El cartaginés Aníbal Barca. |
Sesenta y cuatro años en los que su valía como guerrero y estratega quedó demostrada decenas de veces y fue escrita en el libro de la Historia con letras de oro.
Eran tiempos de gran conflictividad, cuando las antiguas potencias comerciales y militares del Mediterráneo se vieron presionadas por el ímpetu estremecedor del Imperio Romano.
Los cartagineses se propusieron vender cara la osadía de los romanos y nunca se rindieron a tan dura amenaza.
Solo la muerte y la desaparición del brillante pueblo norteafricano dejaría el paso libre al nuevo orden establecido por Roma.
Aníbal era hijo de Amilcar Barca, aristócrata y gran general cartaginés fundador de la estirpe de los Bárcidas que, en su lucha contra los romanos en Sicilia, supo mantener sus fuerzas intactas en la Primera Guerra Púnica, a pesar de perder la guerra.
Amilcar Barca, padre de Aníbal. |
Invicto se retiró a África, sin rendir sus armas y con sus 20.000 hombres, habiendo causado a Roma un elevadísimo coste en recursos y miles de bajas entre sus hombres.
Gobernante de la Iberia cartaginesa fundó, entre otras, las ciudades de Alicante y Barcelona.
La crisis que sigue a la derrota provoca un levantamiento popular que Amilcar logra sofocar, tras más de tres años de luchas.
Después se dirige a Iberia y durante ocho años logra consolidar cimientos y crear un nuevo y poderoso ejército al unir a sus hombres con los más fieros y leales íberos y baleares, doblegando las continuas rebeliones de los nativos no conformes con la expansión cartaginesa.
A la muerte de su padre (229 a.C.) y el asesinato de su cuñado Asdrúbal (221 a.C.) que le había sucedido en el mando, Aníbal asumió la jefatura de los ejércitos cartagineses que controlaban todo el centro-sur peninsular, con capital en Cartago-nova (Cartagena).
Aníbal cruzando los Alpes. |
En el 219 a.C. destruyó Sagunto y siguió hacia el norte cruzando el Ebro, frontera natural entre romanos y cartagineses, según pacto llevado a cabo siete años antes entre las partes.
Este hecho dio lugar al inicio de la Segunda Guerra Púnica. (219-202 a.C.)
En la primavera del año siguiente (218 a.C.) Aníbal cedió el mando del ejército cartaginés en tierras de Hispania a su hermano Asdrúbal y marchó hacia Italia con un ejército de 60.000 hombres y 38 elefantes de guerra.
En la primavera del año siguiente (218 a.C.) Aníbal cedió el mando del ejército cartaginés en tierras de Hispania a su hermano Asdrúbal y marchó hacia Italia con un ejército de 60.000 hombres y 38 elefantes de guerra.
Atravesando los Pirineos y los Alpes en pleno invierno llegó a las inmediaciones del Po con tan solo 10.000 hombres y cuatro elefantes pero, aún así, derrotó a los ejércitos romanos que les salieron al paso en Tesino y Trebia.
Aníbal siguió hacia el sur y un año después tenía controlada toda la Italia Central.
Territorio cartagines del 270 al 201 a.C. |
Aplastadas las tropas romanas en Flaminio, Roma quedaba a su merced pero Aníbal se negó a dar el golpe definitivo y siguió hacia el sur en busca de alianzas napolitanas.
Empeñada Roma en destruir los ejércitos cartagineses, en verano de 216 a.C. reúnen un ejército que duplicaba el de Aníbal y le salen al paso en Cannas pero los romanos, una vez más, son derrotados.
En esta ocasión, aunque victoriosos, los ejércitos cartagineses quedan seriamente dañados y Aníbal pide ayuda a su hermano Asdrúbal, en Hispania, pero éste es derrotado por Claudio Nerón en la Batalla de Metauro cuando se dirigía a socorrerle.
Aislado e indefenso Aníbal resiste durante varios años al sur de Italia hasta que, finalmente, los romanos contraatacan y le expulsan de la península itálica.
Intentando reconstruir sus ejércitos, Aníbal se refugia en la corte siria de Antioco III a la vez que busca las alianzas de Filipo III de Macedonia.
Territorio cartaginés tras la II guerra púnica. |
Las victorias de los romanos frente a sirios (191 a.C.) y magnesianos (189 a.C.) provocan la huida de Aníbal a Bitinia pero el rey Prusias decide entregarlo a sus perseguidores buscando la simpatía de Roma.
Acorralado Aníbal decide quitarse la vida antes de ser apresado.
Corre el año 183 a.C. cuando el suicidio se lleva a cabo, ante la imposibilidad de encontrar un refugio seguro.
Esto pone punto y final, con 63 años, a la vida de uno de los más importantes generales de todos los tiempos y uno de los pocos enemigos a quien Roma temió verdaderamente. En la Tercera Guerra Púnica, tres décadas después (146 a.C.) la República Cartaginesa era derrotada totalmente por los romanos y la ciudad de Cartago destruida en su totalidad y sembrada de sal.
RAFAEL FABREGAT
RAFAEL FABREGAT