El monasterio e iglesia benedictina de San Antolín se levantó en la desembocadura del río Bedón, en las proximidades de la costa de Llanes (Asturias) en tiempos que se desconocen, pero probablemente allá por el siglo XI. Sin embargo las primeras noticias que se tienen del mismo son del siglo XII y los documentos más antiguos son de la época del románico avanzado, ya en transición al gótico según se demuestra en alguno de sus arcos apuntado. Planta basilical de tres naves a diferente altura, separadas por pilares sencillos y cabecera simple con ábsides semicirculares. Su construcción se atribuye al conde asturiano don Munio Rodriguez, fallecido en 1024. De todas formas no se cree que este monasterio estuviera ya construido en esta fecha tan temprana, ni existe documentación alguna que permita esta identificación.
Las primeras referencias escritas de este monasterio datan de 1027 y son extractos de la documentación original perdida. El documento más antiguo es una donación de 1186 llevada a cabo por un tal Gonzalo Petri y confirmada por el abad Sancti Anotinini.
El rey Carlos I, tras el reconocimiento como tal por parte del Papa León X, estuvo en este monasterio en Septiembre de 1517.
Debido a su deterioro, en 1531 el Papa Clemente VII dispuso que el cenobio fuera incorporado a la congregación de San Benito, de Valladolid.
Tras la desamortización de Mendizábal la iglesia quedó abandonada y los vecinos pidieron que los servicios religiosos se celebraran en el municipio de Naves, trasladando allí el retablo mayor, los altares y la pila bautismal, obteniendo del obispado autorización para derribar el monasterio y reutilizar los materiales para reformar la capilla de Santa Ana de Naves.
Viendo el desastre, la Comisión Provincial de Monumentos reclamó al obispado y obtuvo revocación del permiso anterior, consiguiendo que se salvara la iglesia.
Para que tal cosa no volviera a suceder, el 4 de Junio de 1931 fue publicado un decreto por el cual la iglesia de San Antolín fue catalogada como Monumento Histórico-Artístico y bien de interés cultural.
El templo tiene dos portadas, la occidental con cinco arquivoltas apuntadas y bellísimos canecillos; la lateral del sur de similar ornamentación, seguramente conectaba la iglesia con el monasterio ahora desaparecido.
Todo el conjunto es parco en decoración, como corresponde a la Orden Cisterciense que era quien lo habitaba inicialmente.
RAFAEL FABREGAT