Aparte el tema de su singularidad y teniendo en cuenta que la belleza es lo más importante para una piedra preciosa, se valora especialmente la perfección de su estructura y las características de su color y composición. Una imperfección o el más mínimo daño, devalúa inmediatamente la piedra, salvo que dicha imperfección pueda, por el contrario, significar un valor añadido como por ejemplo la presencia de un fósil en su estructura.
Normalmente las piedras de estas características se han agrupado siempre en dos categorías: las preciosas y las semi-preciosas aunque, en la actualidad, todas ellas se consideran de gran valor y su diferencia de coste depende más de los factores que la envuelven (tamaño, color, etc.) que el hecho de ser de uno u otro tipo, sin olvidar que en igualdad de condiciones el grupo de las cinco piedras principales (Diamante, Esmeralda, Rubí, Zafiro y Amatista) siempre suele ser más elevado.
En total hay alrededor de 130 clases de piedras preciosas por lo que, por su extensión, no vamos a enumerarlas aquí. En cuanto a la valoración de las mismas son los profesionales del sector quienes, en base a sus características de color, forma y tamaño, las agrupan para su corte y presentación. Las piedras preciosas son valoradas muchas veces por su singularidad. Realmente no hay dos piedras iguales y solo un buen tallador puede hacerlas idénticas, siempre que sus características naturales sean parecidas. También la duración de una joya, o la dureza de la piedra incrustada, interviene en su valor. Ya hace muchos años que oímos el eslogan de que "un diamante es para siempre", lo cual trata de transmitirnos la extrema dureza de este mineral. En base a esta premisa los materiales más débiles son lógicamente los orgánicos aunque, los matices de forma y color en las perlas y las incrustaciones fósiles del ámbar pueden conseguir y consiguen precios elevadísimos por su rareza.
Según la tabla de Mohs, la máxima dureza la tiene el Diamante, solo con posibilidad de ser rayado por otro diamante.
Le sigue el Corindón, el Topacio, Cuarzo, Ortoclasa, Fluorita, etc.
DIAMANTE: Alótropo de carbono que se forma entre los 140 y 190 Km. de profundidad del manto terrestre, con un crecimiento de entre 1 y 3,3 millones de años.
Los diamantes suben a la superficie por medio de erupciones volcánicas.
CORINDÓN: Se trata del Rubí (rojo) y del Zafiro (azul).
DIAMANTE: Alótropo de carbono que se forma entre los 140 y 190 Km. de profundidad del manto terrestre, con un crecimiento de entre 1 y 3,3 millones de años.
Los diamantes suben a la superficie por medio de erupciones volcánicas.
CORINDÓN: Se trata del Rubí (rojo) y del Zafiro (azul).
TOPACIO: Ya de por sí indica el tipo de piedra preciosa de que se trata. Como mineral se trata de Silicato del que, por medios artificiales, se
pueden obtener todos los diferentes colores. En su familia la Esmeralda (verde).
CUARZO: Silicio no exfoliante. Aunque en estado puro es incoloro (cristal de roca) caso de llevar impurezas puede adoptar todas las tonalidades. Como piedra preciosa, tiene las variantes de Amatista (violeta), Ágata (rayado), Citrina (amarillo), Jaspe (rojo geométrico), Ópalo (multicolor), Bolivianita (bandas anchas) y el Hematoideo o Jacinto de Compostela, entre otros.
pueden obtener todos los diferentes colores. En su familia la Esmeralda (verde).
CUARZO: Silicio no exfoliante. Aunque en estado puro es incoloro (cristal de roca) caso de llevar impurezas puede adoptar todas las tonalidades. Como piedra preciosa, tiene las variantes de Amatista (violeta), Ágata (rayado), Citrina (amarillo), Jaspe (rojo geométrico), Ópalo (multicolor), Bolivianita (bandas anchas) y el Hematoideo o Jacinto de Compostela, entre otros.
ORTOCLASA: Feldespato incoloro o amarillo transparente (color champán).
FLUORITA: Se presenta en bolsadas en forma de geodas o drusas. En estado puro es incolora, aunque en casi todos los casos presenta coloraciones.
Afortunadamente, algunas de nuestras mujeres (no todas) se conforman muchas veces con cualquier abalorio de mercadillo y la adquisición de estas joyas valiosísimas se limita a la compra puntual del marido, con motivo de algún aniversario relevante y de escasa frecuencia.
¡Menos mal, porque con esta crisis...!
RAFAEL FABREGAT
Afortunadamente, algunas de nuestras mujeres (no todas) se conforman muchas veces con cualquier abalorio de mercadillo y la adquisición de estas joyas valiosísimas se limita a la compra puntual del marido, con motivo de algún aniversario relevante y de escasa frecuencia.
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RAFAEL FABREGAT
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