Las piedras del hambre, en alemán "hungerstein" han vuelto a aparecer. La sequía que asola Europa Central las ha vuelto a poner al descubierto. Se trata de grandes piedras del río Elba que, a su paso por la República Checa y Alemania, entre los siglos XV al XIX alertaban a las gentes de esas comarcas que venían tiempos de penurias. La explicación no puede ser más sencilla: si podías ver las piedras es porque el caudal del río era muy bajo y si eso era así es porque había llovido poco. Falta de lluvias significa escasez de cosechas y, por lo tanto, hambre. Quienes grabaron esos mensajes lo tenían bien claro, puesto que lo habían sufrido en sus propias carnes.
En un mundo globalizado, como el actual, estos mensajes han perdido vigencia, pero ahí están.
"Antes lloramos, Ahora lloramos. Tú también llorarás".
Nuestro planeta se mueve por ciclos y más pronto o más tarde la historia suele repetirse. El mensaje más antiguo encontrado es del año 1417 lo que indica que fue una especie de moda pasajera:
"Si vuelves a ver esta piedra, llorarás. Así de baja estaba el agua en 1417".
El río Elba se encuentra en su nivel más bajo del último siglo y el afloramiento de "hungerstein" se suceden día tras día. Tan bajo que, además de las piedras del hambre, ya empiezan a encontrarse misiles y granadas de mano de la II Guerra Mundial.
No es que las "hungerstein" signifiquen nada especial, pero ponen de relieve que durante un largo periodo de tiempo, había gente interesada en dejar constancia del hambre y los malos tiempos en general que traía consigo la escasez de lluvias. En otros países del sur de Europa, ya no digamos en los situados en África, esta escasez era casi permanente y ya no se hacía caso de ella. Por el contrario en la Europa Central y muy especialmente en los países más al norte, las lluvias no suelen faltar y la sequía es casi algo excepcional. Una de ellas reza:
"Cuando me veas llora".
El mensaje no podía ser más claro. Algunos pueblos han convertido estas piedras en "monumento natural".
Está claro que cuando esas lluvias faltaban los problemas eran mayores o al menos bastante más visibles ya que, en aquellos tiempos, todo estaba basado en la agricultura y ganadería de subsistencia.
RAFAEL FABREGAT
PARA ESCRIBIR SOLO HAY DOS REGLAS, TENER ALGO QUE DECIR Y QUE TE DEJEN DECIRLO. (Rafael F. Condill)
31 de agosto de 2018
2650- COSTA AZUL Y GOLFO DE LEÓN. (4)
Casino de Mónaco. |
Museo Oceanográfico de Montecarlo. |
Para las aficionadas al papel couché, decir que detrás el Altar Mayor hay un amplio corredor salpicado por las tumbas de muchos personajes de la familia Grimaldi y como se ha dicho, una de ellas de la de Rainiero III y su esposa la actriz Gracia Patricia Kelly.
Catedral de San Nicolás y tumbas reales. |
No por falta de respeto (!) sino porque eran casi las dos de la tarde, nos fuimos a comer. Detrás de la Catedral hay una serie de callejuelas estrechas repletas de tiendas y restaurantes. Hacía calor y a una última pizza, que nos hizo rememorar días pasados en Italia, pedimos sendas jarras de cerveza fría que nos supo a gloria bendita. Ya de vuelta a Barcelona, así tenemos hoy de irritadas las gargantas, pero lo que toca, toca cuando toca...
Faltaba una última parada, la del puerto de Seté, región francesa de La Provenza que nos llevaría a conocer la ciudad medieval por excelencia: Carcassone.
Del puerto de Seté a Narbona y de allí a Carcasona por carretera. Visita guiada, muy destacable por las maravillas vistas y por la calidad personal y profesional de la guía.
Sin entrar por la entrada principal, o puerta de Narbona, recorrimos la parte exterior de la muralla empapándonos de la historia y de las leyendas de "la Cité". Muy sorprendidos de ver fotografías del siglo XIX con casas adosadas al exterior de la muralla, como forma de dar cobijo a gentes que teniendo gran interés en vivir en Carcasona no cabían en su interior. Son las curiosidades de la Historia. Parece ser también que esta ciudad medieval estuvo sitiada durante meses por las tropas de Carlomagno...
Desfallecidos por la hambruna y cuando apenas les quedaba a los sitiados nada que echarse a la boca, mataron al último de los cerdos y lo rellenaron con el poco grano y viandas que les quedaban. Subiendo a la torre más alta de la ciudad echaron por la muralla al cerdo que, al estrellarse contra el suelo, reventó desparramándose por el suelo toda la comida que llevaba en su interior. Al verlo las tropas de Carlomagno avisaron a sus generales y se decidió levantar el sitio puesto que, por lo visto, seguían teniendo provisiones para muchos meses y continuar con el sitio era una pérdida de tiempo. La primera ocupación conocida es del siglo VI a.C. convirtiéndose en centro administrativo romano hacia el año 100 a.C. En el siglo V fue ocupada por los visigodos.
La diócesis fue establecida el año 550 siendo la ciudad conquistada por los musulmanes en el 725, aunque el rey Pipino el Breve los expulsó en el 759. De gran interés toda la ciudad, sus torres y murallas, pero muy especialmente el castillo condal y la basílica de San Nazario, santo y mártir decapitado en la plaza de Milán en año 68. Sus seguidores recogieron los restos y los enterraron extramuros, pero en el siglo IV fueron trasladados a la basílica de los Santos Apóstoles de Milán aunque, al parecer, una reliquia fue llevada a Carcasona. Degradada a basílica, esta iglesia todavía conserva las vidrieras originales del siglo XI, cuando fue construida. En fin, los viajes no son para relajarse como algunos piensan, así que volvemos hacia Barcelona cansados y con la garganta hecha un estropajo, culpa de la cerveza y los muchos y fríos cócteles que hemos ingerido durante el viaje, en el que no hemos aumentado un solo kilo.
RAFAEL FABREGAT
30 de agosto de 2018
2649- CONOCIENDO ITALIA. (3)
Duomo di Siena.
Cuando despertamos el barco ya estaba atracado en el puerto de Livorno. Esto de los cruceros resulta chocante, puesto que es por la noche cuando navegan y a primera hora de la mañana los viajeros ya están en el destino elegido, por tanto sin apenas enterarse. A partir de este puerto italiano son varios los destinos que pueden elegirse.
Dos de ellos, sin duda los más importantes, son Pisa y Florencia aunque yo añadiría también a Siena, por su ilustre catedral y por los dos papas (Alejandro III y Alejandro VII) que dio a la Iglesia Católica. Eso sin contar a Santa Catalina de Siena, hija número 23 del matrimonio entre Jacobo y Lapa Benincasa. Coetánea de nuestro ilustre papa Benedicto XIII (Papa Luna), por el que he sentido siempre especial interés, Catalina defendió el papado de Aviñon y la paz entre Florencia y el papa Gregorio XI. También preparó la adhesión de Pisa al papa Urbano VI. Murió en 1380 a la edad de 33 años. En 1461 fue declarada Santa por el Papa Pío II. Junto a Santa Teresa de Jesús fue proclamada en 1970 Doctora de la Iglesia Católica por el Papa Pablo VI. En las proximidades del mar Tirreno o el de Liguria hay otros destinos interesantes como la Bolonia universitaria o la Milán comercial, pero todo no puede verse de una tacada.
Nuestra primera visita fue Pisa, con su maravillosa Plaza de los Milagros en la que se encuentran el Baptisterio, la Catedral, la famosa Torre inclinada y el Camposanto. Cuatro monumentos que te dejan con la boca abierta, todos ellos en mármol blanco y negro al más puro estilo de las ciudades de la Toscana.
El conjunto es sencillamente espectacular. Difícil, muy difícil, que todo el conjunto pueda caber en una sola foto y no hay palabras para describir tanta belleza.
La guía nos llevó después a la plaza central de Pisa explicando lo notable de algunas construcciones pero, después de ver el conjunto monumental de la Plaza de los Milagros (extramuros), ya todo carecía de interés. La zona es peatonal y toda esa belleza se puede admirar en paz y total tranquilidad. Los trabajos de construcción de la Catedral se iniciaron en 1064, siendo consagrada en 1118 por el papa Gelasio II. El Baptisterio se inició en 1152 y se completó un siglo después. La Torre se construyó como "simple" campanario, empezándose en 1174 y fue finalizada en la segunda mitad del siglo XIV. El grandioso rectángulo que acoge los monumentos está sembrado de césped, para mejor destacar la belleza de las construcciones.
Seguimos camino a Florencia. Mismo estilo de Iglesias que, curiosamente, no me sorprendió. Más bien al contrario siempre imaginé aquella plaza de dimensiones superiores a la realidad. El hecho de haber hecho el recorrido turístico a la inversa, de lo que suele ser habitual, hizo que Florencia ya no me impresionara. Interesante, como no, la Piazza della Signoría, el Ponte Vecchio y la Piazza del Duomo con su Catedral a Santa María del Fiori, campanile de Giotto y Battistero di Sant Giovanni pero, habiendo visto antes la Plaza de los Milagros de Pisa, Florencia ya no me impresionó. Lo mismo, más o menos, que en Pisa pero más amontonado. Para mi fue como si lloviera sobre mojado. Quizás demasiado tarde, demasiado cansados, demasiado calor, demasiada gente...
En cuanto a que el "Ponte Vecchio" (que no es tan "vecchio") sea el lugar más famoso y fotografiado de Florencia, no lo puedo entender. De su origen romano no queda absolutamente nada, pues era de madera y fue destruido por los bárbaros en el siglo VI. Cruza el río Arno y es de piedra desde 1345 siendo su mérito mayor que, después de varias veces arrastrado por las riadas, sobre él se construyeron casas actualmente convertidas en joyerías de alto standing pues está exento de impuestos. En 1593 el Gran Duque Fernando I decretó la expulsión de los carniceros que también tenían negocios sobre el puente, porque él lo cruzaba cada día y no le gustaban los olores con los que se encontraba. Aún a día de hoy, no puede establecerse ningún tipo de negocio que no esté relacionado con la joyería. El aspecto más llamativo del puente es que los negocios ampliaron sus locales mediante voladizos. En la II Guerra Mundial Hitler ordenó que este puente no fuera destruido, aunque se volaron las casas de ambos lados del puente para que no se pudiera utilizar.
RAFAEL FABREGAT
Cuando despertamos el barco ya estaba atracado en el puerto de Livorno. Esto de los cruceros resulta chocante, puesto que es por la noche cuando navegan y a primera hora de la mañana los viajeros ya están en el destino elegido, por tanto sin apenas enterarse. A partir de este puerto italiano son varios los destinos que pueden elegirse.
Interior de la catedral (Duomo) de Siena. |
Nuestra primera visita fue Pisa, con su maravillosa Plaza de los Milagros en la que se encuentran el Baptisterio, la Catedral, la famosa Torre inclinada y el Camposanto. Cuatro monumentos que te dejan con la boca abierta, todos ellos en mármol blanco y negro al más puro estilo de las ciudades de la Toscana.
El conjunto es sencillamente espectacular. Difícil, muy difícil, que todo el conjunto pueda caber en una sola foto y no hay palabras para describir tanta belleza.
La guía nos llevó después a la plaza central de Pisa explicando lo notable de algunas construcciones pero, después de ver el conjunto monumental de la Plaza de los Milagros (extramuros), ya todo carecía de interés. La zona es peatonal y toda esa belleza se puede admirar en paz y total tranquilidad. Los trabajos de construcción de la Catedral se iniciaron en 1064, siendo consagrada en 1118 por el papa Gelasio II. El Baptisterio se inició en 1152 y se completó un siglo después. La Torre se construyó como "simple" campanario, empezándose en 1174 y fue finalizada en la segunda mitad del siglo XIV. El grandioso rectángulo que acoge los monumentos está sembrado de césped, para mejor destacar la belleza de las construcciones.
Seguimos camino a Florencia. Mismo estilo de Iglesias que, curiosamente, no me sorprendió. Más bien al contrario siempre imaginé aquella plaza de dimensiones superiores a la realidad. El hecho de haber hecho el recorrido turístico a la inversa, de lo que suele ser habitual, hizo que Florencia ya no me impresionara. Interesante, como no, la Piazza della Signoría, el Ponte Vecchio y la Piazza del Duomo con su Catedral a Santa María del Fiori, campanile de Giotto y Battistero di Sant Giovanni pero, habiendo visto antes la Plaza de los Milagros de Pisa, Florencia ya no me impresionó. Lo mismo, más o menos, que en Pisa pero más amontonado. Para mi fue como si lloviera sobre mojado. Quizás demasiado tarde, demasiado cansados, demasiado calor, demasiada gente...
En cuanto a que el "Ponte Vecchio" (que no es tan "vecchio") sea el lugar más famoso y fotografiado de Florencia, no lo puedo entender. De su origen romano no queda absolutamente nada, pues era de madera y fue destruido por los bárbaros en el siglo VI. Cruza el río Arno y es de piedra desde 1345 siendo su mérito mayor que, después de varias veces arrastrado por las riadas, sobre él se construyeron casas actualmente convertidas en joyerías de alto standing pues está exento de impuestos. En 1593 el Gran Duque Fernando I decretó la expulsión de los carniceros que también tenían negocios sobre el puente, porque él lo cruzaba cada día y no le gustaban los olores con los que se encontraba. Aún a día de hoy, no puede establecerse ningún tipo de negocio que no esté relacionado con la joyería. El aspecto más llamativo del puente es que los negocios ampliaron sus locales mediante voladizos. En la II Guerra Mundial Hitler ordenó que este puente no fuera destruido, aunque se volaron las casas de ambos lados del puente para que no se pudiera utilizar.
RAFAEL FABREGAT
29 de agosto de 2018
2648- RECORRIENDO ITALIA. (2)
El barco nos deja en el puerto de Civitavecchia a 80 Km. de Roma. Un poco lejos. Quizás demasiado, pero los puertos más próximos a la capital italiana, no tienen el calado suficiente para cruceros.
Varios autocares nos llevan para descubrir los restos del Imperio Romano y las riquezas del país más pequeño del mundo, la Ciudad del Vaticano. Bajo un sol de justicia empezamos la visita en el Coliseo y la basílica de San Pietro in Vincoli, del siglo V, que alberga la escultura del Moisés de Miguel Ángel y el mausoleo del papa Julio II. Nos cuidan, no quieren que nos cansemos demasiado y el autobús nos traslada al centro de Roma para admirar la escalinata de la Plaza de España, la Fontana de Trevi, el Panteón y la Plaza Navona. Nos dan tiempo libre para comer y lo hacemos en un restaurante tradicional, pidiendo la especialidad de la casa que naturalmente es pasta en sus diversas presentaciones.
Tras la comida nos trasladamos al Vaticano. Plaza de San Pedro, Basílica levantada sobre la tumba del Santo y en la que se encuentra su sepulcro. Como no podía ser de otra forma, en el interior de la Basílica brilla la majestuosidad de un enclave que representa a la Religión Católica. En uno de los laterales se ubica la escultura de La Piedad, de Miguel Ángel. Difícil destacar nada de lo que allí puede admirarse, pues todo es en grado superlativo. Acceder al interior es gratuito pero hay que pasar dos controles: el de peligrosidad y el de vestimenta. Nada pues que sea metálico y nada tampoco de mostrar brazos o piernas. A tal efecto cientos de migrantes venden en los aledaños de la Basílica grandes pañuelos para poder cubrirse todo lo que los vigilantes consideran impropio de tan santo lugar.
En los aledaños de la catedral, pero no dentro de la misma, se pueden visitar los Museos Vaticanos, la Capilla Sixtina y las catacumbas (Grutas Vaticanas) donde están los cuerpos de los papas.
Durante la noche del 24 de Agosto del año 846 piratas sarracenos saquearon Roma llegando hasta las Basílicas de San Pedro y San Pablo. A pesar de la feroz resistencia de los soldados que las defendían, ambas iglesias fueron saqueadas, sustraídos sus utensilios litúrgicos y profanados altares, tabernáculos y tumbas. Al año siguiente una nueva flota sarracena intentó nuevamente saquear Roma pero tropas y barcos de otras regiones italianas próximas se concentraron en el puerto de Ostia, lugar donde desemboca el río Tíber y los moros fueron vencidos. Huyeron los supervivientes, pero una fuerte tormenta les mandó a pique sin poder llegar a su lugar de origen.
Tras la intensa visita y ya en la Plaza de San Pedro es casi obligado visitar la Tienda del Vaticano, donde se venden toda clase de objetos religiosos, desde las más finas piezas de oro o plata, hasta libros y recuerdos de todo tipo.
Iniciamos viaje de regreso al barco. Apenas tiempo para una buena ducha y cambio de luck. Esa noche era la llamada "de gala", foto con el capitán y cena especial elegida para la ocasión. En el Teatro, cóctel y presentación de todos los oficiales y mandos de las diferentes secciones que velan por la seguridad y disfrute de los viajeros. Se cierra esta presentación con el saludo del propio capitán y sigue un espectáculo adecuado para una noche tan especial, con todo el elenco de bailarines y grupo de músicos del Sovereign. El barco ya navegaba hacia su siguiente destino: Livorno (Toscana).
RAFAEL FABREGAT
Varios autocares nos llevan para descubrir los restos del Imperio Romano y las riquezas del país más pequeño del mundo, la Ciudad del Vaticano. Bajo un sol de justicia empezamos la visita en el Coliseo y la basílica de San Pietro in Vincoli, del siglo V, que alberga la escultura del Moisés de Miguel Ángel y el mausoleo del papa Julio II. Nos cuidan, no quieren que nos cansemos demasiado y el autobús nos traslada al centro de Roma para admirar la escalinata de la Plaza de España, la Fontana de Trevi, el Panteón y la Plaza Navona. Nos dan tiempo libre para comer y lo hacemos en un restaurante tradicional, pidiendo la especialidad de la casa que naturalmente es pasta en sus diversas presentaciones.
Tras la comida nos trasladamos al Vaticano. Plaza de San Pedro, Basílica levantada sobre la tumba del Santo y en la que se encuentra su sepulcro. Como no podía ser de otra forma, en el interior de la Basílica brilla la majestuosidad de un enclave que representa a la Religión Católica. En uno de los laterales se ubica la escultura de La Piedad, de Miguel Ángel. Difícil destacar nada de lo que allí puede admirarse, pues todo es en grado superlativo. Acceder al interior es gratuito pero hay que pasar dos controles: el de peligrosidad y el de vestimenta. Nada pues que sea metálico y nada tampoco de mostrar brazos o piernas. A tal efecto cientos de migrantes venden en los aledaños de la Basílica grandes pañuelos para poder cubrirse todo lo que los vigilantes consideran impropio de tan santo lugar.
Baldaquino de la basílica de San Pedro. |
Durante la noche del 24 de Agosto del año 846 piratas sarracenos saquearon Roma llegando hasta las Basílicas de San Pedro y San Pablo. A pesar de la feroz resistencia de los soldados que las defendían, ambas iglesias fueron saqueadas, sustraídos sus utensilios litúrgicos y profanados altares, tabernáculos y tumbas. Al año siguiente una nueva flota sarracena intentó nuevamente saquear Roma pero tropas y barcos de otras regiones italianas próximas se concentraron en el puerto de Ostia, lugar donde desemboca el río Tíber y los moros fueron vencidos. Huyeron los supervivientes, pero una fuerte tormenta les mandó a pique sin poder llegar a su lugar de origen.
Tras la intensa visita y ya en la Plaza de San Pedro es casi obligado visitar la Tienda del Vaticano, donde se venden toda clase de objetos religiosos, desde las más finas piezas de oro o plata, hasta libros y recuerdos de todo tipo.
Iniciamos viaje de regreso al barco. Apenas tiempo para una buena ducha y cambio de luck. Esa noche era la llamada "de gala", foto con el capitán y cena especial elegida para la ocasión. En el Teatro, cóctel y presentación de todos los oficiales y mandos de las diferentes secciones que velan por la seguridad y disfrute de los viajeros. Se cierra esta presentación con el saludo del propio capitán y sigue un espectáculo adecuado para una noche tan especial, con todo el elenco de bailarines y grupo de músicos del Sovereign. El barco ya navegaba hacia su siguiente destino: Livorno (Toscana).
RAFAEL FABREGAT
28 de agosto de 2018
2647- NAVEGANDO ITALIA. (1)
Películas, documentales... Me encantan, pero nada que ver con la realidad. Lo de viajar es como ver un partido de fútbol en la TV o estar presente en el estadio. Sin duda alguna la TV nos presenta primeros planos fantásticos y hasta nos repite determinada jugada que aclara si una falta está correctamente pitada o no, cosa que en directo y estando en el propio campo escapa muchas veces a nuestra percepción. Pues bien, con los viajes pasa lo mismo. Nada como estar in situ y muy especialmente con un buen guía que nos explique con detalle lo que, según la Historia, allí aconteció.
Tras día y medio de navegación, la primera escala del viaje fue la ciudad de Nápoles, de la que todos hemos leído sobre la mafia de la zona, de su decadencia y hasta de su escasa limpieza. También de que fue la precursora de la famosa pasta italiana y muy especialmente de la pizza napolitana que, curiosamente tiene como base la sencillez y excelencia de la pizza Margherita. La receta no puede ser más simple: una buena masa, tomate, mozzarella, albahaca fresca, aceite y sal.
Está claro que, ante tanta sencillez, no es difícil encontrar una buena pizza Margarita en cualquier parte del mundo pero sí es difícil superar a la que encontramos en cualquier establecimiento napolitano. Los ingredientes son fáciles, pero no es tan sencillo encontrar el punto óptimo de la masa, la madurez justa de un tomate casero o el queso artesano de búfala. Hasta las recetas más sencillas tienen sus diferencias y por eso hay que pedir paella en Valencia, cocido o callos en Madrid, fabada en Asturias, etc.
Todo eso fue visto y degustado, claro está, pero nuestro objetivo principal no era la ciudad de Nápoles, su pasta o sus pizzas, sino las históricas ciudades romanas de Pompeya y Herculano que, junto a otros enclaves más pequeños de la región de Campania fueron abrasadas y sepultadas por el Vesubio en el año 79 de nuestra Era. La explosión del volcán las cubrió de fuego y cenizas en apenas un instante, no dejando títere con cabeza. Una capa de cenizas de varios metros de espesor hicieron desaparecer estas ciudades y durante siglos dejó de hablarse de ellas. La violenta erupción del 24 de Agosto de aquel fatídico año hizo que la mayoría de los habitantes que permanecían en la ciudad fueran sepultados por el ardiente flujo piroclástico sin que apenas les diera tiempo a buscar refugio. De hecho, algunos cadáveres quedaron en la misma posición que estaban al perecer abrasados.
Curioso el lupanar que se muestra al visitante de las ruinas de Pompeya. Una pequeña casa en cuyos bajos hay media docena de habitaciones minúsculas (2x3 aprox), dotadas de cama y almohada de obra, sobre las que se colocaba una estera para mayor "comodidad" de la clientela.
Fuera en el pasillo, escenas sobre diferentes formas de practicar sexo permitían al cliente elegir el servicio y precio a satisfacer.
Nunca mejor aplicado el apelativo de "antro" para este lugar que daba servicio a tan antigua necesidad física.
En el piso superior, a precios algo más elevados, la élite disponía de estancias mejores, mujeres más jóvenes y otras "comodidades".
Ni unos ni otros se salvaron.
A quienes estaban en plena "faena" no les dio tiempo de escapar, puesto que los débiles techos de las casas cayeron en cuestión de segundos por el fuego y peso de las ardientes cenizas volcanicas. Claro que peor sería para quienes estaban trabajando...
Justamente por haber sido sepultada en pocos instantes, las oportunas excavaciones nos muestran a Pompeya como una ciudad fantasma pero perfectamente conservada. Calles perfectamente empedradas y casas sin techo pero con sus paredes bien delimitadas, casi intactas. Allí quedaron las magníficas columnas de sus palacios, teatro, anfiteatro, foro, templos, pozos y demás servicios de una gran ciudad romana.
La ciudad de Pompeya se estima fundada en el siglo VIII a.C. como simple colonia griega. Un siglo después los Etruscos rivalizaron con ellos por el control de la zona. A finales del siglo V a.C. los Samnitas conquistaron la región. El año 89 a.C. la ciudad fue asediada por el cónsul romano Lucio Cornelio Sila, empezando a florecer gracias al paso de mercancías por la cercana Vía Apia. La fecha de la erupción que arrasó Pompeya la establece Plinio el Joven en uno de sus relatos. Sin embargo la fecha del 24 de Agosto se estima equivocada en su transcripción ya que, según la versión de sus cartas, debió ocurrir el 23 de Noviembre. En el momento de la erupción se estima que vivían en Pompeya de 10 a 15 mil personas, aunque solamente se han encontrado unos 2000 cadáveres, lo que nos hace pensar que muchos habitantes habrían escapado ante los terremotos precedentes a la explosión del Vesubio. Sea como fuere, con el paso de los siglos las ciudades afectadas quedaron en el olvido. Fueron descubiertas en 1550 gracias a unos trabajos de cambio de curso para el río Sarno, pero hubo que esperar 150 años para iniciar las excavaciones. Herculano fue descubierta en 1738 y Pompeya en 1748. Un lugar interesante para los amantes de la Historia.
Por la noche, cansados pero felices, espectáculo de ABBA en el Teatro del barco.
RAFAEL FABREGAT
Tras día y medio de navegación, la primera escala del viaje fue la ciudad de Nápoles, de la que todos hemos leído sobre la mafia de la zona, de su decadencia y hasta de su escasa limpieza. También de que fue la precursora de la famosa pasta italiana y muy especialmente de la pizza napolitana que, curiosamente tiene como base la sencillez y excelencia de la pizza Margherita. La receta no puede ser más simple: una buena masa, tomate, mozzarella, albahaca fresca, aceite y sal.
Está claro que, ante tanta sencillez, no es difícil encontrar una buena pizza Margarita en cualquier parte del mundo pero sí es difícil superar a la que encontramos en cualquier establecimiento napolitano. Los ingredientes son fáciles, pero no es tan sencillo encontrar el punto óptimo de la masa, la madurez justa de un tomate casero o el queso artesano de búfala. Hasta las recetas más sencillas tienen sus diferencias y por eso hay que pedir paella en Valencia, cocido o callos en Madrid, fabada en Asturias, etc.
Todo eso fue visto y degustado, claro está, pero nuestro objetivo principal no era la ciudad de Nápoles, su pasta o sus pizzas, sino las históricas ciudades romanas de Pompeya y Herculano que, junto a otros enclaves más pequeños de la región de Campania fueron abrasadas y sepultadas por el Vesubio en el año 79 de nuestra Era. La explosión del volcán las cubrió de fuego y cenizas en apenas un instante, no dejando títere con cabeza. Una capa de cenizas de varios metros de espesor hicieron desaparecer estas ciudades y durante siglos dejó de hablarse de ellas. La violenta erupción del 24 de Agosto de aquel fatídico año hizo que la mayoría de los habitantes que permanecían en la ciudad fueran sepultados por el ardiente flujo piroclástico sin que apenas les diera tiempo a buscar refugio. De hecho, algunos cadáveres quedaron en la misma posición que estaban al perecer abrasados.
Curioso el lupanar que se muestra al visitante de las ruinas de Pompeya. Una pequeña casa en cuyos bajos hay media docena de habitaciones minúsculas (2x3 aprox), dotadas de cama y almohada de obra, sobre las que se colocaba una estera para mayor "comodidad" de la clientela.
Fuera en el pasillo, escenas sobre diferentes formas de practicar sexo permitían al cliente elegir el servicio y precio a satisfacer.
Nunca mejor aplicado el apelativo de "antro" para este lugar que daba servicio a tan antigua necesidad física.
En el piso superior, a precios algo más elevados, la élite disponía de estancias mejores, mujeres más jóvenes y otras "comodidades".
Ni unos ni otros se salvaron.
A quienes estaban en plena "faena" no les dio tiempo de escapar, puesto que los débiles techos de las casas cayeron en cuestión de segundos por el fuego y peso de las ardientes cenizas volcanicas. Claro que peor sería para quienes estaban trabajando...
Justamente por haber sido sepultada en pocos instantes, las oportunas excavaciones nos muestran a Pompeya como una ciudad fantasma pero perfectamente conservada. Calles perfectamente empedradas y casas sin techo pero con sus paredes bien delimitadas, casi intactas. Allí quedaron las magníficas columnas de sus palacios, teatro, anfiteatro, foro, templos, pozos y demás servicios de una gran ciudad romana.
La ciudad de Pompeya se estima fundada en el siglo VIII a.C. como simple colonia griega. Un siglo después los Etruscos rivalizaron con ellos por el control de la zona. A finales del siglo V a.C. los Samnitas conquistaron la región. El año 89 a.C. la ciudad fue asediada por el cónsul romano Lucio Cornelio Sila, empezando a florecer gracias al paso de mercancías por la cercana Vía Apia. La fecha de la erupción que arrasó Pompeya la establece Plinio el Joven en uno de sus relatos. Sin embargo la fecha del 24 de Agosto se estima equivocada en su transcripción ya que, según la versión de sus cartas, debió ocurrir el 23 de Noviembre. En el momento de la erupción se estima que vivían en Pompeya de 10 a 15 mil personas, aunque solamente se han encontrado unos 2000 cadáveres, lo que nos hace pensar que muchos habitantes habrían escapado ante los terremotos precedentes a la explosión del Vesubio. Sea como fuere, con el paso de los siglos las ciudades afectadas quedaron en el olvido. Fueron descubiertas en 1550 gracias a unos trabajos de cambio de curso para el río Sarno, pero hubo que esperar 150 años para iniciar las excavaciones. Herculano fue descubierta en 1738 y Pompeya en 1748. Un lugar interesante para los amantes de la Historia.
Por la noche, cansados pero felices, espectáculo de ABBA en el Teatro del barco.
RAFAEL FABREGAT
18 de agosto de 2018
2646- CEMENTERIOS.
Por extraño que a muchos les parezca, los cementerios tienen una clientela más o menos asidua. Si por una u otra causa he tenido que ir al cementerio, jamás me he encontrado solo. Allí siempre hay alguien y la mayor parte de las veces suelen ser las mismas personas, sin contar alguna viuda reciente. Yo lo entiendo a medias. El cementerio tiene ese halo de misterio y recuerdos de tiempos pasados. En un pequeño pueblo como el mío y especialmente si ya tienes una edad avanzada, muchos de los difuntos que allí reposan han sido gente con la que has coincidido en muchas ocasiones, siendo inevitable recordar esos momentos y muchos otros de tu juventud. No son una ni dos, sino cientos las lápidas de gente conocida que te recuerdan lo temporal y breve de nuestra existencia.
Ahora ya no suele tan común, pero antiguamente era muy frecuente el grabar algún epitafio o reseña de las aficiones del difunto. También fúnebres frases recordando esa misma fragilidad de la vida:
"Como tu me ves, yo me he visto.
Como yo me veo, tu te verás".
Bastante común pero no por ello menos cierto y espeluznante. Gracias a esas fotos y a esos epitafios, por mucho que la mayoría de nosotros solo vayamos una o ninguna vez al año, los cementerios no son un almacén de cadáveres, sino algo interesante. Nada de miedo, sino lugar de reflexión y recuerdo de los seres queridos que ya marcharon de este mundo miserable. En un mundo tan ajetreado como el actual, el cementerio no solo es un lugar de paz y recogimiento, sino de amor dormido y de arte.
En mi pueblo no hay tumbas. Todo son nichos y tierra pública donde yacen un buen número de personas sin reseña alguna. En tiempos lejanos esa tierra albergaba gente desconocida o miserable que no podía siquiera adquirir los derechos de un nicho. En la actualidad algunas personas, muy pocas, aún en el caso se ser ricos y a pesar de que sigue impidiéndose levantar una tumba e incluso una mínima reseña del lugar en el que reposan, piden que se deposite su cuerpo en ese único lugar de tierra que hay en el cementerio. Quizás para no gastar. Por el contrario, aún tratándose de nichos, hay lápidas que son carísimas, toda una obra de arte y dignas por tanto del estatus social al que pertenecieron esos difuntos en vida.
Personalmente me gusta el arte pero, en dicho lugar, me atraen más los epitafios. Por cierto... En muchas de esas lápidas no suele nunca estar quien allí dice o, si verdaderamente está el titular, casi nunca está solo. Demasiado altos los precios de los nichos, lo cual hace que sean bien aprovechados y que en buena parte de ellos esté enterrado el padre, el hijo y el... En fin, es lo que hay. Se dice que para conocer un pueblo solo hay que ir al mercado y al cementerio. En el primero se critica y en el segundo se alaba a quien antes se criticó. En las ciudades, imponentes tumbas hablan alto y claro de quienes fueron sus inquilinos. Hasta se llevan a cabo visitas guiadas para curiosos de la historia local e incluso provincial o nacional. Eso no pasa en mi pueblo pero siguen acudiendo, al menos los domingos, un cierto número invariable de personajes.
RAFAEL FABREGAT
Ahora ya no suele tan común, pero antiguamente era muy frecuente el grabar algún epitafio o reseña de las aficiones del difunto. También fúnebres frases recordando esa misma fragilidad de la vida:
"Como tu me ves, yo me he visto.
Como yo me veo, tu te verás".
Bastante común pero no por ello menos cierto y espeluznante. Gracias a esas fotos y a esos epitafios, por mucho que la mayoría de nosotros solo vayamos una o ninguna vez al año, los cementerios no son un almacén de cadáveres, sino algo interesante. Nada de miedo, sino lugar de reflexión y recuerdo de los seres queridos que ya marcharon de este mundo miserable. En un mundo tan ajetreado como el actual, el cementerio no solo es un lugar de paz y recogimiento, sino de amor dormido y de arte.
En mi pueblo no hay tumbas. Todo son nichos y tierra pública donde yacen un buen número de personas sin reseña alguna. En tiempos lejanos esa tierra albergaba gente desconocida o miserable que no podía siquiera adquirir los derechos de un nicho. En la actualidad algunas personas, muy pocas, aún en el caso se ser ricos y a pesar de que sigue impidiéndose levantar una tumba e incluso una mínima reseña del lugar en el que reposan, piden que se deposite su cuerpo en ese único lugar de tierra que hay en el cementerio. Quizás para no gastar. Por el contrario, aún tratándose de nichos, hay lápidas que son carísimas, toda una obra de arte y dignas por tanto del estatus social al que pertenecieron esos difuntos en vida.
Personalmente me gusta el arte pero, en dicho lugar, me atraen más los epitafios. Por cierto... En muchas de esas lápidas no suele nunca estar quien allí dice o, si verdaderamente está el titular, casi nunca está solo. Demasiado altos los precios de los nichos, lo cual hace que sean bien aprovechados y que en buena parte de ellos esté enterrado el padre, el hijo y el... En fin, es lo que hay. Se dice que para conocer un pueblo solo hay que ir al mercado y al cementerio. En el primero se critica y en el segundo se alaba a quien antes se criticó. En las ciudades, imponentes tumbas hablan alto y claro de quienes fueron sus inquilinos. Hasta se llevan a cabo visitas guiadas para curiosos de la historia local e incluso provincial o nacional. Eso no pasa en mi pueblo pero siguen acudiendo, al menos los domingos, un cierto número invariable de personajes.
RAFAEL FABREGAT
16 de agosto de 2018
2645- NADA NUEVO BAJO EL SOL.
Todos los días leemos o escuchamos opiniones sobre "el cambio climático", padecido ó próximo a padecer por la humanidad del siglo XXI. Sin embargo, cada día se descubren pruebas fehacientes de que tal eventualidad no es exclusiva de esta época y por lo tanto, si la hecatombe se produce, poco o nada tendrá que ver con la contaminación actualmente producida por el hombre en base a la masiva utilización de los combustibles fósiles.
Diez mil años atrás ya hubo un cambio climático superior al que se supone que la humanidad actual tendrá que enfrentarse a medio plazo. No sabemos que ocurriría en épocas todavía más lejanas, pero sí se sabe que hacia el año 8.000 a.C. la vida estuvo amenazada y que la raza humana tuvo que adaptarse para no perecer. La diferencia es que entonces eran pocos y adaptarse sería sin duda más fácil, puesto que estaban acostumbrados a las penurias. Actualmente rondamos los 7.500 millones de habitantes y estamos muy mal acostumbrados, debido a la industrialización que nos ha facilitado la vida en todos los órdenes. Quizás por eso, se supone que la mejor forma de lucha tiene que girar alrededor de una disminución de la natalidad, al menos en los países superpoblados.
Está claro que, en caso de que los problemas climáticos limiten la vida del planeta, una solución sería posiblemente rebajar el número de habitantes, pero, ¿cual sería el número ideal para que no peligre nuestra presencia en el mundo?. La tecnología actual y la contaminación ejercida por tan elevado número de habitantes, es sin duda algo nuevo en este planeta y su corrección no puede llevarse a cabo más que de una manera forzosa. Sin embargo cuando esto ocurra ya no será por continentes como hasta hace bien poco se pensaba. El llamado "mundo occidental" ya no tiene fronteras, puesto que la ambición de nuestros gobernantes las ha eliminado para su propio beneficio. La llamada globalización está escapando a su propio control y el resultado no será solamente el aumento de los beneficios de sus creadores. También los más fuertes y osados aumentarán sus posibilidades.
Aunque ni ellos mismos lo sepan, cada día miles de personas cruzan fronteras y toman posiciones para el día de la llegada del inevitable caos, del que nadie conoce fecha. No obstante, todos sabemos que se producirá. El mundo solo puede alimentar a un número limitado de personas y de momento esta cifra está descontrolada y en aumento. El freno de la natalidad es seguramente la única solución posible. Aún así, como ya se ha dicho antes, el planeta tiene cambios constantes y contra eso no podemos luchar. Una sociedad agrícola de Anatolia ya tuvo que cambiar sus costumbres para poder subsistir y así lo acreditan utensilios y restos de comida de 10.000 años de antigüedad encontrados últimamente. Está pues demostrado que el planeta es cambiante y cualquier amenaza no solo es posible, sino inevitable.
Los expertos determinan que, en aquel periodo de casi dos siglos de duración, las lluvias fueron escasas, al tiempo que la temperatura bajó hasta hacer casi imposible la producción de comida de ningún tipo. Es curioso sin embargo que este hecho coincidiera con la llegada de la implantación del sedentarismo. Para no morir de inanición aquellos primeros agricultores y granjeros hubieron de sustituir el ganado vacuno por el bovino y caprino, animales más resistentes y capaces que comer cualquier cosa. La grasa animal encontrada en las cazuelas de cerámica encontradas así lo acredita. Los restos encontrados certifican que entre el año 7.500 y el 5.700 a.C. la gente del Neolítico y la Edad del Cobre establecida en aquel lugar, llegaron a tal situación de hambruna que el asentamiento tuvo que ser abandonado. Según la Biblia (Eclesiastés 1:9) lo que fue volverá a ser y lo que se hizo, habrá de hacerse de nuevo. No hay nada nuevo bajo el sol.
RAFAEL FABREGAT
Diez mil años atrás ya hubo un cambio climático superior al que se supone que la humanidad actual tendrá que enfrentarse a medio plazo. No sabemos que ocurriría en épocas todavía más lejanas, pero sí se sabe que hacia el año 8.000 a.C. la vida estuvo amenazada y que la raza humana tuvo que adaptarse para no perecer. La diferencia es que entonces eran pocos y adaptarse sería sin duda más fácil, puesto que estaban acostumbrados a las penurias. Actualmente rondamos los 7.500 millones de habitantes y estamos muy mal acostumbrados, debido a la industrialización que nos ha facilitado la vida en todos los órdenes. Quizás por eso, se supone que la mejor forma de lucha tiene que girar alrededor de una disminución de la natalidad, al menos en los países superpoblados.
Está claro que, en caso de que los problemas climáticos limiten la vida del planeta, una solución sería posiblemente rebajar el número de habitantes, pero, ¿cual sería el número ideal para que no peligre nuestra presencia en el mundo?. La tecnología actual y la contaminación ejercida por tan elevado número de habitantes, es sin duda algo nuevo en este planeta y su corrección no puede llevarse a cabo más que de una manera forzosa. Sin embargo cuando esto ocurra ya no será por continentes como hasta hace bien poco se pensaba. El llamado "mundo occidental" ya no tiene fronteras, puesto que la ambición de nuestros gobernantes las ha eliminado para su propio beneficio. La llamada globalización está escapando a su propio control y el resultado no será solamente el aumento de los beneficios de sus creadores. También los más fuertes y osados aumentarán sus posibilidades.
Aunque ni ellos mismos lo sepan, cada día miles de personas cruzan fronteras y toman posiciones para el día de la llegada del inevitable caos, del que nadie conoce fecha. No obstante, todos sabemos que se producirá. El mundo solo puede alimentar a un número limitado de personas y de momento esta cifra está descontrolada y en aumento. El freno de la natalidad es seguramente la única solución posible. Aún así, como ya se ha dicho antes, el planeta tiene cambios constantes y contra eso no podemos luchar. Una sociedad agrícola de Anatolia ya tuvo que cambiar sus costumbres para poder subsistir y así lo acreditan utensilios y restos de comida de 10.000 años de antigüedad encontrados últimamente. Está pues demostrado que el planeta es cambiante y cualquier amenaza no solo es posible, sino inevitable.
Los expertos determinan que, en aquel periodo de casi dos siglos de duración, las lluvias fueron escasas, al tiempo que la temperatura bajó hasta hacer casi imposible la producción de comida de ningún tipo. Es curioso sin embargo que este hecho coincidiera con la llegada de la implantación del sedentarismo. Para no morir de inanición aquellos primeros agricultores y granjeros hubieron de sustituir el ganado vacuno por el bovino y caprino, animales más resistentes y capaces que comer cualquier cosa. La grasa animal encontrada en las cazuelas de cerámica encontradas así lo acredita. Los restos encontrados certifican que entre el año 7.500 y el 5.700 a.C. la gente del Neolítico y la Edad del Cobre establecida en aquel lugar, llegaron a tal situación de hambruna que el asentamiento tuvo que ser abandonado. Según la Biblia (Eclesiastés 1:9) lo que fue volverá a ser y lo que se hizo, habrá de hacerse de nuevo. No hay nada nuevo bajo el sol.
RAFAEL FABREGAT
14 de agosto de 2018
2644- ¡SINVERGÜENZAS, SINVERGÜENZAS!.
Así se recibe a Pedro Sánchez y a su mujer Begoña Gómez, cada vez que asoman la nariz allá en su retiro veraniego en Doñana. El primero, ya saben, es el presidente del Gobierno español no por designación de voto en las urnas, sino por haber ganado una moción de censura gracias al apoyo de independentistas vascos y catalanes, a cambio naturalmente de todo tipo de prebendas. Aquí nadie hace nada gratis. Es bien sabido que estos elementos quieren romper España, separándose de nuestro país e instaurando en sus autonomías la República en esos territorios que, lo quieran o no, forman parte del Estado Español. A Begoña Gómez, como esposa del presidente, se le ha "fabricado" un puesto de Directora General en el Instituto de Empresas de Estudios Africanos.
Un cargo de nueva creación que, como anillo al dedo, no precisa conocimientos especiales. ¿Qué menos?. Es la mujer del presidente... ¡Casi (ó más que) "presidenta"...! Y todo es poco para distraer a la "primera dama de los españoles que no quieren serlo" y también para que pueda ganar un dinerito extra con el que atender sus muchas necesidades personales y domésticas. Lo más curioso y agradecido es que para puesto tan relevante, en una de las escuelas de negocios más prestigiosas del mundo y por la que han pasado tan ilustres profesionales, no precisa otro conocimiento que no sea el de su desbordante labia. Bien, bien, nos alegramos por ella. Bueno, por los dos, que por fin han conseguido sus ansiadas metas. No como debería de ser, pero las han conseguido.
Ese y no otro es el motivo de que en Doñana los abucheen al grito de ¡Fuera, Fuera! ¡Elecciones, elecciones...! Es lo que pasa cuando se realiza un asalto al poder del estado, aunque sea de forma legal. En 40 años de Democracia no lo había hecho nadie. Lo de llegar, claro, porque intentarlo ya lo habían intentado otros. El resultado inmediato de su llegada al poder no ha sido el arreglo de ningún problema de estado, sino el descarado relevo de cientos y cientos de cargos públicos, inmediatamente ocupados por personas afines al nuevo presidente. ¿De qué nos extrañamos?. ¡Es lo que toca, una conducta obscena demasiadas veces vista!. Gente ajena a la tarea que debe desempeñar, ocupa de hoy para mañana cargos hasta ahora escrupulosamente llevados por auténticos profesionales. Con más cara que espalda, como si lloviera, el "presi" responde saludando...
Tras un cambio de presidencia, en el poder siempre se han producido cambios, pero nunca de forma tan descarada. No creo que esto que está ocurriendo en este momento tenga precedentes. Lo curioso es que nadie ha visto en la televisión pública (controlada por ellos) nada de lo que aquí se ha dicho. Han tenido que ser las redes sociales las que se han hecho eco de lo que por Doñana está ocurriendo. Ya sabemos que es legal, pero un presidente de 84 diputados no debería gobernar un Congreso de 350 escaños y menos aún cuando quienes le apoyaron para ganar la moción de censura son justamente los separatistas que quieren romper España.
Será todo lo legal que se quiera, pero de justo no tiene nada.
RAFAEL FABREGAT
Un cargo de nueva creación que, como anillo al dedo, no precisa conocimientos especiales. ¿Qué menos?. Es la mujer del presidente... ¡Casi (ó más que) "presidenta"...! Y todo es poco para distraer a la "primera dama de los españoles que no quieren serlo" y también para que pueda ganar un dinerito extra con el que atender sus muchas necesidades personales y domésticas. Lo más curioso y agradecido es que para puesto tan relevante, en una de las escuelas de negocios más prestigiosas del mundo y por la que han pasado tan ilustres profesionales, no precisa otro conocimiento que no sea el de su desbordante labia. Bien, bien, nos alegramos por ella. Bueno, por los dos, que por fin han conseguido sus ansiadas metas. No como debería de ser, pero las han conseguido.
Ese y no otro es el motivo de que en Doñana los abucheen al grito de ¡Fuera, Fuera! ¡Elecciones, elecciones...! Es lo que pasa cuando se realiza un asalto al poder del estado, aunque sea de forma legal. En 40 años de Democracia no lo había hecho nadie. Lo de llegar, claro, porque intentarlo ya lo habían intentado otros. El resultado inmediato de su llegada al poder no ha sido el arreglo de ningún problema de estado, sino el descarado relevo de cientos y cientos de cargos públicos, inmediatamente ocupados por personas afines al nuevo presidente. ¿De qué nos extrañamos?. ¡Es lo que toca, una conducta obscena demasiadas veces vista!. Gente ajena a la tarea que debe desempeñar, ocupa de hoy para mañana cargos hasta ahora escrupulosamente llevados por auténticos profesionales. Con más cara que espalda, como si lloviera, el "presi" responde saludando...
Tras un cambio de presidencia, en el poder siempre se han producido cambios, pero nunca de forma tan descarada. No creo que esto que está ocurriendo en este momento tenga precedentes. Lo curioso es que nadie ha visto en la televisión pública (controlada por ellos) nada de lo que aquí se ha dicho. Han tenido que ser las redes sociales las que se han hecho eco de lo que por Doñana está ocurriendo. Ya sabemos que es legal, pero un presidente de 84 diputados no debería gobernar un Congreso de 350 escaños y menos aún cuando quienes le apoyaron para ganar la moción de censura son justamente los separatistas que quieren romper España.
Será todo lo legal que se quiera, pero de justo no tiene nada.
RAFAEL FABREGAT
8 de agosto de 2018
2643- DÍA DEL ORGASMO FEMENINO.
Después se quejan de que no les hacemos caso... En este día del Señor, 8 de Agosto del año de tal y tal, se celebra el "Día del orgasmo femenino" y ya van doce años. Concretamente desde 2006, cuando el brasileño Arimateio Dantas quiso compensar a su esposa por los muchos "fallos" cometidos en su vida marital.
No sabemos cual sería la recompensa pero la celebración, quizás por chistosa, fue extendiéndose por este mundo de Dios y de los hombres (y mujeres) y a día de hoy se celebra mundialmente como reivindicación del derecho de la mujer al orgasmo y al placer femenino.
Según algunos estudios, cuya veracidad es imposible de comprobar, más del 52% de las mujeres han fingido orgasmos al solo objeto de satisfacer el ego de sus compañeros amorosos.
"¡Uy que picaronas!. ¡No nos los hubiéramos imaginado nunca...! Je, je. Bueno, bueno..."
En fin, se supone que, debido justamente a esa falta de regularidad, el primer orgasmo no deben olvidarlo nunca y menos aún aquel que se consigue en pareja, porque la soledad es harina de otro costal.
Resulta difícil de imaginar, casi pena me da, que haya mujeres que en una plenitud que roza los 30 años de vida, asegure que nunca ha tenido un orgasmo, ¡incluso teniendo pareja!. Vamos, para mear y no echar gota...
Claro, así están de disgustadas las pobres, puesto que todas ellas tienen amigas que se corren sin mayor complicación.
Lo cierto es que la mayor parte de las mujeres ha experimentado el fenómeno en solitario y desde su más tierna infancia o, como mínimo, en la pubertad.
El descubrimiento de cómo conseguir el placer sexual puede ser de forma casual, pero mayoritariamente se descubre en conversación con amigas o compañeras y experimentando posteriormente a solas o en compañía. Como en todas las cosas de la vida, el boca a boca enseña más que algunos colegios, públicos o de pago.
No tiene el por qué ser algo pecaminoso, sino un mecanismo natural que tenemos todos los seres vivos. Claro que las religiones, no todas pero si muchas, relacionan el placer sexual con el pecado, siempre y cuando no vaya acompañado de la consiguiente procreación.
No vamos a entrar en ese tema puesto que, si comentarlo en general ya es para muchos toda una blasfemia, imaginemos hacerlo de forma personal.
Allá cada cual, pero yo conozco un sacerdote que asegura que "Dios Padre solo quiere que seamos felices".
Ahora, que cada cual lo interprete a su manera...
RAFAEL FABREGAT
No sabemos cual sería la recompensa pero la celebración, quizás por chistosa, fue extendiéndose por este mundo de Dios y de los hombres (y mujeres) y a día de hoy se celebra mundialmente como reivindicación del derecho de la mujer al orgasmo y al placer femenino.
Según algunos estudios, cuya veracidad es imposible de comprobar, más del 52% de las mujeres han fingido orgasmos al solo objeto de satisfacer el ego de sus compañeros amorosos.
"¡Uy que picaronas!. ¡No nos los hubiéramos imaginado nunca...! Je, je. Bueno, bueno..."
En fin, se supone que, debido justamente a esa falta de regularidad, el primer orgasmo no deben olvidarlo nunca y menos aún aquel que se consigue en pareja, porque la soledad es harina de otro costal.
Resulta difícil de imaginar, casi pena me da, que haya mujeres que en una plenitud que roza los 30 años de vida, asegure que nunca ha tenido un orgasmo, ¡incluso teniendo pareja!. Vamos, para mear y no echar gota...
Claro, así están de disgustadas las pobres, puesto que todas ellas tienen amigas que se corren sin mayor complicación.
Lo cierto es que la mayor parte de las mujeres ha experimentado el fenómeno en solitario y desde su más tierna infancia o, como mínimo, en la pubertad.
El descubrimiento de cómo conseguir el placer sexual puede ser de forma casual, pero mayoritariamente se descubre en conversación con amigas o compañeras y experimentando posteriormente a solas o en compañía. Como en todas las cosas de la vida, el boca a boca enseña más que algunos colegios, públicos o de pago.
No tiene el por qué ser algo pecaminoso, sino un mecanismo natural que tenemos todos los seres vivos. Claro que las religiones, no todas pero si muchas, relacionan el placer sexual con el pecado, siempre y cuando no vaya acompañado de la consiguiente procreación.
No vamos a entrar en ese tema puesto que, si comentarlo en general ya es para muchos toda una blasfemia, imaginemos hacerlo de forma personal.
Allá cada cual, pero yo conozco un sacerdote que asegura que "Dios Padre solo quiere que seamos felices".
Ahora, que cada cual lo interprete a su manera...
RAFAEL FABREGAT
7 de agosto de 2018
2642- SEQUERE ME...
Sequere me...! ("Sígueme") Era una palabra que las prostitutas romanas llevaban grabada en la suela de sus sandalias. La palabra quedaba impresa en el polvo de las calles de tierra y los clientes quedaban enterados que podían seguirlas para acostarse con ellas. Para diferenciarse, muchas de ellas llevaban pelucas rubias, solían maquillarse de forma exagerada y vestían túnicas cortas de vivos colores. No era para llamar la atención de los clientes, sino para diferenciarse de las mujeres decentes. Otra práctica común era llevar sus partes íntimas afeitadas y pintadas de rojo bermellón, sin llevar prenda interior que las cubriera. De todas formas en aquellos tiempos no estaba bien visto que las mujeres hicieran el amor desnudas, ni siquiera las prostitutas.
Los prostíbulos no eran lugares de glamour, como nos muestran las películas de Hollywood, sino más bien tugurios pestilentes y siempre baja la atenta mirada del proxeneta correspondiente, que velaba ansioso para que el "servicio" terminara lo antes posible a fin de que pudiera entrar el siguiente cliente. Aunque eran consideradas un mal necesario, las prostitutas también eran vistas como lo más rastrero de la sociedad.
Catón el Viejo (234-149 a.C.) definió a estas mujeres como una auténtica bendición, puesto que permitía a los jóvenes dar rienda suelta a sus instintos sexuales, sin tener que molestar a las mujeres de otros. La tradición nos cuenta que Rómulo y Remo, fundadores de la ciudad de Roma, fueron criados por una "lupa". Para suavizar las cosas se cuenta que se trataba de una loba, pero lo cierto es que en latín esta palabra significa puta y no loba. Las rameras siempre estuvieron presentes en la vida de Roma, pero no fue hasta el siglo II a.C. cuando la lujuria empezó a formar parte del ocio ciudadano. Es entonces cuando se aceptó su presencia, al pensar que garantizaba en buena parte que no se acosara a las mujeres decentes. En uno de los textos de Plauto (254-184 a.C.) puede leerse: "Si tienes dinero, nadie te impide que compres lo que está en venta, pero no te metas en caminos particulares".
A pesar de considerar positiva la presencia de los prostíbulos, el solo hecho de ejercer este oficio hacía a estas mujeres carentes de toda dignidad moral a los ojos de los demás. No era así en cuanto a los clientes, por considerarse una práctica sana tanto para solteros como casados, pues aliviaba a quien no tenía mujer y le daba amenidad al matrimonio. En uno y otro caso se consideraba que las prostitutas actuaban en favor de la salud pública. El único problema para ellas era el desprecio de las demás mujeres, puesto que no usaban su cuerpo para la procreación, como hacían ellas. Normalmente las meretrices provenían de los estratos más pobres de la sociedad. Generalmente eran mendigas, delincuentes, esclavas e incluso mujeres violadas y abandonadas por sus familias, que optaban por este oficio como forma de ganarse la vida.
Las cortesanas eran las más bellas y refinadas. Prostitutas de lujo, solo al alcance de la alta sociedad y que, en la casa del varón contratante, participaban en las cuestiones domésticas aunque mostrando siempre el respeto al hombre como si de un marido se tratase. Mucho más abajo del escalafón estaban las mesoneras o venteras, mujeres casi siempre casadas, que regentaban un negocio y que, sin ser prostitutas, accedían con el permiso de su marido a ganar un dinero extra manteniendo relaciones sexuales con sus clientes.
La más baja categoría era para aquellas que trabajaban en un burdel, dependiendo de la categoría de éste, aunque la mayoría solían ser lugares lúgubres y apestosos. Los lupanares reservados a la plebe eran repugnantes ya que, además de lúgubres, las "cellas" eran una especie de cuevas de insoportable hedor que penetraba en la ropa del cliente, sin abandonarlo hasta varios días después. El precio solía rondar entre los 5 y 10 ases por servicio prestado. Para que podamos hacernos una idea, 10 ases eran 1 denario y el sueldo de un legionario era de 300 denarios al año.
El pago, eso sí, siempre por adelantado...
RAFAEL FABREGAT
Los prostíbulos no eran lugares de glamour, como nos muestran las películas de Hollywood, sino más bien tugurios pestilentes y siempre baja la atenta mirada del proxeneta correspondiente, que velaba ansioso para que el "servicio" terminara lo antes posible a fin de que pudiera entrar el siguiente cliente. Aunque eran consideradas un mal necesario, las prostitutas también eran vistas como lo más rastrero de la sociedad.
Catón el Viejo (234-149 a.C.) definió a estas mujeres como una auténtica bendición, puesto que permitía a los jóvenes dar rienda suelta a sus instintos sexuales, sin tener que molestar a las mujeres de otros. La tradición nos cuenta que Rómulo y Remo, fundadores de la ciudad de Roma, fueron criados por una "lupa". Para suavizar las cosas se cuenta que se trataba de una loba, pero lo cierto es que en latín esta palabra significa puta y no loba. Las rameras siempre estuvieron presentes en la vida de Roma, pero no fue hasta el siglo II a.C. cuando la lujuria empezó a formar parte del ocio ciudadano. Es entonces cuando se aceptó su presencia, al pensar que garantizaba en buena parte que no se acosara a las mujeres decentes. En uno de los textos de Plauto (254-184 a.C.) puede leerse: "Si tienes dinero, nadie te impide que compres lo que está en venta, pero no te metas en caminos particulares".
A pesar de considerar positiva la presencia de los prostíbulos, el solo hecho de ejercer este oficio hacía a estas mujeres carentes de toda dignidad moral a los ojos de los demás. No era así en cuanto a los clientes, por considerarse una práctica sana tanto para solteros como casados, pues aliviaba a quien no tenía mujer y le daba amenidad al matrimonio. En uno y otro caso se consideraba que las prostitutas actuaban en favor de la salud pública. El único problema para ellas era el desprecio de las demás mujeres, puesto que no usaban su cuerpo para la procreación, como hacían ellas. Normalmente las meretrices provenían de los estratos más pobres de la sociedad. Generalmente eran mendigas, delincuentes, esclavas e incluso mujeres violadas y abandonadas por sus familias, que optaban por este oficio como forma de ganarse la vida.
Las cortesanas eran las más bellas y refinadas. Prostitutas de lujo, solo al alcance de la alta sociedad y que, en la casa del varón contratante, participaban en las cuestiones domésticas aunque mostrando siempre el respeto al hombre como si de un marido se tratase. Mucho más abajo del escalafón estaban las mesoneras o venteras, mujeres casi siempre casadas, que regentaban un negocio y que, sin ser prostitutas, accedían con el permiso de su marido a ganar un dinero extra manteniendo relaciones sexuales con sus clientes.
La más baja categoría era para aquellas que trabajaban en un burdel, dependiendo de la categoría de éste, aunque la mayoría solían ser lugares lúgubres y apestosos. Los lupanares reservados a la plebe eran repugnantes ya que, además de lúgubres, las "cellas" eran una especie de cuevas de insoportable hedor que penetraba en la ropa del cliente, sin abandonarlo hasta varios días después. El precio solía rondar entre los 5 y 10 ases por servicio prestado. Para que podamos hacernos una idea, 10 ases eran 1 denario y el sueldo de un legionario era de 300 denarios al año.
El pago, eso sí, siempre por adelantado...
RAFAEL FABREGAT
6 de agosto de 2018
2641- LA DECADENCIA OCCIDENTAL.
Somos la envidia del mundo, pero no sabemos si hay razón para ello, ni cuanto puede durar. Puede que este largo tiempo vivido en paz y prosperidad, no completas, sea razón suficiente para que algunas partes del mundo nos miren con cierta envidia. Efectivamente quedan todavía muchos países donde sus gentes carecen de libertad para decir lo que piensan y algunos días apenas tienen nada que cocer dentro de sus pucheros. Sin embargo da la impresión que esta paz y prosperidad, vivida en el mundo occidental en estas últimas décadas, está llegando a su máxima cota. Cuando carece de todo, la humanidad lucha con uñas y dientes por conseguir el bienestar pero, cuando lo alcanza, una especie de maldición le obliga a destruirlo. El bienestar no parece de este mundo o, al menos, no de forma estable. En nombre de derechos y libertades, resucita el populismo y los nacionalismos que todo lo echan a perder.
Aunque careciendo de los adelantos técnicos actuales, el mundo ya tuvo épocas de prosperidad, pero el bienestar se concentrada en pocas personas. En este momento el mundo avanza más rápido y es más democrático, pero también es más inestable. Parece una condena divina, pero no lo es. Se trata tan solo de la ley de la oferta y la demanda. Todos tiramos de la misma cuerda, pero en distinta dirección. Cada cual hacia sus objetivos particulares. Como no podía ser de otra manera, el resultado es el desencanto y la incertidumbre. Es cierto que los países occidentales hemos tenido un largo periodo de paz y de cierta bonanza económica, aunque con altibajos, pero en el horizonte ya se dibujan las nubes que más pronto que tarde pueden traer tiempos tormentosos. Se vislumbra la decadencia occidental que acompaña al ascenso de las economías emergentes. Con este panorama llegarán tiempos de descontento general y con ellos los problemas políticos y económicos.
Los periodistas, el quinto poder, lejos de calmar los ánimos echan más leña al fuego buscando la noticia fácil. Y así vamos tirando. Unos haciendo y otros deshaciendo lo que han hecho sus predecesores. Es nuestro sino. Nunca está bien lo que hayan podido hacer los demás. Lo peor de todo esto es que este modus operandi de la humanidad es global. Como se ha dicho antes, llegados a un cierto grado de bienestar el ser humano pide más y más, buscando metas inalcanzables. En este mundo siempre ha habido ricos, pero para que éstos alcanzaran ese bienestar superlativo hace falta el trabajo de cientos de pobres. El bienestar general se consigue nivelando el poder adquisitivo de las clases sociales, pero eso es difícil de conseguir y de resultados pasajeros. El orgullo no es patrimonio de los ricos y es por esto que cuando el pobre alcanza un cierto grado de bienestar cae en la tentación de romper las reglas de juego.
El mundo occidental vive en una economía de mercado. Tanto tienes tanto vales, pero en base a lo que los demás necesiten de ti. Aunque todo vaya unido, se trata más del poder que del dinero. Los populismos ansían el poder que nunca han tenido, mientras que los independentismos buscan ampliar ese poder; desarraigarse del poder central para constituirse ellos en dueños y señores de ese mismo poder en sus regiones. Gobernar a sus anchas sin tener que dar explicaciones a nadie. Para conseguir estos objetivos vale cualquier cosa y muy especialmente todo aquello que movilice al pueblo en su favor. Con este objetivo se dicen mentiras y se exageran verdades, al mismo tiempo que se esconde todo aquello que pueda desprestigiarles. El pueblo llano tiene poca información real de acontecimientos pasados y menos aún de los presentes; todo se tergiversa en aras de conseguir una opinión favorable a los hechos que se persiguen.
Cansados de todo y de todos, los votantes apenas saben lo que verdaderamente les conviene y emiten su voto teniendo en cuenta promesas que nunca verán la luz, objetivos de todo punto imposibles y nunca antes probados. Lo único que el pueblo tiene claro es que ya no está satisfecho con lo que tiene. Quiere más y está dispuesto a apoyar a quien le prometa convertir sus sueños en realidad. Siendo imposible satisfacer sus demandas el resultado es la inestabilidad y la decadencia. Solo el trabajo es capaz de traernos bienestar, aún a sabiendas de que parte del beneficio producido se nos escapará entre los dedos, para caer en manos de multinacionales y políticos de turno. Siendo esto inevitable, nuestro único objetivo debería ser vigilar que aquello que se nos arrebata por medio de los impuestos, sea en su justa medida y que una parte importante nos sea devuelto con mejores servicios públicos y mayor bienestar general.
RAFAEL FABREGAT
Aunque careciendo de los adelantos técnicos actuales, el mundo ya tuvo épocas de prosperidad, pero el bienestar se concentrada en pocas personas. En este momento el mundo avanza más rápido y es más democrático, pero también es más inestable. Parece una condena divina, pero no lo es. Se trata tan solo de la ley de la oferta y la demanda. Todos tiramos de la misma cuerda, pero en distinta dirección. Cada cual hacia sus objetivos particulares. Como no podía ser de otra manera, el resultado es el desencanto y la incertidumbre. Es cierto que los países occidentales hemos tenido un largo periodo de paz y de cierta bonanza económica, aunque con altibajos, pero en el horizonte ya se dibujan las nubes que más pronto que tarde pueden traer tiempos tormentosos. Se vislumbra la decadencia occidental que acompaña al ascenso de las economías emergentes. Con este panorama llegarán tiempos de descontento general y con ellos los problemas políticos y económicos.
Los periodistas, el quinto poder, lejos de calmar los ánimos echan más leña al fuego buscando la noticia fácil. Y así vamos tirando. Unos haciendo y otros deshaciendo lo que han hecho sus predecesores. Es nuestro sino. Nunca está bien lo que hayan podido hacer los demás. Lo peor de todo esto es que este modus operandi de la humanidad es global. Como se ha dicho antes, llegados a un cierto grado de bienestar el ser humano pide más y más, buscando metas inalcanzables. En este mundo siempre ha habido ricos, pero para que éstos alcanzaran ese bienestar superlativo hace falta el trabajo de cientos de pobres. El bienestar general se consigue nivelando el poder adquisitivo de las clases sociales, pero eso es difícil de conseguir y de resultados pasajeros. El orgullo no es patrimonio de los ricos y es por esto que cuando el pobre alcanza un cierto grado de bienestar cae en la tentación de romper las reglas de juego.
El mundo occidental vive en una economía de mercado. Tanto tienes tanto vales, pero en base a lo que los demás necesiten de ti. Aunque todo vaya unido, se trata más del poder que del dinero. Los populismos ansían el poder que nunca han tenido, mientras que los independentismos buscan ampliar ese poder; desarraigarse del poder central para constituirse ellos en dueños y señores de ese mismo poder en sus regiones. Gobernar a sus anchas sin tener que dar explicaciones a nadie. Para conseguir estos objetivos vale cualquier cosa y muy especialmente todo aquello que movilice al pueblo en su favor. Con este objetivo se dicen mentiras y se exageran verdades, al mismo tiempo que se esconde todo aquello que pueda desprestigiarles. El pueblo llano tiene poca información real de acontecimientos pasados y menos aún de los presentes; todo se tergiversa en aras de conseguir una opinión favorable a los hechos que se persiguen.
Cansados de todo y de todos, los votantes apenas saben lo que verdaderamente les conviene y emiten su voto teniendo en cuenta promesas que nunca verán la luz, objetivos de todo punto imposibles y nunca antes probados. Lo único que el pueblo tiene claro es que ya no está satisfecho con lo que tiene. Quiere más y está dispuesto a apoyar a quien le prometa convertir sus sueños en realidad. Siendo imposible satisfacer sus demandas el resultado es la inestabilidad y la decadencia. Solo el trabajo es capaz de traernos bienestar, aún a sabiendas de que parte del beneficio producido se nos escapará entre los dedos, para caer en manos de multinacionales y políticos de turno. Siendo esto inevitable, nuestro único objetivo debería ser vigilar que aquello que se nos arrebata por medio de los impuestos, sea en su justa medida y que una parte importante nos sea devuelto con mejores servicios públicos y mayor bienestar general.
RAFAEL FABREGAT
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