Los Hunos, pueblos nómadas procedentes de Mongolia, iniciaron su emigración hacia el oeste durante el siglo III. Su caudillo más popular fue Atila (395-453), noble guerrero de origen túrquico al que nadie podía parar, lo que provocó grandes oleadas de migración a su paso por las tierras que invadía. En occidente el tal Atila, rey de los Hunos, era apodado "El azote de Dios". Un siglo después los Ávaros de Eurasia tomaron el relevo internándose en Europa hasta chocar con los Francos germánicos, para bajar después hacia el norte de Italia y de allí a Constantinopla sin establecerse de forma definitiva.
Por contra, los pueblos iranios, eslavos y germánicos eran culturas indoeuropeas, como los eran griegos y romanos. Especialmente los bárbaros gérmánicos consideraban el trabajo como una bajeza a evitar. Su mayor dignidad estaba en la guerra, en la conquista de nuevos territorios y toma de esclavos que cuidasen sus rebaños y trabajasen la tierra para ellos. Los pueblos germánicos se dividían en Ostrogodos (oriente) y Visigodos (occidente), además de un gran número de pueblos como los Francos, Suevos, Burgundios, Anglos, Sajones, Jutos, Vándalos, Frisones, Alanos y Alamanes.
La mayor parte de los pueblos bárbaros fueron respetuosos con la cultura romana y hasta fusionaron con ella sus costumbres ancestrales. Incluso su aristocracia adoptó en muchos casos el idioma latino que dio lugar a las lenguas romances. Los Francos se instalaron al norte de las Galias y se convirtieron incluso en defensores del catolicismo. Los Sajones, aliados con Jutos y Anglos, se instalaron en Britania. Los Vándalos dominaron las Galias y pasando por Hispania se dirigieron al norte de África, se instalaron en Cartago y desde allí se dedicaron a la piratería por todo el Mediterráneo. Los
Ostrogodos de Teodorico el Grande y los Visigodosoccidentales gobernaron las penínsulas Itálica e Ibérica, además de la Galia Mediterránea.
RAFAEL FABREGAT
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