Contrariamente a lo que los alemanes tenían previsto, las fuerzas soviéticas les superaban, pero no fue eso lo que decantó la suerte de la batalla sino la necesidad de proteger su frente occidental, como se relata más adelante. Hitler necesitaba el dominio de la obicuidad pero sus poderes, con ser muchos, no llegaban a tanto. Sin tiempo a rectificar y con un Hitler confiado en sus mejores planes tácticos y la excelente operatividad de su ejército, el 4 de Julio de 1943 se inició la ofensiva. Informados por sus espías en Suiza, los soviéticos conocían la hora exacta del ataque alemán por lo que diez minutos antes iniciaron un bombardeo masivo de artillería sobre las líneas enemigas, al que siguió un ataque de la aviación rusa contra la luftwaffe, todavía en tierra, en un intento de diezmarla antes de despegar.
El radar Freya alertó a los alemanes con la suficiente antelación y éstos tuvieron tiempo de enviar sus cazas al encuentro de los bombarderos soviéticos que anularon los planes enemigos. Uno y otro bando hizo despegar gran cantidad de aviones y con la misma rapidez iban cayendo destrozados por el fuego enemigo. La mayor batalla aérea de todos los tiempos estaba desatada. Mientras decenas de aviones cubrían el cielo, los Panzer alemanes del 9º Ejército avanzaron con rapidez, con la misma rapidez que quedaron atrapados en el campo de minas preparado por los soviéticos y casi incapaces de moverse. Una semana después, en las colinas de Oljovatka, se libró una importante batalla entre blindados, una auténtica carnicería que finalmente no fue determinante para ninguno de los dos contendientes.
Entre los días 9 y 15 de Julio se llevó a cabo el punto culminante de esta batalla con un nuevos enfrentamientos entre carros de combate, pero el mayor poderío de los carros alemanes quedó anulado por la mayor facilidad de maniobra de los carros soviéticos, más ligeros, que se acercaban mucho más al enemigo pudiendo hacer mejor puntería. Toda la región y buena parte de la ciudad de Kursk, próxima a la frontera con Ukrania, fue devastada por los duelos de artillería y los choques de acorazados, al tiempo que los campos fueron sembrados de aviones destrozados en el aire. En los momentos de respiro que les daba la luftwaffe, los aviones soviéticos Sturmovik, armados con cañones de 27 y 37 mm., cohetes y bombas anti-carro también causaron grandes estragos entre los blindados alemanes.
Al final de cada uno de aquellos trágicos días, cientos de carros de uno y otro bando quedaban envueltos en llamas en el campo de batalla. Los datos que hablan al respecto de esta batalla son muy variopintos, tanto que un servidor no se atreve a dar cifras, pero se dice que fue una de las mayores batallas acontecidas en esta gran guerra de la historia moderna. Los dos bandos tuvieron pérdidas de hombres y material en número jamás imaginado, pero estaba claro que para los alemanes estas pérdidas eran más difíciles de reemplazar. Otras fuentes nos cuentan que la derrota alemana no fue de tal envergadura y que su retirada obedeció a otros intereses.
El 11 de Julio los aliados anglosajones habían desembarcado en Sicilia comprometiendo la seguridad de las fuerzas alemanas en Europa Occidental. Parte de los efectivos desplegados en Kursk eran más necesarios si cabe en Italia. En esta disyuntiva se encontró Hitler y sus generales que no sabían muy bien que hacer al respecto. Finalmente se optó por retirar sus posiciones en Kursk liberando algunas unidades para su envío a Italia, pero aquella retirada precipitada provocó muchas bajas en origen y poca efectividad en un destino ya en erupción. En Kursk la situación se hizo insostenible y los alemanes se retiraron al punto de partida.
Nadie tiene duda alguna sobre el triunfo soviético en la Batalla de Kursk, por mucho que el aparato propagandístico alemán intentara minimizar el desastre. Las pérdidas soviéticas se estimaron en 70.000 muertos y 110.000 heridos. Sin contar heridos, las pérdidas alemanas fueron de 56.000 muertos y la mayor parte de los tanques y aviones desplazados a la zona. Los alemanes quedaban en inferioridad, por su dificultad en reemplazar hombres y material. A partir de ese momento las tropas soviéticas no pararon de empujar a las alemanas hasta confinarles en el propio Berlín. Faltaban los últimos flecos aliados, pero el resultado del conflicto estaba decidido. Una vez más Alemania -esta vez con Hitler- perdía la guerra.
RAFAEL FABREGAT