El rey quería ir a pescar y, siempre previsor, llamó a su meteorólogo particular para que le diera el pronóstico del tiempo para esa mañana. El especialista real miró todos sus mapas y le aseguró que durante todo el día haría un tiempo soleado y temperatura ideal para la pesca.
El rey comunicó a la reina tan halagüeña predicción y ambos se encaminaron con sus caballos hacía el lejano río. En el camino encontraron a un granjero que iba con su burro y el hombre amable y respetuoso preguntó hacia donde se encaminaban.
- No, no, por Diós. Sus majestades deben regresar rápidamente a palacio porque, antes de una hora caerá gran cantidad de lluvia en esta zona.
Confiando en su climatólogo real, los reyes no hicieron caso de las palabras del granjero y siguieron su camino, pero apenas llegados al río una fuerte lluvia los caló hasta los huesos, habiendo de regresar y siendo la comidilla de todos los sirvientes.
Furioso el rey ordenó destituir al meteorólogo y expulsarlo de palacio. Acto seguido llamó al granjero y le ofreció el puesto que había quedado vacante, pero el granjero le dijo:
- Lo siento majestad, pero nada sé de predicciones meteorológicas. Yo lo sé por mi asno. Si va con las orejas caídas, llueve con toda seguridad. Si altas, buen tiempo. Y si una de cada, viento fuerte.
El rey creyó las palabras del granjero y contrató al burro. La efectividad fue tan manifiesta que, a partir de entonces, comenzó la práctica general de contratar burros para trabajar en el Gobierno, ocupando las posiciones más altas e influyentes.
MADRE A LOS 70 AÑOS.
Con la nuevas tecnologías nada es imposible. Una anciana de 70 años, sola en este mundo y cargada de dinero, pensó que si hubiera tenido un hijo habría tenido más opciones de ser cuidada debidamente en sus últimos días, así que sin pensarlo dos veces pidió consulta al médico para que la inseminaran y tras varios intentos quedó embarazada.
Nueve meses después tuvo el bebé y cuando salió del hospital marchó a su casa donde, al poco de llegar, ya la fueron a visitar sus parientes para conocer al recién nacido.
- ¿Podemos ver al bebé? -preguntó uno de ellos.
- Todavía no -dijo la madre- Dentro de un ratito.
Media hora después otro de los familiares le volvió a preguntar:
- ¿Ya podemos conocer al bebé?.
- Todavía noooo -dijo la madre.
Pasó otro rato y los familiares, ya impacientes, preguntaron de nuevo:
- Pero bueno, ¿cuando vamos a conocer al bebé?.
- Cuando llore -respondió la madre.
- ¿Cuando llore? -exclamaron- ¿Por qué tenemos que esperar a que llore?.
- Porque no me acuerdo donde lo puse -dijo la madre septuagenaria.
Después de toda una vida de trabajo y ahorro, un andaluz se va de viaje a la China y se compra unas gafas de sol que le aseguran podrá ver a la gente desnuda y con toda nitidez. Le cuestan caras, pero el hombre considera que la inversión vale la pena.
Se las pone y mira a las mujeres que van por la calle.
Todas sin ropa. Estaba encantado...
Se las pone, todas desnudas.
Se las quita, todas vestidas.
¡Por Dios, que maravilla!.
Incluso adelanta su regreso para mostrarle a su mujer tan gran invento.
En el avión está fuera de sí, con las azafatas...
Se pone las gafas, desnudas.
Se las quita, vestidas.
Cuando llega a casa, antes de abrir la puerta se pone las gafas para ver desnuda a Luisa, su mujer.
Abre la puerta y allí está ella con Pedro, su mejor amigo.
Los dos en el sofá y sin ropa.
Se quita las gafas y sin ropa.
Se las pone y sin ropa.
Se las vuelve a quitar y sin ropa.
No puede evitar un grito desgarrador...
¡Me cagoendiez!. ¡¡Ya no funcionan!!. ¡¡¡Chinas tenían que ser...!!!
RAFAEL FABREGAT