El antiguo Reino de Askúm, que ocupaba buena parte de la actual Eritrea, fue centro comercial de primer orden durante el primer milenio de nuestra Era. Punto de encuentro entre oriente y occidente y muy especialmente entre el Imperio Romano y el subcontinente indio. Con la caída de Roma y la expansión del islam este reino, eminentemente cristiano, quedó aislado y por lo tanto debilitado por completo. Eritrea formó parte de numerosos reinos de la región hasta el dominio colonial italiano de 1869, tras la apertura del Canal de Suez. En 1890 Italia culmina la delimitación del territorio y lo ocupa hasta la II Guerra Mundial cuando en 1941 pasa a manos de los Británicos. En 1952 se federó con Etiopía pero diez años después fue degradada a nivel de provincia.
Disuelta la unión entre ambos países en 1962, se sucedieron diferentes conflictos que en 1983 acabaron en una guerra abierta. Tras cuatro años de lucha encarnizada y de la mano del Frente Popular de Liberación, Eritrea se convierte en una región completamente autónoma y en 1993 consigue su independencia y el reconocimiento mundial como nuevo país, lo cual no evita posteriores conflictos con Yemen (1995) por las Islas Hanish y con la propia Etiopía (1997 y 2000) por temas fronterizos. Las elecciones previstas para 1997 nunca se celebraron y desde entonces rige un gobierno autoritario. En 2001 voces del propio partido presidencial pidieron apertura hacia la Democracia, pero fueron encarcelados.
Eritrea es una gran prisión. Con las cárceles desbordadas, su juventud huye en masa y la economía crece en espiral hacia el desastre. A pesar de esta desoladora imagen, el dictador sigue siendo cruel y desafiante. La ONU que patrullaba la zona para mitigar los conflictos se retiró en 2008, antes de lo previsto. Las relaciones entre los países vecinos sigue siendo tensa y la consideran la Corea del Norte africana. No hay libertad de expresión ni de religión. Ni siquiera de circulación. Ningún periodista internacional es bien recibido y los que entran son encarcelados durante años. La oposición política está prohibida. En este momento las cárceles esconden más de 10.000 presos políticos y sin juicio, en condiciones infrahumanas.
Casi 300.000 suman los refugiados en Israel, Etiopía y Sudan. Se estima que abandonan el país 3.000 jóvenes al mes. A Eritrea se la conoce como el Cuerno de África, cruzado por la cadena montañosa más larga del mundo y el Gran Valle del Ritz. Su bioma es sabana en el interior y desierto en la costa. Desde su independencia se mantiene una economía agrícola y ganadera de subsistencia. Desde el final de los conflictos se han conseguido mejoras en infraestructuras pero se está muy lejos de rebajar una tasa de desempleo insostenible pero de la que no se tienen cifras. Un 53% de la población es de región islámica, un 44% católicos de varias reglas y un 3% de otras religiones.
RAFAEL FABREGAT
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