1875- SETAS MAESTRAZGO 2015. (4ª)

Pues sí amigos. Hoy es sábado 5 de Septiembre y como ya podían suponer he ido a buscar setas. Por cierto, vaya boletus guapos de verdad. ¿A que sí?. Para una afición que tengo, hay que aprovechar. Esto es como "aquello". ¡Dura tan poquito...! En 6 u 8 minutos (perdón) quería decir que en 6 u 8 semanas se acabaron las setas. 

Total, que mi mujer y yo, acompañados de una amiga suya (y mía) nos hemos echado al monte. Las cosas no estaban como la pasada semana, que estaban bien. Como no podía ser de otra manera, esta semana estaban mucho mejor. Cestas a rebosar y a media mañana ya no sabíamos qué hacer... Níscalos y robellones, Llanega blanca y negra, champiñón blanco y marrón, Fredolic, Pata de perdiz, Macrolepiota...
Mi hija mediana y su marido también nos han acompañado, mejor dicho nos hemos citado en el pinar puesto que ellos estaban de fin de semana en Llucena, pero ya conocen el lugar y nos esperaban a la entrada del pinar... A media mañana han marchado a su casa. Con las cestas llenas, claro.

Como ya he dicho otras veces, el hecho de llegar al monte y encontrarlo repleto de setas de todas las especies (para mí) no es en absoluto apetecible. Algunos pensarán que estoy diciendo chorradas, que me falta un hervor, o que intento presumir de mis hallazgos micológicos, pero nada más lejos de la realidad. Como a cualquier mortal, aficionado a las setas, me gusta verlas, estudiarlas, cogerlas y si me apuran hasta cargar el cesto hasta los topes pero... ¿Me pueden decir a mí -que me gusta pasar la mañana en el monte y después irme a comer a un buen restaurante para completar el día- qué hago yo a las 9,30 de la mañana con el coche cargado de setas?. 

No, no es plan. Claro, muy fácil... 
Seguramente me responderán que me vuelva a mi casa. Sí, sí, a casa, pero es que yo no hago 250 Km. para llenar dos cestas de setas y volverme a mi casa a las 9,30 de la mañana. ¡Yo quiero pasar el día completo por aquellos parajes...! ¿Tan difícil es de entender lo que intento explicar?. Las setas están muy buenas, eso ya lo sé. Encontrar muchas y con escaso esfuerzo es algo bueno... ¡Eso también lo sé!. Pero... Yo, espero que alguien me entienda, no es que quiera pasar el día deambulando por el monte, no. A mí me gusta buscar setas y encontrarlas, eso está claro, pero con la edad me he vuelto holgazán. Últimamente lo que me gusta de verdad es ir en plan festivo y siempre con comida incluida. 

Salida sin madrugón, almuerzo y llegar con el coche hasta donde están las setas. Una aquí, dos allá, aquí veo cuatro y allí delante hay otras tres más. Monte llano, sin maleza ni pendientes. ¿Tonterías?. Pues vale, tonterías, pero después de muchos años sufriendo, me he acomodado. Ya no quiero saber nada de aquellas duras pendientes que he subido y bajado decenas de veces. Con éxito, pero hay que subir y bajar. ¿Para qué tengo que hacer eso -me digo- si conozco sitios mejores y llanos como la palma de la mano?. Después llego a mi casa y no sé qué hacer con las setas. Mis hijas no quieren porque a ellas, como a mí, lo que les gusta es buscarlas. Y lo mismo, claro está, mis yernos y mis nietas.

Familia y amigos, con un plato ya no quieren más. El pasado año me compré un arcón-congelador pero... Todavía está medio, de tantas como encontramos el pasado año. Estoy disgustado, no sé qué hacer, demasiadas setas... ¡Pero me gusta buscarlas...! ¿Venderlas?. Ni soñarlo, eso si que no. ¡A ningún precio!. Estoy seguro que alguno de los que lean esta entrada al blog, lo harán con una sonrisa entre maliciosa e incrédula, pero espero que alguno me crea, me entienda y se ponga en mi lugar. Es más, espero que me den algún consejo al respecto. Un consejo, naturalmente, que no pase por el regreso prematuro a mi casa ni por la venta del material. El caso es que, cuando tienes una edad, encontrar lo justo y necesario resulta difícil...

A mí no me importa regalarlas pero, ¿quien puede ser merecedor de una cesta de setas recién cogidas?. En mi localidad no hay gente menesterosa, ya que el más pobre del pueblo está todo el día en el bar tomando cervezas. Entonces... ¿A quien se las doy?. ¿Al alcalde, al jefe de la Guardia Civil, al párroco, tal vez a alguna de las viudas que van todos los sábados a bailar al hogar del jubilado...? Estoy hecho un lío, la verdad. Al final tendré que abandonar ésta mi única afición. Por muy nacional que sea la Fiesta, lo de los toros me parece un crimen, en cuanto al fútbol... no me mata demasiado y he sido siempre hincha del Barcelona pero, ¡como no quieren ser españoles como nosotros...! En fin, un desastre.

RAFAEL FABREGAT