21 de octubre de 2014

1549- TRABAJADORES Y HOLGAZANES.

Pues sí amigos. Del pecado de la pereza a la virtud del trabajo y la diligencia. Pocas metas se alcanzan con pereza. Como mínimo habrá que ser diligentes en el gobierno de la nave para que, quien tenga la suerte o la desgracia de ser patrón, sepa como mínimo mandar las diferentes tareas a los marineros. Porque el patrón no suele ser el verdugo que algunos asalariados piensan y tampoco el zángano que se come la miel que ellos aportan a la colmena. La cosa es bastante más compleja. Ningún barco llega a buen puerto si no hay un patrón que mande subir y bajar velas en el momento oportuno. Ahora ya no hay velas, pero hay gasóleo, aceite, reparaciones, impuestos... y alguien tiene que velar por su aprovisionamiento y liquidación.


En esta foto, ¿quién es el patrón?. Nadie. Una vez llegados a puerto, el marinero cobra y marcha a descansar, lo tiene bien ganado. Sin embargo el patrón sigue con todo tipo de quebraderos de cabeza. Pero, en fin, dejemos aparcado el símil marinero para referirnos a la virtud de la diligencia y al pecado de la pereza puesto que, en todas las profesiones y también en la forma de afrontar el mundo y la vida que nos ha tocado vivir, está presente una u otra. Cada cual es libre para escoger su forma de vida pero, como decía en el encabezamiento, pocas metas se alcanzan con pereza. Alguien dijo: "te ganarás el pan con el sudor de tu frente". Y bien que es verdad. 

Seas empresario o asalariado, para sacar tu casa a flote tendrás que hacer más horas que un reloj. Los pobres no tenemos otra solución, pero los ricos tampoco. La única diferencia es que los asalariados trabajan de forma más física y saludable, mientras los patronos lo hacen soportando quebraderos de cabeza que muchas veces no les dejan ni siquiera dormir. 
  - ¡Pobrecitos! -dirán algunos con sorna.
Pues sí amigos sí, pobrecitos. Porque el que más y el que menos, ahora que a la mitad de la gente trabajadora les toca ser autónomos forzosos por falta de jornal, se dan cuenta de lo que es ser patrón de sí mismo .


Es verdad, eso sí, que (normalmente) el patrón suele mancharse bastante menos las manos y la ropa que el empleado, pero pongo la mano en el fuego al decir que sin ninguna duda por las noches descansa mucho peor. Especialmente si es una persona trabajadora y fiel cumplidora de sus compromisos. Así pues, a la hora de hablar de trabajadores y holgazanes, nada tiene que ver el ser asalariado o patrono. En todas partes hay de todo. Ser diligente, ya se sabe, es ser persona ocupada, trabajadora, de superación constante, un hombre con metas, con ambición. Por contra el perezoso siempre está pendiente del reloj y no ve la hora de poder marchar a su casa...


Sin embargo Dios, la Naturaleza o quien sea, nos ha hecho libres y cada cual "puede" elegir su destino. Las comillas son para lamentar que no siempre es así. La vida también requiere suerte. Aún así, es necesario recordar que esa suerte hace falta ganársela y ahí es cuando entra en juego la virtud de la diligencia. Algo que suele dar alegrías y muchos de los números de esa Lotería que solo sale a los que apuestan por el trabajo. Pase lo que pase, para el perezoso pocas cosas cambian, porque él hace poco para que las cosas cambien. Bastante es mantenerse porque, para quien no tiene ganas de trabajar, los cambios siempre son a peor.

RAFAEL FABREGAT

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