Catedral de Burgos. ESPAÑA |
Antiguamente las catedrales no tenían nada de especial. Como bien dice la palabra, eran simplemente iglesias en las que el obispo tenía su cátedra, su sede episcopal y lugar desde el que se dirigía la diócesis y presidencia de la comunidad cristiana en un determinado territorio.
Catedral de Colonia. ALEMANIA |
La aparición de la Reforma Protestante a mediados del siglo XVI, de la mano del teólogo y fraile agustino alemán Martín Lutero puso freno a la locura constructiva de las catedrales, a la implicación del capital en los destinos de la Iglesia Católica y hasta incluso al "comercio del Cielo". En aquella época cualquier persona podía comprar una indulgencia, para sí mismo o para sus parientes difuntos que se decía ocupaban el Purgatorio, aún después de haber sido absueltos por la comunión o la extremaunción. Curas y frailes eran reclutados para viajar por pueblos y ciudades vendiendo la absolución divina a cambio de dinero. El Cielo se vendía a parcelas y con el dinero obtenido se pretendía financiar, entre otras cosas, la construcción de la Basílica de San Pedro de Roma. En poco tiempo las tesis de Martín Lutero, sobre la avaricia y el paganismo de la Iglesia Católica, se extendieron por toda Europa y llevaron a un cisma de la Iglesia que daría origen a varias congregaciones de ideología protestante. El propio Papa León X se mostró contrario a las tesis de Martín Lutero diciendo que era un borracho y que cuando estuviera sobrio cambiaría de parecer. De todas formas, no queriendo enemistarse con el príncipe Federico III de Sajonia que era el protector de Martín Lutero, el Papa intentó alcanzar una solución pacífica al conflicto.
Castillo de Wartburg. TURINGIA (Alemania) |
Tras una barba imponente y el pseudónimo de Junker Jörg permaneció un año iniciando su carrera como reformador. Tradujo La Sagrada Biblia al alemán, para que el pueblo pudiera conocer de primera mano los textos bíblicos sin mediadores interesados. En el pueblo la semilla de la duda sobre las actuaciones terrenales de la Iglesia Católica y su escaso interés espiritual y evangelizador, estaban sembradas y ya nada volvería a ser como antes. Con estas nuevas enseñanzas la Iglesia Católica frenó su actuación y también el tamaño y la magnificencia de las catedrales se moderó. Aunque siguieron siendo edificios relevantes, los gigantes góticos dejaron de construirse y nacieron catedrales con nuevos tamaños y estilos menos deslumbrantes.
RAFAEL FABREGAT
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