Se trata de ruinas halladas en el punto más alto de una cadena montañosa situada al sudeste de Turquía, cerca de la frontera con Siria. Se estima que fue un centro religioso construído hace 11.000 años, en el periodo Neolítico y por lo tanto sin contar con herramientas metálicas.
El montículo, totalmente cubierto de tierra, fue descubierto en 1.960 por un arqueólogo de la Universidad de Chicago, pero nada mereció su interés y en su informe solo indicó la posibilidad de que se tratara de un cementerio medieval.
Treinta y cuatro años más tarde el arqueólogo alemán Klaus Schmidt tuvo una corazonada y quiso comprobar personalmente en antiguo hallazgo. Nada encontraron en principio hasta que finalmente divisaron lo que los pastores del lugar llamaban la "colina panzuda" (Göbekli Tepe).
Schmidt dedujo rápidamente que la colina no era natural ya que, en su superficie encontraron gran cantidad de fragmentos de piedra caliza y astillas de sílex. Antes de llegar al lugar ya vieron que aquella superficie brillaba al sol y apretaron el paso para constatar que se trataba de trocitos de sílex y otros tipos de piedra que señalaban claramente la presencia del hombre en tiempos remotos. Iniciada la excavación encontraron prontamente bloques tallados y restos de esculturas. Aunque el arqueólogo tenía previstas varias excavaciones, enseguida dedujo que este hallazgo tenía grandes posibilidades y se dedicó en cuerpo y alma a llegar hasta el final, preguntándose como era posible que nadie antes hubiera excavado este yacimiento.
Al año siguiente les renovaron el permiso para reiniciar la excavación del complejo megalítico, ya señalado por todos los entendidos como el más antiguo del mundo. Al menos hasta el día de hoy, ya que fue levantado 6.000 años antes del Stonehenge.
Se estima que entre esas ruinas milenarias nacería posiblemente la conciencia de lo divino y el inicio de la civilización. Es en ese momento cuando se estima que comienza la aparición de los primeros asentamientos humanos permanentes y la llegada de la agricultura y ganadería primigenias.
El dilema sobre estos hallazdos estriba solamente en el hecho de construirse en la cima de una montaña reseca y pedregosa, muy alejada por tanto del agua y de tierras aptas para el cultivo. Por ese motivo, su descubridor sostiene que es más probable que se trate de un santuario de nómadas cazadores-recolectores con pocos o ningún asentamiento permanente en la zona próxima de excavación. De todas formas las excavaciones no han sido ni mucho menos finalizadas y por lo tanto todavía no han dicho su última palabra. Nuevos arqueólogos han cogido el testigo y siguen explorando en busca de respuestas concluyentes. El mundo de la arqueología está todavía pendiente de encontrar otras muchas estructuras que puedan dar luz a algunas incógnitas todavía no resueltas.
El estrato III está datado en el neolítico precerámico y de una antigüedad superior a los 11.000 años, con pilares monolíticos. De momento se han descubierto 4 estructuras de este tipo, pero se cree que existen 16 estructuras más. El estrato II ha puesto de relieve el hallazgo de habitaciones adyacentes con suelo de cal pulimentada y trozos de ladrillo apisonado.
Se supone que en el momento de la construcción del santuario, 11.000 años anterior al presente que se vive hoy en la zona, el entorno sería más benévolo que en la actualidad, con caza abundante y tierra más productiva y no en la región seca y polvorienta que es hoy. El lugar fue abandonasdo hacia el año 8.000 a.C. y cubierto de desechos de otros lugares hasta cubrirlo por completo. De todas formas las incógnitas son todavía muchas pues solo ha sido excavado un 5% del total. El tiempo irá mostrando más información sobre la realidad de aquellas gentes.
RAFAEL FABREGAT
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