REEDICIÓN.
Siempre hemos oído decir que el nombre de nuestro pueblo viene del grupo de cabañas que originalmente ocupaban el punto inicial de nuestro actual casco urbano y que todos los que peinamos canas hemos conocido en un estado más o menos aceptable en diferentes puntos del término municipal. Dicho punto sería, con toda probabilidad, allí donde están actualmente situadas las calles del Rosario y Carmen. Posteriormente, ya casas de mampostería, fueron protegidas con sus respectivos portales del Rosario y Sitxar. Ya en el año 1.178 y a cambio de su valiosa ayuda, el rey Alfonso II de Aragón había prometido a la catedral de Tortosa la donación de todos estos territorios, para cuando se conquistasen a los moros. Sin embargo no sería hasta el reinado de Jaime I cuando se llevó a cabo la conquista definitiva y cuando en 1.225 el rey confirmó la donación de los castillos de Miravet, Fadrell y Sufera, a favor de Poncio Torrellas obispo de Tortosa.
Para esa fecha el castillo de Sufera, el prepotente Alfafúz que describe un documento de Pedro I de Aragón del año 1.100, ya había sido absorbido por Miravet y seguramente estaba ya deshabitado. Hay que recordar que la primera conquista de este territorio a los moros se llevó a cabo en el año 1.091 a cargo del Cid Campeador y su lugarteniente Bocalla Ferrench, primer señor de Luna y ascendiente del Papa Benedicto XIII de Aviñón, ambos a las órdenes del rey de Aragón Pedro I. Sin embargo dicha conquista no fue consolidada y doce años después (1.103) los moros recuperaron el castillo de Miravet y su territorio, no volviendo a manos cristianas hasta la reconquista de Jaime I. Reconquistado el castillo de Miravet y el territorio a los musulmanes, es cuando se produce la donación al obispo de Tortosa y cuando, siguiendo sus órdenes, se repobla el territorio con cristianos supuestamente tarraconenses.
Son justamente esas gentes las que, informadas de la existencia de este núcleo urbano perteneciente a Miravet, arriban a las inmediaciones y no viendo construcción alguna de importancia, exclaman la mítica frase que daría nombre a nuestro pueblo:
- Sols hi ha cabanes! (Solo hay cabañas)
Estos pobladores catalanes, presumiblemente originarios de la provincia de Tarragona, no obligaron a marchar a los habitantes de aquellas improvisadas cabañas, simples labradores de origen morisco, autóctonos que trabajarían algunos campos como única forma de supervivencia. Mas bien al contrario los convertirían en mano de obra barata con la que levantar lo que un par de siglos después sería uno de los pueblos más importantes de la comarca.
Para la construcción de una "cabana" se hacían primero las dos paredes laterales y la trasera, de aproximadamente 1,40 m. de altura vista (algunas eran circulares) llegados a esa altura se llenada el interior de tierra, formando un lomo (arco) con la misma. Posteriormente se colocaban piedras planas de canto para formar el techo que después se ajustarían unas con otras con barro mezclado con paja o argamasa. Una vez seco el conjunto, se sacaba la tierra del interior de la "cabana", se completaba la pared trasera en la que se podía dejar un ventanuco y se cerraba el recinto con la pared y puerta delantera correspondientes. El último paso era echar toda la tierra sacada de la "cabana", sobre el techo de la misma a manera de protección para las lluvias y acondicionador de las temperaturas. A la llegada de los catalanes, algunas cabañas se refinarían, pero prontamente darían paso a las primeras casas con techos de vigas de pino.
Es también alrededor de 1.280 cuando, atendiendo necesidades defensivas contra la piratería, el obispado de Tortosa aprueba la construcción militar del Castillo de Albalat y el templo que hay a la falda del cerro, unas décadas después fortificado.
Ambas construcciones darán refugio espiritual y cobijo en caso de ataque a todos los masoveros que habitan las fértiles tierras del litoral. Son ellos quienes darán nombre a estas fortificaciones. El castillo nace con el nombre de Albalat dels Anecs, en base a su proximidad con el humedal hoy denominado Prat de Cabanes. Tierras frecuentemente inundadas, pero también cultivadas en elevación desde tiempos inmemoriales.
Un siglo después los ataques de piratas berberiscos se incrementaron y tras el saqueo a Torreblanca y secuestro de buen número de vecinos, nuevas fortificaciones hubieron de ser construidas para proteger a la población. Es entonces, ya a finales del siglo XIV, cuando se construyen las diferentes torres que jalonan nuestra costa y que lucen todavía majestuosas, más de cinco siglos después.
Albalat fue abandonándose poco a poco a mediados del siglo XVI debido a las muchas enfermedades que se contraían en las proximidades del importante humedal. En principio algunos vecinos se trasladarían al castillo de Miravet que todavía tenía 15 fuegos pero en 1.575, debido a la gran importancia que había adquirido en las últimas décadas el pueblo de Cabanes, se produjo la anexión definitiva.
Los habitantes abandonan definitivamente Albalat y Miravet y se van trasladando a Cabanes. Naturalmente esto no se produce de inmediato y de hecho serán varios los años en que todavía se celebrará misa dominical en sus iglesias, pero la suerte estaba echada. Como restos de esos núcleos poblacionales, quedaron no obstante gran cantidad de masoveros en las zonas aledañas.
Tanto en Miravet como en la Ribera de Cabanes, se establecieron escuelas para niños y niñas. Para el tema religioso los masoveros de Miravet acudían al ermitorio de los frailes Carmelitas del Desierto de las Palmas, mientras que en la Ribera se construyó una iglesia en la zona llamada El Empalme y ya en el siglo XX otra en la Venta de San Antonio.
Posteriormente bares y restaurantes, Ambulatorio y todos los servicios más elementales.
Los masoveros del barranco de Miravet abandonaron definitivamente las masías que habitaban como vivienda principal a finales de la década de 1.950 pero los núcleos de la Ribera de Cabanes, situados en pleno litoral, por el lugar privilegiado y de comunicaciones que ocupan, han mantenido vecindad e incluso han recibido población emigrante que en la actualidad suman más de quinientos vecinos. Todo parecía indicar que allí estaba el verdadero futuro de nuestro pueblo pero en los últimos años, en término municipal de Vilanova d'Alcolea-Benlloch, prácticamente lindando con nuestro término municipal y a escasos 5-6 Km. de Cabanes, se construyó el aeropuerto de Castellón y la Autovía CV10 que dará servicio al mismo y que supone la prolongación de la A-7 que, desde Cádiz, ha de llevar hasta la frontera de Francia sin peajes. Cierto es que, a día de hoy, el aeropuerto no ha entrado en servicio todavía pero está terminado y que nadie dude que su puesta en funcionamiento supondrá el despegue definitivo de nuestro querido pueblo y de toda la comarca*.
RAFAEL FABREGAT
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Claro que nadie había previsto la llegada de la "crisis de 2008" y la Pandemia de 2019. Una vez más la vida nos enseña que pocos planes pueden realizarse a largo plazo...