Antes, como tantas veces hemos comentado, nada era como ahora.
A principios de 1.960 el Permiso de Conducir, comúnmente llamado "el Carnet", en Cabanes y otros pueblos de la comarca se gestionaba en las Cuevas de Vinromá.
El aspirante acudía al pueblo vecino en los días señalados y, en la pequeña oficina que "el Inspector" tenía habilitada en la zona de examen, expresaba a su ayudante el deseo de obtener el Permiso de Conducir.
El ayudante te preguntaba la clase de Permiso que deseabas y te facilitaba una hoja de papel con unas veinte preguntas y otra hoja en la que estaban las señales de circulación, dándote fecha de examen para la semana siguiente.
Como la obtención se daba por hecho, ese mismo día ya te cobraban el importe correspondiente.
En 1964 el carnet de moto (tercera) de cualquier cilindrada valía 650 pesetas (3,90€) y si, además optabas también al de coche (segunda+tercera) 950 pesetas (5,70€), sin autoescuela.
El examen consistía en responder correctamente cuatro de las cinco preguntas que te hacían y otras tantas señales de tráfico.
Para que no hubiera equívocos en el cuestionario (de una sola hoja) que te facilitaban al solicitar el examen, se marcaba la respuesta correcta y dos falsas, indicando en rojo las falsas.
Creo que todos los lectores entenderán que más facilidades no se podían dar y por lo tanto el famoso "carnet" se preveía en el bolsillo del aspirante antes de la hora del examen. Era simple cuestión de quererlo o no. No era como ahora. Muchos jamás pensaron que algún día tendrían un vehículo propio, por lo que el carnet no se entendía como algo necesario.
Mi padre (analfabeto) quiso comprarse una moto y aprobó el examen teórico a la primera; también el examen de aptitud técnica, que consistía en hacer un "ocho" en la gran explanada al efecto, para lo cual ponían dos cajas de fruta entre las que, para completar el "ocho" tenías que pasar dos veces con la moto por entremedias de las cajas.
Si optabas también al carnet de coche (no era el caso de mi padre) tenías que aparcarlo a menos de medio metro del bordillo y parar el coche en cuesta, arrancando después sin retroceder.
Unos años después (yo me lo saqué a finales de Septiembre de 1967) el examen comarcal se realizaba en Albocácer.
Las cosas ya no estaban igual, ni los precios tampoco, pero nada que ver con lo de ahora. Las pruebas seguían siendo las mismas y todas en la pista de examen, no había prueba en circulación, pero eran más estrictos. La prueba de aparcamiento era a 10 cm. del bordillo y el ocho era doble. En cuanto al precio había subido a las 1.700 pesetas. (10,21 euros) De todas formas, entonces ya nadie se sacaba solo el carnet de moto, sino los dos juntos. (moto+coche).
Ese carnet, denominado segunda+tercera costaba entonces 2.500 pesetas (15,02€), con autoescuela (800 ptas.) incluida, que se pagaban al entregarte el carnet. Tampoco la autoescuela te cobraba su trabajo hasta que el carnet estuviera en tu bolsillo. De hecho era tu propio instructor el que te lo entregaba en mano, puesto que era él mismo quien lo recogía de manos del inspector. Las pruebas eran similares, pero el cuestionario a estudiar era mucho más extenso; tres o cuatro hojas de preguntas y respuestas y otras tantas de señales de tráfico. Se había triplicado el material a estudiar y también (casi) el precio del carnet. El aprobado ya no estaba garantizado como apenas unos años antes y el examen consistía en veinte preguntas y diez señales, de lo cual solo podías fallar cuatro cosas en total. Responder equivocadamente cinco respuestas suponía suspender el examen y tener que presentarte una próxima vez, hasta un máximo de tres. Cuando a la tercera vez no pasabas el examen tenías que pagar una nueva matrícula de 500 pesetas (3,00€). El examen estaba programado a las diez de la mañana. Mi padre a primera hora ya me llamó y tras el aseo matinal salimos hacia Albocácer con su vieja GUZZI 65 C.C. que apenas podía con nosotros. Los más mayores es probable que conozcan la pequeña y antigua máquina.
Tres marchas, con palanca de cambio en el depósito y velocidad máxima de 60 Km./h. en llano. ¡De museo! Muy fiable, eso sí. Con un solo asiento y un sillín metálico a modo de portamaletas, un saco, plegado y atado con un cordel, hizo las veces de doble asiento y antes de las nueve ya estábamos allí. A la entrada al pueblo paramos a un agricultor que marchaba al campo con el "matxo en saria" cogido del ronzal y le preguntamos si sabía donde se hacían las pruebas de exámen para el carnet de conducir. El hombre, amablemente nos explicó que era a la salida del pueblo pero en la parte norte y allí nos encaminamos con la Guzzi.
Una de las últimas casas a mano derecha era un Bar y junto al mismo vimos inmediatamente que estaba la "Pista de examen".
No era un descampado cualquiera como en Cuevas de Vinromà unos años antes, sino una zona cercada y preparada al efecto con su rampa de hormigón, para la prueba de coches (parada en cuesta) y tres palos para la del "doble ocho" en motos. Sin embargo nadie había aún por allí. Tampoco mi instructor de la autoescuela y el Seat-600 correspondiente habían llegado, así que nos acercamos a la puerta del bar.
Mi padre, en un alarde sin precedentes, propuso que entráramos para almorzar. Apenas había dos o tres clientes en la pequeña barra y nosotros nos sentamos en una de las mesas haciéndole mi padre una seña a la dueña que se acercó rápidamente para ver lo que necesitábamos.
- Voldriem almorçar -dijo mi padre.
- Cap problema, que volen? -preguntó la señora.
- Lo que tingue per ahí -respondió mi padre.
- Volen uns entrepans de truita amb llonganises? -propuso.
- Ens pareix perfecte. Ens traurà també olives i unes cervesses.
No habiendo apenas clientes, el servicio fue rápido y en diez minutos dos bocadillos de buen tamaño con dos huevos y dos longanizas cada uno estaban sobre la mesa, junto a un platito de olivas y las dos cervezas. Allí nos enteramos de que el examen comenzaba a las diez, por lo que los bocadillos fueron rápidamente devorados e inmediatamente y sin tomar café mi padre preguntó cuanto se debía.
La suma fue rápida: 10 pesetas cada uno. (0,06 €) Nos miramos perplejos; las cosas no estaban como ahora ¡claro está! pero ese no era el precio que las cosas tenían por los bares de Cabanes. Mi padre pagó las veinte pesetas (0,12 €) y salimos viendo que el ambiente ya era diferente al de nuestra llegada.
Un par de "600" y tres o cuatro motos, así como varias bicicletas, estaban aparcados en las inmediaciones al mismo tiempo que una veintena de personas aguardaban el comienzo del examen que no se demoró en absoluto.
A las diez en punto examen teórico de los aspirantes y quince minutos para realizarlo. A las diez y media, aquellos que superaron el examen (2/3) realizaron también las pruebas prácticas que también superaron ocho de cada diez aspirantes.
Allí mismo te decían si estabas aprobado o no y en 15 días la propia autoescuela te entregaba el carnet en mano, previo pago de las 2.500 pesetas pactadas.
Entonces, como ahora, el precio a efectos legales era uno (1700 ptas.) pero el total a pagar era muy diferente puesto que también había que pagar a la autoescuela (800 ptas.) que, con toda la paciencia del mundo, vino a Cabanes dos días a la semana y durante casi dos meses a enseñarnos a conducir. Con esos precios optabas a realizar hasta tres exámenes. Si con ellos no te daban el carnet había que pagar el suplemento oficial de 500 pesetas, más las clases adicionales de prácticas. Orgulloso del hijo que había aprobado "a la primera" y conocedor de los bajos precios que en Albocácer se cobraban, invitó a una segunda cerveza.
Tras ésta casó la pertaca, lió un cigarrillo de tabaco casero y le dio un fuerte golpe de pedal a la pequeña Guzzi-65 que arrancó a la primera.
Todavía no hacía frío y el campo tenía la sazón suficiente para garantizar una buena añada de rovellones.
Como premio al éxito en el examen mi padre, gran aficionado, propuso ir a la mañana del día siguiente a buscarlos y así lo hicimos, pero era pronto para Cabanes y solo él encontró media docena. Yo no encontré ninguno, pero le gané con diferencia. En pleno monte, cosa bastante extraña, encontré una liebre dormida y sigilosamente me acerqué a ella cogiéndola de detrás de la cabeza y de la parte de atrás. Siete libras y media de liebre; excelente cazuela de arroz para el domingo a medio día y fritada con tomate, pimientos y cebolla por la noche. El próximo mes de Septiembre se cumplirán 54 años de aquel día. ¡No es moco de pavo, no...! Pero lo más fuerte fue que apenas dos años después tenía entre mis manos el volante de mi propio Seat-600.
RAFAEL FABREGAT
Por si te interesa existe una app para Android muy útil, llamada "MilSeñales" para aprender las señales de tráfico de España, tiene todas las señales admitidas por la Dirección General de Tráfico, permite hacer varios test, te la da la opción de volver a repasar las señales que te sepas bien, vas viendo tu progreso con unos gráficos que están muy bien, hasta te lee en voz alta la descripción de las señales.
ResponderEliminarhttps://play.google.com/store/search?q=milse%C3%B1ales&c=apps&hl=es
Gracias por tu interés amigo Javier pero, para lo que me queda, con lo que todavía recuerdo me voy apañando. Gracias y un abrazo.
ResponderEliminarCONDILL
Estoy viendo una película de 1964 "Vacaciones para Ivette" y tengo dudas sobre la edad de uno de los protagonistas, que tiene un pequeño accidente con un Renault Dauphine. A que edad se podia conseguir el permiso de conducir, porque la mayoría de edad creo que era a los 21 años. Gracias y un saludo. Santi
ResponderEliminarEfectivamente en esas fechas la mayoría de edad era a los 21 años, pero el permiso de conducir podía sacarse a los 18. Yo mismo me lo saqué en 1967, a los 18 años. Saludos cordiales.
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