Eran las 7 horas y 17 minutos del día 30 de Junio de 1.908 y los hechos ocurrieron en la región siberiana de Tunguska. Ya completamente amanecido los tungus, etnia local nómada de origen mongol dedicada al pastoreo de renos, estaban iniciando sus quehaceres diarios cuando vieron una brillante luz en el cielo que parecía precipitarse hacia ellos. De pronto se escuchó una gran explosión, que describieron como un hongo gigante de fuego, que iluminó el horizonte. Aunque estaban a casi 50 Km. del punto donde ésta se produjo y protegidos por las montañas adyacentes, todos intentaron instintivamente protegerse; dos segundos después sus animales y tiendas volaron por los aires. Milagrosamente no hubo ningún muerto.
La detonación parece ser que fue similar a lo que actualmente conocemos como una explosión termonuclear, entonces todavía no conocida y considerada por los gobiernos que se interesaron por el suceso, debido a la negativa zarista de que accedieran al lugar investigadores extranjeros. No fue hasta el año 1.921, ya gobernando Lenin, cuando se autorizó a la Academia Soviética de Ciencias y en su nombre al minerólogo Leonid Kulik, para llevar a cabo una expedición y estudio de la zona y de los hechos.
A pesar de los 13 años transcurridos, Kulik y sus acompañantes todavía hallaron un área de 60 Km. de diámetro claramente devastada, aunque ningún indicio de cráter. Años después Kulik realizaría fotografías aéreas de la zona devastada comprobando el efecto mariposa de los árboles derribados, lo que dejaba claro que exactamente debieron ser dos y no una las explosiones sucedidas. También se encontraron en otras expediciones posteriores microlitos cristalinos y partículas de magnetita enterrados en toda la zona, lo que dejaba claro que se trataba del impacto de un cuerpo celeste.
Contrariamente a la ausencia de cráter barajada hasta ahora, en 1.999 una expedición italiana encontró un cráter (el lago Cheko) asociado a la explosión de Tunguska, puesto que no hay mapas ni testimonios que hablen de la existencia de este lago con anterioridad a 1.908. Los científicos dicen haber encontrado anomalías y muestras del fondo del lago que avalan el origen del mismo a raíz del impacto.
El citado lago tiene 50 metros de profundidad y 450 de diámetro y está localizado a 5 Km. del epicentro de la explosión, que se presupone ocurrida a varios kilómetros de altura, antes de impactar en la tierra, lo que indica la hipótesis de la caída de más de un bólido.
Se dice que se trataría seguramente de un cuerpo menor, aunque algunos científicos dudan de la veracidad de esta suposición puesto que no se generó cráter en el lugar principal del suceso, aparte de existir junto al lago árboles que aparentan tener más de cien años...
La teoría mayormente aceptada es la de la caída de un cometa pequeño, o quizás solamente un fragmento del mismo, que explosionó en el aire vaporizándose por completo. Los estudios determinan una masa de unos pocos centenares de metros de diámetro, lo que indica que se trataría seguramente de un pequeño fragmento de cometa.
En cuanto a la explosión principal, al compararse con detonaciones nucleares aéreas actuales, los sismógrafos de la época señalan una potencia de 30 megatones y sucedida a 8 Km. de altura. El epicentro exacto de la misma se constató claramente ante el derribo radial de los árboles de la zona y hasta una distancia superior a los 60 Km. del punto de impacto. Ochenta millones de árboles fueron derribados dentro del área citada y en los primeros 30 Km. de radio quedaron carbonizados. Habitantes del distrito de Kansk, a 600 Km. de la explosión, informaron de caballos derribados por en impacto de la onda explosiva y de que sus casas temblaron fuertemente hasta hacer caer la loza de sus estantes.
A día de hoy, en el epicentro exacto, siguen sin nacer árboles. El día anterior a la explosión hubo una inusual lluvia meteórica de taúridas al tiempo que el cometa 2P/Encke, causante de la misma, pasaba cercano a la tierra lo cual parece indicar la naturaleza y origen de lo ocurrido.
Otros testigos de la época, situados a más de 500 Km. de distancia, dijeron haber visto aquella mañana una bola de fuego cruzando el espacio a gran velocidad. ¿Meteorito, cometa, nave espacial atómica...?.
Un siglo después de tan extraño suceso, los científicos siguen sin establecer un consenso sobre lo ocurrido. El enigma continúa, sin que pueda llegarse a una clara conclusión. Mientras tanto la naturaleza hace su trabajo e intenta disimular poco a poco el rastro de lo sucedido aquella mañana de Junio de 1.908.
EL ÚLTIMO CONDILL
No hay comentarios:
Publicar un comentario