Nos encontramos en el Parador Nacional de Cardona, situado en esa misma población de la provincia de Barcelona. Un hotelazo de **** estrellas a precios de risa. ¿Les parece exagerado?. Pues juzguen Udes. al decirles que es un idílico y romántico hotel al módico precio de 91 euros la habitación doble. Parking incluido, Aire Acondicionado, Minibar, TV pantalla plana, Caja fuerte, Teléfono y Servicio de habitaciones. Para que encuentren una explicación a esta ganga, les adelantaré que en ese Parador vive de forma permanente (y nunca mejor dicho) el fantasma Adalés. Adalés no es un ligue que pueda hacerte pasar un noche loca si viajas solo, no. De hecho no puedes verla, pero sí sentirla. No esperes que te hable, pero se comunica contigo. Algo extraño sin duda, que muchos no creen hasta que prueban la experiencia de pasar una noche en el castillo.
El asunto viene de la época en la que moros y cristianos se disputaban esos territorios. Sin embargo no era cuestión de estar en guerra todos los días del año por lo que Ramón Floch, vizconde de Carmona, aprovechando las fiestas del pueblo decidió invitar al príncipe musulmán Abdalá a fin de evitar que invadiese aquellas tierras. El joven se presentó en el castillo y ya se sabe... Buena comida, mejor bebida, risas y música hasta que, ya nublándose la vista, el príncipe salió a los jardines para tomar el fresco e intentar que los grados del vino se acomodasen a su cuerpo serrano. Allí estaba él cuando se repente apareció la preciosa Adalés, una cristiana que le nubló más si cabe la vista y todo lo demás. Ambos quedaron prendados el uno del otro y sabiendo que aquello podía suponer un conflicto, siguieron viéndose a escondidas.Finalmente, como no podía ser de otra manera, los descubrieron y pagaron cara su aventura amorosa. Los castigos de entonces eran mucho peores que los de ahora. Nada de dejarte sin TV o sin consola, sino que los encerraron a cal y canto en las torres del castillo. La condena era de un año, pero ninguno de los dos amantes resistió tanto tiempo sin verse y murieron de tristeza y soledad. Desde entonces los fantasmas de ambos personajes vagan por las diferentes estancias del castillo y muy especialmente por la habitación 712 que es la más próxima a la Torre Minyona que es en la que murió la joven Adalés. El director del hotel cuenta que han intentado solucionar el problema contratando los servicios de todo tipo de expertos en la materia. Por allí han pasado parapsicólogos, meigas, médiums y hasta el doctor Iker Jimenez en persona, pero nada...Ruidos, luces que parpadean, grifos que se abren solos, ventanas que se abren... En cuatro años al frente del hotel, su director cuenta que ha tenido que cambiar nueve veces la mampara del baño de la habitación 712. Podría pensarse en la alta fogosidad de las parejas de clientes, pero el cristal siempre estalla estando la habitación vacía. El anterior director, que tenía como mascota un Pastor Alemán, refirió que el perro jamás quiso subir a la séptima planta. Los clientes que han visitado el Parador tienen claro que el fantasma de Adalés no está solo. Siendo de culto religioso, parte de este castillo sirvió de cementerio y en una ocasión, en que se estaba haciendo una visita guiada al castillo, una joven no quiso entrar a una de las salas por estar demasiado repleta de gente, pero no había nadie en el interior.
La habitación 712 no se otorga a ningún cliente a no ser que éste la solicite. No, no, ellos no quieren problemas con los clientes. De todas formas si lo paranormal les asusta no se queden a dormir o elijan una habitación diferente, pero la visita al pueblo de Cardona y al propio castillo bien merece la pena. Las minas de sal y el río Cardeder completarán el recorrido.
Si nada de todo esto fuera de su interés, quédense por lo menos a comer. Las cocinas del castillo tienen tantas o más estrellas que el hotel. Ya no digamos la estupenda calidad de los vinos que guardan en su bodega. Olvídense de los cadáveres de los príncipes que allí perdieron la vida y disfruten de su estancia en un castillo medieval plagado de modernas comodidades. Las habitaciones no son grandes pero sí muy acogedoras y lo más espectacular son las vistas al Prepirineo y al bonito pueblo que hay a sus pies. Asómense a la ventana y dejen volar su imaginación. Ustedes pueden ser ahora los príncipes del Castillo de Cardona... ¡Y con poco dinero!.
RAFAEL FABREGAT