La vida es demasiado complicada como para no darnos un respiro de vez en cuando. Por lo tanto hoy no tenemos una entrada seria, sino tres chistes...
1.- CONFESIÓN SINCERA.
Tras un buen rato sin feligreses, el cura está echando una cabezadita en el confesionario cuando la voz de una mujer lo despierta.
- Perdóneme padre, porque soy una pecadora.
- ¿Qué ha pasado hija mía?.
- No sé como decírselo, pero cuando hablo con un hombre tengo por todo el cuerpo unas sensaciones extrañas, un hormigueo que no me deja vivir.
- Pero hija, ¿con todos?.
- Con todos padre.
- Por favor hija, que yo también soy un hombre...
- Ya lo sé padre, por eso vengo a usted a confesarme.
- Vamos a ver hija, ¿como describirías esas sensaciones?.
- No sé decirle pero en este mismo momento, solo de hablar con usted, mi cuerpo ya se rebela a estar de rodillas y me pide con urgencia ponerme más cómoda de ropa y de posición.
- ¿En serio es esa la sensación que siente?.
- Esa padre, esa. Necesito relajarme...
- Pero hija, ¿como necesitas relajarte?.
- No sé, padre. ¿Qué le parece tenderme de espaldas en el suelo?.
- ¿Y qué más, necesitas hacer?.
- No sé padre. Es que tengo un hormigueo para el que no encuentro acomodo.
- Pero hija...
- Creo que un poco de calor me aliviaría.
- ¿Calor hija, que clase de calor?. (El sacerdote está poniéndose a mil.)
- Calor humano padre, calor humano que alivie mi padecer.
El sacerdote no puede resistir más, pero sigue preguntando ya en primera persona.
- ¿Es muy frecuente esa sensación que tienes, hija?.
- Permanente padre, permanente. Ahora mismo imagino sus manos sobre mi piel y creo que serían de gran alivio para mí.
- Pero hija, que uno no es de piedra...
- Por eso padre, por eso. Sería un acto de caridad. Necesito urgentemente que alguien me estruje entre sus brazos y me dé el alivio que pide mi cuerpo.
- Por ejemplo... ¿yo? -dice el cura ya perdidos los papeles.
- Sí padre sí. Sin duda usted podría aliviar todas mis penas.
El cura ya no puede resistir más la tentación de la carne y mirando por la cortinilla que no haya nadie más en la iglesia lanza su última pregunta a través de la celosía, para evitar responsabilidades por una posible minoría de edad.
- Una última pregunta hija mía. ¿Cuantos años tienes?.
- Setenta y cuatro padre, setenta y cuatro. ¿Podrá hacer algo por mí?.
- ¡Hostia! (perdón) -dice el cura desencantado- Lo siento hija mía, no puedo hacer nada. Ve en paz. Sin duda lo tuyo debe ser reumatismo.
2.- CUESTIÓN DE SED.
Dos amigos caminan extenuados y sin agua por el desierto.
- No puedo más -dice uno al otro.
- Aguanta un poco que el mapa marca un pozo aquí cerca -le dice el amigo.
Media hora más tarde llegan al pozo señalado en el mapa.
- Oye. Pues parece que no tiene agua -dice uno de ellos.
- A lo mejor es que está profunda. Espera que tire una piedra...
Al levantar la vista ve una piedra bastante grande y la echa por la boca del pozo sin que escuchen el ruido del impacto.
- Parece que el pozo es bastante profundo.
- Espera un poco que no tardaremos en oír el golpe en el agua.
En aquel momento ven a una cabra que se tira hacia el fondo del pozo.
- ¿Has visto como se ha lanzado la cabra en busca del agua? -dice uno de ellos.
- Pues sí. Parece ser que todavía tiene más sed que nosotros... ¡Vaya ímpetu!.
En eso se les acerca un cabrero y les pregunta:
- Por favor, ¿han visto pasar una cabra por aquí?.
- Sí, acaba de tirarse al pozo. Se ve que tenía mucha sed...
- Pero, ¿como va a tirarse al pozo si la tenía yo amarrada a una piedra?.
3.- EL SUPERDOTADO.
Jaimito va a 2º y le pide a su profesora que lo cambie de curso.
- Yo soy más inteligente que mi hermana y ella va a tercero.
Para quitárselo de encima traslada la queja al director y este sugiere un test. Hacen pasar al muchacho al despacho del director y éste pregunta:
- A ver Jaimito, 4 por 4.
- Dieciséis.
- Muy bien. ¿Y 8 por 8?.
- Sesenta y cuatro.
La sesión sigue durante una hora sin ningún fallo, por lo que el director le dice a la maestra que tendrán que pasarle de curso. Ella que, no está por la labor, responde:
- ¿Puedo hacerle yo unas preguntas señor Director?.
- Pues claro mujer, claro. ¡Hágalas!.
- A ver Jaimito... ¿De qué tienen las vacas cuatro y yo solo dos?.
- Las piernas -dice Jaimito seguro.
- ¿Y que tienes tú en los pantalones, que yo no tengo?.
El Director se apresta a interrumpir cuando Jaimito responde...
- Los bolsillos.
- ¿Y que entra al centro de las mujeres y detrás al hombre?.
- La letra E -responde Jaimito.
- ¿Y donde tienen las mujeres el pelo más rizado? -sigue la maestra.
El Director fuera de sí...
- En África -responde Jaimito sin dudar.
- Dime una cosa blanda, que en las manos de la mujer se pone dura.
- ¡El esmalte de uñas!.
- ¿Y qué es lo que las mujeres tienen en medio de las piernas?
El Director queda estupefacto y expectante...
- Las rodillas -exclama orgulloso el alumno aventajado.
- Y que es lo que las mujeres tienen más ancho, si son casadas que si son solteras.
- La cama -responde Jaimito seguro de sí mismo.
Totalmente mareado por la presión, el Director interrumpe a la maestra.
- Por favor. Póngame a este niño en sexto curso. Yo mismo fallé todas las respuestas...
RAFAEL FABREGAT
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