Para mayor seguridad, el año 2001 se localizaron nuevas inscripciones romanas que hacen referencia al "municipum municipii SISAPONENSIUM" lo que asegura su correcta identificación.
El asentamiento no fue erigido por los romanos, sino que éstos reutilizaron construcciones tartésicas e ibéricas ya existentes con anterioridad y así lo demuestra una estela de guerrero y restos de cerámica encontrados en este lugar, tanto tartésicos como de importación fenicia.
La fundación de este núcleo se estima en el siglo VIII a.C. mientras que la ocupación romana se constata que tuvo lugar entre los siglos II y I a.C. La práctica totalidad de la población se dedicaba a la explotación de las minas próximas, a través de la Socii Sisaponensis, registrada en Corduba, Capua y en la propia Roma. La explotación mineral y la propia ciudad de Sisapo fue potenciada durante el reinado de Augusto y hasta finales del siglo II de nuestra era.
Plinio el Viejo (23-79 d.C.) en su obra Naturalis Historia
cuenta:
"El minio (cinabrio) lo importamos de Hispania, principalmente de la región sisaponense de la Baética, mina que es propiedad del pueblo romano. Para evitar su robo está prohibido refinarla en plaza y se envía a Roma en bruto y sellada en cantidad de 10.000 libras al año. Se lava en Roma y para que no se sobrevalore se ha fijado por ley un precio de 70 sestercios la libra. Es un material de fácil adulteración, lo cual otorga gran beneficio al comercio. El cinabrio de las minas sisaponenses es de calidad muy especial puesto que las vetas solo son de tierra de cinabrio, con ausencia de plata".
Necrópolis visigoda. |
Anfiteatro romano de Sisapo, sin excavar. |
RAFAEL FABREGAT
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