Contrariamente al principio de devengo, la contabilidad de los ingresos no se lleva a cabo hasta que las multas son abonadas lo que, solo en 2015, produjo un desfase de 524 millones de euros.
Según nos cuenta EuropaPress, ese mismo año 2015 la Jefatura General de Tráfico tuvo un superávit de 295 millones, lo cual tampoco determina que no hayan destinado el dinero de las multas a aquellos servicios a los que les obliga la ley. Total, que ni siquiera el propio Tribunal de Cuentas sabe donde va a parar el dinero recaudado con nuestras infracciones. Pero en fin, de lo que se trata aquí y ahora es de saber cuantos radares son reales y cuantos son cajas vacías, porque no me negarán que esto es una clara burla al ciudadano.
Todos sabemos que, en determinadas fechas del año, parece establecerse la búsqueda y captura del dinero de los contribuyentes. No sabemos si será realidad o falsa percepción pero en fechas próximas a la Navidad o en salidas y regresos vacacionales de verano y Semana Santa la policía de Tráfico parece multiplicar su presencia en nuestras carreteras. ¿Exceso de celo por nuestra integridad física o afán recaudatorio?. No se sabe pero, en esas fechas y en algunas otras, ellos están ahí, parando a los conductores sin justificación alguna. Respecto a lo anterior, la propia Dirección General de Tráfico reconoce que efectivamente la mayoría de las cajas de radar instaladas son de efecto placebo y no contienen cámara alguna.
Quizás todo vaya según la liquidez del momento. En fechas de "pagas dobles" o de gastos imprevistos se le da una rosca más y ya está. Patrullas con radares móviles y controles de alcoholemia a la calle y todo solucionado. Al fin y al cabo son buena gente y claro... ¿Para qué y para quien, recaudar más de lo que se necesita?. De lo que falte ya se encargará Hacienda, que ese es otro tema y otra caja. Se ha comprobado que tampoco los radares son todo lo precisos que deberían, aunque la propia Dirección General de Tráfico descarta aplicar porcentajes de error diferentes. Si hay en un momento determinado hay que dar un margen mayor se da y no pasa nada. De todas formas es probable que tras las elecciones del 28-A en las ciudades la velocidad máxima de 50 Km/h. pase a ser de 30, con lo cual los ingresos están más que asegurados. RAFAEL FABREGAT



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