La leyenda nos cuenta que el tal Valentín era un médico, que abandonó su profesión para convertirse en sacerdote cristiano y que se opuso a la ley del emperador Claudio II que, informado por sus generales que los soldados solteros mostraban más rendimiento en la batalla al no tener ataduras sentimentales, decidió prohibirles el matrimonio.
Contrario a la ley y ya sacerdote, Valentín celebraba matrimonios clandestinos entre aquellos enamorados que tenían prohibido casarse. Informado el emperador de sus hazañas, ordenó que lo apresaran para interrogarle. Burlándose de sus creencias uno de los oficiales le llevó a su hija ciega y Valentín le devolvió la vista, lo cual no impidió que el emperador ordenara su ejecución.
A los pies de su tumba Julia, la hija de aquel oficial, plantó un almendro de flores rosadas y desde entonces la flor del almendro es considerado símbolo de amistad y amor duraderos.
Sin embargo (pensando quizás que los 213 Papas anteriores a él debían ser tontos) ante la imposibilidad de encontrar ninguna prueba sobre la vida de este santo, en 1969 el papa Pablo VI decidió eliminar esta festividad del calendario acordado en el Concilio Vaticano II. Desde entonces, para la Iglesia católica, la fecha del 14 de Febrero es una fecha con santo pero sin celebración eclesiástica.
El año 494, tras la caída del Imperio Romano de Occidente y con Anastasio I como emperador de Bizancio y el papa Gelasio I en la silla de Pedro, la Fiesta de San Valentín reemplazó a "Los Lupercales", una antigua fiesta extremadamente lasciva para el cristianismo emergente de la época. Según la tradición ampliamente permitida desde tiempos mitológicos, la antigua Roma celebraba el 15 de Febrero una de sus fiestas sexuales más importantes. Con el nombre de "lupercos" los jóvenes salían semidesnudos a la calle y perseguían a las mozas que encontraban azotándolas levemente con unas tiras de piel de cabra que representaban el miembro viril. Ser azotado por los lupercos era un acto de purificación para las mujeres, pues Luperco era el dios de la fertilidad y sexualidad.
Ya en el siglo XXI y al margen de todas esas historias, la Fiesta de San Valentín está convertida en una cuestión puramente comercial y amparada por tanto por todos los estamentos de la sociedad. San Valentín es, hoy más que nunca, un santo altamente venerado por los 'padres' del comercio, la jardinería y la restauración. En día tan señalado es obligado el intercambio de regalos entre los amantes de cualquier edad y condición. Para los más modestos puede servir perfectamente un flor pero, para los más pudientes, la cosa toma otros derroteros y puede llegar a joyas de alto valor crematístico. Lo que no puede faltar en ningún caso es una cena de enamorados que, dependiendo de la edad, puede tener un final feliz o los simples y habituales ronquidos. Buenas noches... (clic)
RAFAEL FABREGAT
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