5 de marzo de 2015

1680- LOS CASTILLOS DE MANZANARES EL REAL.

Lo que actualmente es la Comunidad de Madrid era antiguamente zona fronteriza musulmana, Marca Media de Al-Ándalus, que los moriscos fortificaron considerablemente como forma de asegurar la defensa de Toledo y frenar el avance de la Reconquista por parte de los reinos cristianos. Esta red defensiva, integrada por diferentes castillos y atalayas, empezó a construirse entre los siglos IX y X y es esa sin lugar a dudas la fecha de construcción del antiguo Castillo de Manzanares el Real, del que apenas quedan dos muros integrados en un recinto ajardinado que los vecinos llaman con cariño la Plaza de Armas. Era de estilo mudéjar, cuadrangular, con torres cilíndricas en tres de sus esquinas y cuadrada la Torre del Homenaje, de mayores dimensiones. Todo el conjunto construido en mampostería de granito y encintado de ladrillo.


Con el fin de adecentar algunas partes dañadas de la fortaleza, en la primera mitad del siglo XIV, el rey Alfonso XI encarga diferentes trabajos de carpintería en el edificio para posteriormente cederlo a su amante Leonor de Guzmán, una joven viuda de gran belleza a la que conoció tras cinco años de casado y sin tener hijos con su esposa María de Portugal. Alfonso XI conoció a Leonor y quedó prendado de ella, teniendo diez hijos y manteniendo la relación extramatrimonial hasta su muerte. Ya posteriormente con su amante en el propio palacio, la esposa del monarca quedó en un segundo plano, aunque todavía le daría dos hijos: Fernando, que murió con apenas un año de edad y Pedro, que reinaría como Pedro I de Castilla y León, a la muerte de su padre. 

A pesar de la idolatría de Alfonso XI a su concubina Leonor de Guzmán, la reina María de Portugal que sí amaba a su esposo intentó recuperar por todos los medios la atención del rey. En uno de esos esfuerzos sobrehumanos por conseguir su favor, visitó a una hechicera judía que vivía en la calle de la Pimienta al objeto de que le preparase algún brebaje o filtro de amor con el que seducirle. 
Por una confusión, la botellita con el bebedizo fue a parar a la enfermería del Convento de San Francisco y el padre enfermero se lo dio a beber a un joven novicio llamado Fernando, enfermo de calenturas. Animado por aquel inesperado vigor el joven fraile vio flaquear su devoción y se enroló para luchar contra los moros. 
Tantos fueron sus méritos en la guerra que a su regreso el rey lo invitó a una fiesta en el alcázar, donde conoció a Leonor de la que no sabía que era amante del rey y de la que también quedó prendado hasta el punto de pedirla al rey como esposa. 

El rey aceptó a fin de que Leonor recobrase el respeto ante la Corte y no llegasen las murmuraciones hasta el trono de su suegro en Portugal. El mismo día de la boda, Doña Leonor le dijo a su esposo Fernando que no podían consumar el matrimonio puesto que ella era y seguiría siendo la favorita del rey. Ante esas palabras y no pudiendo tomar venganza directa, desenvainó su espada y rompiéndola la arrojó a los pies del monarca diciéndole: "Quedaos con la espada y con vuestra favorita, que yo vuelvo a mi convento". Dicho esto ingresó nuevamente en la Orden para no salir jamás. 
El rey Alfonso XI murió en el sitio de Sevilla a causa de la peste negra y año de 1350. Aunque apenas tenía 16 años, le sucedió su hijo Pedro I, segundo hijo de María de Portugal. Viajando a Sevilla con el cortejo fúnebre, Leonor fue apresada y encerrada en los calabozos del Palacio Real. Posteriormente, bajo la tutela de María de Portugal, fue encerrada en el Castillo de Abderrahmán III, en Talavera, donde fue ejecutada en 1351 por orden de la reina.

Todo esto para contar que nada tiene que ver el viejo Castillo de Manzanares el Real, un montón de viejas piedras, con el Castillo de los Mendoza situado en la misma localidad a apenas quinientos metros y que es el admirado por todos por ser muy posterior y perfectamente conservado. Construido a finales del siglo XV por los Duques del Infantado, los Mendoza que lo construyeron como residencia palaciega más que como fortaleza defensiva, a la muerte de Iñigo López de Mendoza en 1566, fue deshabitado por falta de comodidades, por problemas económicos y por diferentes pleitos entre los herederos. Es por todo esto que el bonito castillo medieval de Manzanares el Real, no es tan medieval ni tan real como muchos piensan. 


Este castillo que se erige orgulloso al pie de la sierra de Guadarrama, en la localidad de Manzanares el Real (Madrid), vio iniciada su construcción el año 1475. Sin embargo no nació para defender a nadie, sino como suntuosa residencia de Diego Hurtado de Mendoza y Figueroa, primer duque del Infantado, que no pudo verlo terminado. Finalizó las obras su hijo primogénito Iñigo López de Mendoza, quedando deshabitado a su muerte. No es éste pues el antiguo Castillo de Manzanares el Real, pero sí cuna de la Autonomía de Madrid, por ser lugar en el que se celebró la Asamblea de Parlamentarios que redactó los estatutos autonómicos, lo cual puede ser para el presente y el futuro incluso más relevante.

RAFAEL FABREGAT

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