La arqueología bíblica ha dado pasos de gigante en las últimas décadas pero, aún así, se mantiene la incógnita sobre cuestiones tan divulgadas como el Arca de la Alianza, el Arca de Noé, el Santo Grial, etc. Han sido demasiados siglos sin seguimiento alguno para que ahora, ya en el XXI d.C. queramos encontrar elementos desaparecidos miles de años atrás, si es que acaso existieron. No tiene por qué ser cuestión de fe. Solo la Iglesia Católica y demás religiones podrían aportar luz a estas incógnitas pero, ¿les interesa?.
Como ya conté en entrada anterior, el Cristianismo no vio la luz hasta transcurrir más de cuatro siglos después de la muerte de Jesús de Nazaret. ¿Qué podía quedar de cierto de todo cuanto aconteció en aquellos tiempos?. Poca cosa, sin duda. Y para la Historia, el nacimiento y la muerte de Jesús, son cosas relativamente recientes. Acontecimientos que apenas hace cuatro días mal contados que sucedieron. ¿Que saber de todo cuanto aconteció miles de años antes, cuando ni siquiera existía la escritura?. Todos sabemos lo que es moverse entre las turbias aguas de la comunicación oral, playas que apenas contienen arena con la que construir la Historia de lo que aconteció realmente.
Yo admiro a los esforzados arqueólogos que con tanta paciencia desentierran para nosotros, los profanos pero curiosos amantes de la Historia, interesantes vestigios de un pasado lejano. A veces, incluso ciudades enteras de las que todos conocían su existencia pero no su ubicación. Mi admiración y mis felicitaciones pero, ¿quien es capaz de mostrarnos el camino hacia un presente idílico, de amor, igualdad y justicia entre todos los hombres?. Nadie. Esa asignatura no está en las facultades de Historia y no lo está porque los caminos que llevarían a ella jamás existieron. El mundo es egoísta, pero no lo es por vicio, sino por pura necesidad. Simples animales al fin y al cabo, se trata de comer cada día sin ser comido por los demás...
RAFAEL FABREGAT
No hay comentarios:
Publicar un comentario