El castillo es de origen musulmán y, por lo tanto, es de suponer que buena parte del pueblo visigodo estará enterrado bajo sus cimientos. No se conoce la fecha inicial de construcción del castillo pero sí que fue conquistado a los moros junto al de Calatrava la Vieja y comarca circundante en el año 1.147, por Rodrigo Gutierrez Girón, mayordomo del rey Alfonso VIII de Castilla. Sustituyendo su denominación mora (al-Taly) fue rebautizado con el nombre de Castillo de Dueñas, en recuerdo a Santa María de Dueñas, lugar de procedencia de su conquistador, aunque estuvo ocupado en el año 1.187 por el conde Nuño de Lara. Es de la Crónica Latina de donde procede la afirmación de que Dueñas y Calatrava la Nueva son una misma cosa, cuando dice que "en 1213 se tomó Dueñas, que ahora dicen Calatrava Nueva"... aunque los historiadores siguen teniendo dudas sobre el particular.
Por derechos de conquista, también las mejores heredades de las inmediaciones pasaron a ser propiedad de Rodrigo Gutierrez que, casado en segundas nupcias y sin hijos de esta unión, a cambio de la salvación de su alma y de la de su segunda esposa Jimena, el año 1.191 Rodrigo donó a los monjes de la Orden de Calatrava, la mitad de sus rentas y parte proporcional del castillo, dejando la otra mitad a los hijos habidos del primer matrimonio. Tres años después los herederos vendieron sus derechos del castillo a la Orden por la cantidad de 1.000 maravedís. El Castillo fue conquistado nuevamente por los musulmanes en 1195 y no se habla del mismo hasta 1213 cuando, tras la Batalla de Tolosa, Alfonso VIII lo reconquista definitivamente y lo entrega a los monjes de la Orden de Calatrava. Tras los duros ataques, incluso con "máquinas", que lo dejaron en estado ruinoso, los monjes emprenden una total reconstrucción que dura cuatro largos años y en la que se emplea como mano de obra a los prisioneros de la citada Batalla de Tolosa.
En 1217 la Orden se traslada definitivamente de Calatrava la Vieja a la Nueva y ese mismo año el papa Honorio III confirma mediante bula sus límites. El año 1220, ya establecida la Orden en Calatrava la Nueva, se confirma en el Bularium Real el Castillo de Dueñas con todas sus pertenencias. El castillo se mantuvo habitado en parte hasta 1.835 cuando, tras la desamortización de Mendizábal, fue abandonado definitivamente. Debido a su uso eminentemente sacro, cobra mayor esplendor su iglesia, el convento y su hospedería, de todo lo cual se conservan documentos en los que se detallan todos sus edificios y la distribución de sus habitaciones y usos. A su alrededor un amplio recinto también amurallado. Desde la llanura un camino perfectamente empedrado llega hasta la explanada donde se abre el primer portal de acceso a la fortaleza y que data del siglo XV.
A la zona del convento se accede por una cámara semi-subterránea y en la que estaba el cuerpo de guardia y las caballerizas. A la salida un espacio defensivo intermedio y ya en el castillo diferentes estancias semi-subterráneas que se utilizaban como almacenes y sobre los que estaba instalada parte de la hospedería. A la izquierda de la iglesia había una nevera y un palomar, mientras que a la izquierda se encuentra el cementerio y su capilla, así como algunos aljibes y el camino de acceso. La iglesia es de estilo cisterciense y tiene un gran rosetón en su fachada del tiempo de los Reyes Católicos. Sus contrafuertes son a modo de torreones.
El interior son tres naves cubiertas con bóvedas de ladrillo y tres ábsides de arcos apuntados.
En dicha iglesia estuvo sepultado el Infante Alfonso de Molina, hijo de los reyes Alfonso IX de León y de su segunda esposa Berenguela I de Castilla.
Las capillas funerarias que había en la parte izquierda de la iglesia fueron destruidas y están pendientes de restauración.
La fortaleza propiamente dicha se encuentra en el centro y en lo más alto del complejo. Una primera puerta funcionaba como barbacana y tras un recorrido a cielo abierto lleva a la segunda puerta que accede al patio de armas y a la escalera que lleva al archivo de la Orden. Bajo la misma está la entrada a la cámara del Maestre, con la Cruz de Calatrava sobre la puerta.
Miles de personas vivieron y murieron por la construcción y defensa de estos tesoros históricos y cientos de millones se invirtieron en sus diferentes restauraciones para que ahora se abandonen a su suerte por falta de presupuesto. Somos muchos los que no podemos comprender como se pueden cometer tales desatinos por parte de nuestros gobernantes y que la gente siga acudiendo a las urnas cada vez que se convocan elecciones. Ya que afortunadamente, los tiempos de la violencia parecen haber quedado obsoletos, lo mínimo que se merecen nuestros políticos es que nadie acuda a votarles. Ni a los que mandan, ni a los que mandaron.
La fortaleza propiamente dicha se encuentra en el centro y en lo más alto del complejo. Una primera puerta funcionaba como barbacana y tras un recorrido a cielo abierto lleva a la segunda puerta que accede al patio de armas y a la escalera que lleva al archivo de la Orden. Bajo la misma está la entrada a la cámara del Maestre, con la Cruz de Calatrava sobre la puerta.
Miles de personas vivieron y murieron por la construcción y defensa de estos tesoros históricos y cientos de millones se invirtieron en sus diferentes restauraciones para que ahora se abandonen a su suerte por falta de presupuesto. Somos muchos los que no podemos comprender como se pueden cometer tales desatinos por parte de nuestros gobernantes y que la gente siga acudiendo a las urnas cada vez que se convocan elecciones. Ya que afortunadamente, los tiempos de la violencia parecen haber quedado obsoletos, lo mínimo que se merecen nuestros políticos es que nadie acuda a votarles. Ni a los que mandan, ni a los que mandaron.
RAFAEL FABREGAT
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