No vamos a descubrir nada nuevo diciendo que el agua es vida. Todo aquello que vive en nuestro planeta está formado por un alto porcentaje de agua y cuando esta vida acaba el agua que contiene vuelve a formar parte de ese ciclo vital. El agua que contienen plantas y animales, al morir el indivíduo se evapora y convertida en nube cae de inmediato en forma de lluvia que otras gentes beben con avidez, sin saber que solo unas horas antes formaban parte de cualquier ser humano, de una planta o de una mascota que hasta dos días atrás nos daba cariño y paz. Cuando los medios de comunicación advierten de la escasez y necesidad de ahorrar en el consumo de agua uno no puede evitar el pensar que estamos hablando solamente de dinero porque agua, lo que se dice agua, hay siempre la misma. Así, a groso modo, el agua está principalmente en los mares y de allí se evapora para regar, en forma de lluvia, cualquier parte del planeta. El inconveniente es que no lo hace en todas partes por igual y llevarla a aquellos lugares donde no llueve de forma regular, cuesta dinero. Tanto que algunas gentes mueren de hambre y de sed por falta de ese elemento esencial.
Sin embargo, repito, eso no quiere decir que no haya agua suficiente en el planeta. En nuestro planeta no hay ni poca agua ni mucha. Desde que el mundo es mundo, siempre hay la misma. Los diferentes ríos del planeta descargan millones de metros cúbicos por segundo en esos mares que después se convierten en lluvia que da de beber a personas, animales y plantas. El agua se transforma, cambia su estado físico y se traslada de un lugar a otro en un ciclo interminable generando vida en cualquier lugar del planeta. Incluso en los más áridos desiertos existen ríos de agua subterránea que puede dar vida a aquel que sabe buscarla y tiene dinero para ello. Cuando nuestras autoridades nos dicen que no gastemos agua deberían ser un poco más explícitos porque la gente, cuando no le interesa, es mala entendedora. ¿Por qué no voy a gastar agua si puedo pagarla?. Y es más... sabiendo que el agua que se gasta o malgasta, acaba finalmente en el mar para volver a convertirse en lluvia, ¿qué hay de malo en que el que tenga dinero para malgastarla lo haga?.
A nadie le importa que un señor, que tenga una pequeña huerta regada con agua del grifo y al que le salen los tomates a doble precio que si los comprara en la tienda, disfrute con la plantación de esos frutos que para él son un entretenimiento y posiblemente el único disfrute de su triste jubilación. Otros se van de restaurante o de putas y a nadie le importa. ¿O no es así?. ¡Tantas libertades para los golfos y tantas presiones para aquellos que no hacen otra cosa que distraerse, dentro de su mediocridad, sin hacer daño a nadie y como buenamente pueden!. ¡Coño con la gentuza que ni vive ni deja vivir!. Un recargo si gastas más electricidad de lo que ellos quieren; otro si gastas más agua de lo que ellos dicen... ¡Cojones!. ¿Esto es la democracia?. Libertades para políticos corruptos y ladrones de bancos, mientras llueven las presiones para los miserables con pensiones ridículas que apenas les permiten subsistir. ¡Y no gastes agua, no gastes luz, no bebas, no corras... Pero, ¿esto qué es...?. En fin, volvamos al ciclo del agua...
Nuestro principal "almacén" son los mares, seguidos de lagos y ríos superficiales y subterráneos; tenemos otra gran cantidad de agua almacenada en los casquetes polares y en glaciares de las diferentes partes del mundo, en forma de hielo; la tercera parte, esta más modesta, es la que viaja sobre nuestra cabezas en forma de nubes, vapor de agua que permanentemente se precipita sobre la tierra, regando nuestros campos y abasteciendo nuestras fuentes y nuestros ríos para acabar nuevamente en el mar. La cantidad total del agua no cambia, siempre es la misma. Cambia de estado y de lugar, pero no escapa del planeta. Cuando nuestro planeta era una inmensa bola de magma incandescente, ya contenía ese vapor de agua que hoy llena nuestros mares y permite la vida. Entonces eran gases, pero la tierra se enfrió y esos gases se convirtieron en un líquido, el agua, que a determinada temperatura creó la vida. Así de fácil y así de difícil.
Durante miles de años, nuestro planeta ha permanecido sin cambio sustancial alguno. Sin embargo la evolución del hombre ha traído cambios importantes al crear polución, humos contaminantes y gases contrarios a la salud de todos los que aquí vivimos. La pregunta es hasta cuando podrá resistir este planeta que, aunque nos parezca grande no lo es tanto. De hecho ya podemos darle la vuelta en un solo día... Algo impensable apenas unas décadas atrás. Aquí el problema es que últimamente el agua no se distribuye correctamente entre los diferentes "almacenes" anteriormente citados y una parte de nosotros se ahoga mientras otra se muere de sed. La tecnología de hoy, permite corregir estas deficiencias pero eso vale dinero y precisa de un entendimiento entre quienes gobiernan el mundo. Un entendimiento que, sin lugar a dudas, no existe ni creo que pueda existir jamás.
La humanidad, en nuestro egoísmo, tiene como norma de vida aquello que dice que "quien esté bien que no se mueva". Una norma egoísta, pero que permite la continuidad de la especie. El pez grande se come al chico. La naturaleza no sabe de caridad ni de sacrificios. Más bien al contrario, la naturaleza ayuda al fuerte y aniquila al débil. Nos guste o no esa es la realidad de un mundo de luchas permanentes y donde el más fuerte impone siempre su voluntad. Así ha sido siempre y así seguirá siendo. En esta máxima no caben los estudios, ni la educación, ni mucho menos la generosidad que, aparentemente, podrían cambiar el mundo. Por cruda que nos parezca la realidad, cuando uno se hace viejo llega a la conclusión de que, si esas bondadosas ideas de caridad e igualdad fueran posibles, seguramente harían peligrar la vida de todos.
Aunque nos duela, hay que entender que cada persona es diferente y en un mundo diferente la igualdad no es posible. Las oportunidades se las da uno, con su trabajo, con su sacrificio, con su interés y ¿por qué no?, con su fe en sí mismo y en sus posibilidades. El mundo (y el agua) es para los valientes, para los que luchan por conseguirla. Al resto... ¡simplemente nos dejan beber!. Solo de vez en cuando y no toda la sed que tenemos. ¡Y aún gracias! -dicen los que manejan el grifo... Quien no esté conforme con eso, que se deje de pancartas y reclamaciones y que se ponga a trabajar. Las pancartas, no sacan a nadie de pobre...
RAFAEL FABREGAT
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