Así fue llamado popularmente el Papa Juan Pablo I: "il sorriso di Dio.
De nombre secular Albino Luciani. Presidió uno de los papados más breves de la historia de la Iglesia Católica: 33 días. Nombrado el 26 de Agosto de 1978 y fallecido el 28 de Septiembre del mismo año. No es de extrañar que muchos temieran que su muerte no fuera casual, especialmente cuando había anunciado profundos cambios en la Iglesia y en las finanzas de Estado Vaticano. Pero eso son opiniones personales en las que no vamos a entrar. Heredero de la silla de Pablo VI, le sucedió Juan Pablo II. Ese año hubo por tanto tres papas.
Juan Pablo I eligió este nombre compuesto en agradecimiento al papa Juan XXIII por nombrarle obispo de la diócesis de Vittorio Veneto en 1958 y al papa Pablo VI por nombrarle patriarca de Venecia en 1969.
Albino Luciani había nacido el año 1912 en el seno de una familia humilde de Canale d'Agordo (antes Forno di Canale) provincia de Belluno en la región del Véneto italiano, a unos 80 Km. al norte de Venecia. Su madre murió cuando Albino tenía 10 años y su padre se casó de nuevo con una mujer de gran devoción, de la que nacería su vocación sacerdotal. Tras los correspondientes estudios fue ordenado subdiácono en 1934 y diácono y presbítero en 1935. Vicerrector del seminario hasta 1947, cuando fue nombrado vicario de la diócesis y en 1949 director de catequesis de la misma. En 1958 obispo, como se ha dicho. Una carrera imparable en el seno de la Iglesia.
En la cuarta votación del cónclave de 1978, tras la muerte de Pablo VI, sería nombrado papa 263º de la Iglesia Católica. Elegido el nombre de Juan Pablo I, fue el primer papa en usar nombre compuesto y el ordinal "primero". Curiosamente su nombramiento fue motivado por la división entre conservadores y liberales que no tuvieron éxito con sus representados.
Juan Pablo I quiso que la figura del papa se viera con más humanidad, admitió sus limitaciones y habló en singular, aparcando el plural mayestático (nos) empleado hasta entonces por sus antecesores. También rechazó la silla gestatoria, hasta que le convencieron de que era imprescindible para que los fieles pudieran verle adecuadamente. Su lema era la humildad por lo que rechazó la tiara papal en su entronización. Juan Pablo I tenía planeada un encíclica para consolidar las reformas del Concilio Vaticano II, reforzando la disciplina para eclesiásticos y fieles.
También propugnó la devolución del 1% de los ingresos de cada iglesia, con destino a las parroquias del Tercer Mundo. Quienes le conocieron afirman que, aún viviendo un papado más largo, Juan Pablo I no hubiera podido revertir las enseñanzas de sus predecesores puesto que no era suficientemente radical. Demasiado tolerante y condescendiente para lograr sus objetivos. Incluso se dijo dentro del Vaticano que era inconsciente de las responsabilidades del papado. Sus visitantes comentaban su soledad y el hecho de no tener un papel diplomático dentro de la Iglesia. A pesar de todo ello, su imagen de persona amable y cercana le grajeó las simpatías de todo el mundo. Sin embargo la brevedad de su pontificado le impidió prosperar en aquel camino de optimismo y cercanía. A los 33 días de su nombramiento fue encontrado muerto en su cama, oficialmente a causa de un infarto. Según la costumbre vaticana, no se hizo autopsia. Declaraciones contradictorias hablan de quien encontró el cadáver, donde y a diferentes horas, así como de los documentos que tenía en las manos.
Sin aclarar los diferentes pormenores, Juan Pablo I fue enterrado en una tumba de las Grutas Vaticanas el 4 de Octubre de 1978. Según sus familiares no murió en la cama, sino en su escritorio y sí se le practicó autopsia cuyo resultado no fue revelado. Todas estas incoherencias oficiales, junto a las intenciones de reajuste en los temas económicos de la Iglesia, hicieron levantar sospechas inmediatas de muerte por envenenamiento, no aclaradas. Las cuentas vaticanas eran una de sus prioridades. Camino demasiado peligroso el tomado por el nuevo papa, en el que estaban involucrados demasiados personajes de importancia política y eclesiástica.
Ante el informe del nuevo secretario del Estado Vaticano se entera de posibles evasiones de impuestos y de movimiento ilegal de acciones. Juan Pablo I no puede ocultar su decepción, al tiempo que razona sobre la extraña muerte de personajes italianos influyentes en aquellos días. Él mismo sería una de las víctimas del entramado económico vinculado con la Iglesia, demasiado complicado como para exponerlo en este simple post. Hay muchos libros escritos al respecto. Yo lo dejo aquí, como uno más de los escándalos que ha salpicado a la Iglesia Católica.
RAFAEL FABREGAT
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