de excavación. Tras el acuerdo firmado por el Ministerio de Cultura griego y el Consejo Nacional de Cultura kuwaití se iniciaron los trabajos de excavación y restauración. Se han desenterrado numerosas viviendas que muestran la vida cotidiana de aquellas gentes. En su interior mucha cerámica, herramientas para la reparación de redes de pesca, pesos para las ruecas y vasos y cántaros de la citada época de Alejandro Magno. Zonas huecas enterradas descubrieron canastos semi-quemados, con restos de pescado fosilizado que todavía conservaba sus escamas.
A los americanos les llamó la atención el interés de los Iraquíes por esta isla y por la franja desértica de Kuwai, tan poco atractiva en apariencia. La respuesta del probable petróleo en sus entrañas estaba clara, pero había algo más. La costa kuwaití ha sido siempre lugar poblado, comercial y de importancia estratégica. Así lo vio también 2400 años atrás el historiador Arriano en tiempos de Alejandro y llamó la atención del emperador que la ocupó llamándola Ikaros, dotando este pequeño reducto comercial de templos dedicados a Apolo y Artemisa hasta convertirla en importante enclave en la ruta de Mesopotamia a la India. En los últimos tiempos solo el final de un par de columnas sobresalían del terreno.
Nada queda del floreciente comercio de perlas e incienso, pero la cultura occidental es curiosa y tozuda. Frisos, monedas y hasta una gran columna con escritura griega clásica fue encontrada y trasladada al Museo de Kuwait. Estos hallazgos y otros muchos serán cómplices sin duda del futuro de esta isla, hasta ahora dormida en la mediocridad. Sin embargo no todos están seguros de que la posible avalancha de turistas sea lo mejor para sus actuales habitantes. No tienen dinero, pero disfrutan de una paz y una tranquilidad que con toda seguridad desaparecerá si se lleva a cabo lo que hay programado para Failakah.
- ¿Qué necesidad hay de cambiar, lo que está bien tal como está? -dicen sus habitantes.
RAFAEL FABREGAT
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