Que nadie piense que lo de no querer hijos es algo nuevo. Sé de primera mano que no es fruto de la modernidad, si no del egoísmo inteligente.
Un 80% de las parejas sin hijos dejan de tener descendencia por dificultades para concebirlos con normalidad pero, alrededor del 20% y por razones diversas, no quieren tenerlos.
Las interpretaciones son tan variadas que es difícil resumirlas. Comodidad, miedo al futuro, al dolor y a la responsabilidad de criarlos adecuadamente, suelen ser los principales factores que hacen que una pareja se plantee el no querer hijos.
Aunque no necesariamente, en la mayor parte de los casos suele crearse un problema de pareja, ya que la decisión al respecto suele ser unilateral, pero el desacuerdo suele solucionarse rápidamente puesto que el miembro que plantea el no a la procreación suele convencer a su pareja más pronto que tarde. El tema es tan importante que, cuando una persona no quiere tener hijos, debe plantearlo antes de formar una pareja estable y sin coaccionar a la parte contraria.
En la mayor parte de los casos este tema no se ha hablado adecuadamente.
Después de varias citas y el consiguiente compromiso de la pareja, incluso después del matrimonio, es cuando uno de ellos suele proponer a su pareja la posibilidad de no tener hijos.
En principio el asunto no se toma con la debida seriedad o bien se cree que solo hace falta un poco más de tiempo para que el deseo de tener descendencia llegue. Sin embargo, no siempre es así y son muchas las parejas en las que uno tiene muy claro que no quiere tener hijos, mientras el otro los anhela con toda su alma.
Naturalmente son muchas las parejas que actualmente retrasan mucho el tener hijos. Unos para disfrutar de la vida, otros para asentarse profesionalmente, encontrar la casa adecuada...
Desde luego el disponer de los medios necesarios para llevar la familia adelante, suele ser una de las prioridades pero, cuando se entra en esta dinámica, puede suceder que alguno de los componentes de la pareja empiece a pensar que ese aplazamiento podría ser para siempre. Y ahora, ¿qué hacemos...?
Como he dicho antes, las razones son variadas pero quedan perfectamente resumidas en una sola palabra: EGOÍSMO. Miedo a perder libertad, miedo a repetir patrones que consideran negativos de sus mayores, no verse suficientemente capacitados para asumir la paternidad, querer dedicar la totalidad de sus esfuerzos a un objetivo laboral o meta determinada, suele ser la forma de pensar de estas personas.
Aunque la idea de la familia tradicional todavía está muy presente, ya nadie se escandaliza ante personas con este criterio. Es una forma de vida y por muy egoísta que sea nuestra forma de pensar, todos queremos vivir en libertad. Cuando el retraso se hace patente, los padres suelen preguntar: ¿cuando nos haréis abuelos?. Sin embargo esto no debe amilanar a quien tomó su decisión en contrario. Sus padres ya tomaron en su día la suya y esta es la de sus hijos.
En los tiempos actuales, es lógico pensar que las familias numerosas son cosa del pasado.
De todas formas el tener un número corto de hijos, va en relación con la mayor cultura y poder económico de los padres.
De los 35 países más ricos del mundo, solo tres de ellos tienen hijos suficientes para reemplazar a la población existente. En Alemania, un 30% de las mujeres nacidas a partir de 1.965, no tienen hijos y naturalmente no por problemas económicos o de fertilidad, si no por la sencilla razón de que no quieren tenerlos.
Está claro que, tal como se ha dicho antes, plantear este deseo a tu pareja es lógico y obligado.
Ante la pregunta del por qué de esta determinación, la respuesta es fulminante:
- Prefiero mil veces más viajar que cambiar pañales, hacer un postgrado en vez de pagar maternal y colegio, cambiar de automóvil cada año que comprar triciclos, ir a buenos restaurantes que gastar el dinero en papillas y potitos -dice una ejecutiva de 35 años.
Sin embargo, optar por no tener hijos aún se ve como un crimen. Los contertulios siempre reaccionan mal y no falta nunca quien hace la pregunta:
- ¿Por qué?, ¿no te gustan los niños?.
Realmente no es fácil defender la posición. La respuesta sin embargo fue adecuada:
- Si me gustan, sí. Pero en la casa de los demás. Cuando era más joven tenía ese sueño pero, con la edad, las ideas fueron cambiando...
Yo no digo nada, pero algo tendrá el agua cuando la bendicen...
Realmente las mujeres no siempre tienen hijos por el vehemente deseo de ser madres. Muchas veces lo hacen por satisfacer a los padres, abuelos y especialmente a sus maridos.
En muchas otras latitudes y por muy cruel que pueda parecernos, algunas veces, la maternidad puede ser incluso un seguro para la vejez. Por lo tanto, cuando esa necesidad asistencial no se considera imprescindible y la preservación de la especie está garantizada, ¿para qué traer hijos a un mundo injusto y superpoblado?.
Claro que esa es la opinión de los que no quieren tener hijos... ¡no la mía!.
RAFAEL FABREGAT
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