18 de enero de 2011

0245- VIAJE PIRINEO NAVARRO Y LA RIOJA.

Tras dos breves paradas en Tortosa y Castillo Templario de Miravet (Tarragona), la primera pernoctación fue en Lérida capital (Hotel REAL) para visitar la "Seu vella". 
A la mañana siguiente seguimos viaje hacia Navarra, con primera parada en el Monasterio de la Oliva, también de gran interés.










A continuación, una pequeña carretera nos lleva a la villa medieval y Basílica-fortaleza de Ujué, tras la que visitamos la magnífica cripta e iglesia románica de San Martín de Unx. 
Comida en un gran restaurante que hay en ese pequeño pueblecito y que recomiendo a los lectores por lo económico de su menú y las excelencias de la comida que ofrece, amén del espectacular vino rosado que suministra la cooperativa local, primer premio de la denominación de Origen Navarra.
De allí parte la estrecha carretera que nos lleva al Castillo-palacio de Olite. Espectacular pero, incendiado en la Guerra de la Independencia (1.813), lo que hoy admiramos es la reconstrucción llevada a cabo por la Diputación Foral de Navarra entre los años 1937-1967.Tras la visita seguimos hasta Artajona, para admirar los Dólmenes y el Castillo del Cerco.
La tarde está finalizando y nos dirigimos raudos hasta Pamplona, donde tenemos habitación reservada en el Hotel MAISSONNAVE****. 
Con claridad todavía y con el fin de aligerar el programa del día siguiente, visitamos la Catedral de Santa María la Real, Claustro y mausoleo de Carlos III.
A la mañana siguiente nos dirigimos a visitar el pirineo navarro y dentro del mismo, la Colegiata de Roncesvalles, enclavada en un entorno de gran interés paisajístico. Por todos los caminos y sendas salen a nuestro paso cientos de peregrinos que van camino de Santiago. Muy interesante la Colegiata y el museo que contiene. Seguimos disfrutando de este enclave montañoso que nos lleva por la cordillera pirenaica hacia Uztarroz para ver la Foz de Mintxate y su espectacular cascada, cosa que no podemos admirar debido a un desprendimiento que ha cerrado el camino de acceso. Nada es perfecto y una cosa son los planes y otra el desarrollo de los mismos.

Ya cerca del Valle del Roncal, para no perder el viaje, visitamos una quesería artesanal donde adquirimos unas piezas del famoso queso y desde allí nos dirigimos a visitar el Monasterio de Leyre, de gran interés general y muy especialmente la cripta, nunca utilizada como mausoleo. 
La visita es importante y necesaria para todos los amantes del románico.






A esta visita le sigue la de Castillo de Javier. Como el de Olite es espectacular pero también relativamente moderno, por cuanto que originalmente solo era una torre defensiva.
Con esta visita terminó todo lo programado para ese día, pero éste todavía no ha finalizado y llegados al hotel y refrescados un poco, se impone realizar todo el recorrido del encierro pamplonica.

Al respecto, visitamos los corrales donde salen los toros, la hornacina de San Fermín, Cuesta de Santo Domingo, Ayuntamiento, calle Estafeta que finaliza en la plaza de toros. Realizado el recorrido tomamos un refresco en la Plaza del Castillo, lugar de encuentro de los pamploneses y también de todos cuantos visitan la ciudad, especialmente en las fiestas de San Fermín, donde más de cuatro la utilizan como hospedería al aire libre.

A la mañana siguiente abandonamos Pamplona para dirigirnos a la Ermita de Eunate, en Óbanos. Tras proveernos del famoso "rosado de lágrima" en una bodega cercana, nos dirigimos a Estella, donde visitamos las iglesias de San Miguel y San Pedro de la Rúa. Tras la visita, la carretera nos lleva ahora a Ayegui, donde admiramos el Monasterio de Irache y unos kilómetros después, en Torres del Río, la Iglesia del Santo Sepulcro. 
Estamos hablando del más puro estilo románico y mi mujer y yo estamos embelesados hasta el punto de que no sabemos hacia donde mirar. Para completar la mañana a lo grande, nos dirigimos a Viana y entramos a comer al Palacio Pujadas, hoy convertido en restaurante, donde comimos como reyes.
Continuamos viaje hacia Logroño, donde llegamos a media tarde, tomando habitación en el Hotel HUSA BRACOS para inmediatamente sumergirnos en la realidad riojana. 
Visita a la Plaza del Espolón y Catedral de Santa María la Redonda para, seguidamente, entrar en la calle Laurel. Sobre esta emblemática calle, no voy a contar nada. Al que ya la conoce, ya lo sabe y quien allí no haya estado... decirle simplemente que, si va a Logroño, no puede perdérsela. ¡Hay que ir, verlo y disfrutarlo!.


Con dos noches en Logroño y el hotel a cien metros de la calle Laurel, el primer día ya visitamos la zona, pero la cena la hicimos en una terraza próxima. Al día siguiente la cena fue en ese mismo barrio y en plena calle. De todas formas, como todo en la vida, el lugar es para gente joven y no para vejestorios que con tres copas caerían redondos. Excelentes tapas y mejores vinos es lo que allí se ofrece en un número incontable de bares.

El día siguiente tampoco tuvo desperdicio. Bodega Ysios, en La Guardia, obra de Santiago Calatrava. Un diseño sin parangón que bien merece su visita en caso de pasar por la Rioja.


Seguimos por una pequeña carretera local para visitar la solitaria Iglesia de Santa María de la Piscina y su espectacular necrópolis amorfa.

De allí pasamos a Nájera visitando el Monasterio de Santa María la Real y Panteón de los Reyes de Navarra. Espectacular, pero la cosa no había hecho más que comenzar...






El siguiente destino fue San Millán de la Cogolla, donde visitamos los Monasterios de Suso y Yuso, los dos impresionantes pero especialmente el primero por ser el más antiguo y en el que vivió y fue enterrado el Santo. En el de Yuso los pergaminos que contienen las primeras frases del idioma castellano e interesantes tesoros, como el cofre que contenía a San Millán.
De allí seguimos para visitar las espectaculares Cuevas de Ortigosa y que ningún visitante de la zona debe perderse. Sencillamente interesantes y de recorrido agradable y ameno. Después regreso a Logroño, para continuar con las tapas y los vinos de la calle Laurel y adyacentes.

Hoy es ya día de regreso, pero no sin paradas y visitas de interés. Todos quienes me conocen, saben de mi pasión por el Papa Benedicto XIII. 
Pasada Calahorra y Arnedo nos dirigimos al Castillo de Cornago, del que fueron señores la familia de los Luna; padre y hermano mayor de Benedicto XIII.
Exteriormente está bien conservado, pero su interior fue vaciado en la Guerra de la Independencia (1.811) y utilizado como cementerio municipal hasta el año 1.981. Barbaridades que hacían la gente de antes. ¡Como si en todo el término municipal, no hubiera terreno suficiente para enterrar a sus muertos!. Es que... ¡hay que ver el poco interés que tenía para nadie la Historia, en aquellos tiempos!. Era tanta el hambre, que lo primero era encontrar comida para subsistir...


Disgustados nos encaminamos a Illueca para visitar el Castillo-palacio de los Barones de Gotorpropiedad de María de Gotor, madre de Benedicto XIII (Papa Luna) y lugar donde éste nació. Sin embargo... ¡Más disgusto todavía!. Aquellos descendientes de los Luna que fueron heredando la propiedad, finalizada con los Marqueses de Villaverde que lo donaron finalmente al pueblo de Illueca, hicieron tal cantidad de reformas que, ni la puerta de entrada, está donde estaba originalmente. Para colmo de despropósitos las autoridades locales, lejos de restaurarlo a su forma original, solo buscan su rentabilidad, usando la mitad del edificio para sus necesidades y la otra mitad alquilándolo como hospedería. También la visita, guíada y bien cobrada, solo muestra una habitación chamuscada y un cráneo de plástico, copia del que se supone es del Papa Luna. El resto, vídeos para escolares, sin el menor interés para los amantes de la Historia.

Muy a mi pesar, debo reafirmarme en mi creencia de que la Historia la escriben los hombres y la retocan a conveniencia tantas veces como les interesa, dejando en la cuneta cuestiones de relevante interés que con el tiempo quedan olvidadas por el pueblo. 
Solo en los grandes Monasterios y no en todos los casos, está escrita la verdadera Historia, si antes no fue destruida; pero esas verdades, muchas veces incómodas, nunca están al alcance de los curiosos (turistas) que pagamos la entrada aumentando su patrimonio. Lo que sí está claro es que uno no puede hablar de lo que le han contado o ha visto en algún documental. Hay que ir, escudriñar lugares y hablar con los lugareños para que te cuenten lo que han visto u oído a sus mayores. Solo así se puede opinar. En fin, el viaje ha sido un extraordinario pastel de cumpleaños, pero con una guinda amarga... La de autoridades que rentabilizan la Historia, sin dedicarle un solo céntimo de su recaudación.

RAFAEL FABREGAT

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