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Teatro Benavente actualmente en estado ruinoso. |
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Plaça dels Hostals en día de mercado. 1950 (+/-) |
Eso sin contar que los clientes de bares y tabernas, tras la cena, marchaban al bar y no regresaban a sus casas hasta la 1 o las 2 de la madrugada. ¿A dormir?. No, no, a la barbería, para poder charlar un rato más. Nunca era demasiado y cabía una charla más, bajo la farola entre calles.
De vez en cuando algún teatrillo ambulante y hasta saltimbanquis para hacer acudir a la chiquillería y con ellos también a padres y abuelos.
El cine ambulante era también otra opción veraniega y con los años 60 empezaron a llegar hasta Cabanes los grandes circos que provocaban la llegada de forasteros de toda la comarca, en un radio de 30 Km. ó más.
Los toros, en fiestas patronales, no se limitaban a las habituales vaquillas y recortes actuales, sino que acudían cuadrillas de toreros aficionados y "maletillas" que en algunos casos no solo toreaban, sino que hacían el tercio de banderillas y también mataban al animal. Posteriormente pasaban por delante de los "cadafals" para recoger con su capote lo que voluntariamente les echaban los espectadores, Los toros embolados, eran casi siempre para matarlos en la misma plaza, tras el espectáculo, y la carne vendida a los vecinos. Incluso el Ayuntamiento ofrecía al vecindario una degustación gratuíta a la mañana siguiente. Durante los festejos era una temeridad caminar por la calle en horario de toros ya que, ante la precariedad del coso taurino, confeccionado con carros viejos y barreras con vigas de madera medio podridas... Ufff.
Cualquier embestida de los toros podía partirlas y escapar hasta las afueras del pueblo, con el agravante de pillar a cualquier despistado por la calle y provocar una desgracia.
Una vez terminado el festejo, la "salida" de los toros hacia el corral, es siempre (como la entrada) al estilo pamplonica, es decir: Con gran espectación y corriendo toros y mozos por las calles, azuzados por la gente y corredores, aunque siempre acompañados por bueyes que les acompañan.
La gente marcha después a la tradicional merienda-cena con los amigos, en las peñas o en los bares, todos a tope. La mesa, como no la hayas reservado con antelación... Mmmm. En fin, lo dicho, dineros los justos o menos todavía, pero espectáculos, ¡Bahhhh!. Espectáculos, todos los habidos y por haber. ¡Solo faltaría...! Cuanto más pobres somos, más nos gusta "la marcha".
RAFAEL FABREGAT
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