Ayer, de compras por el mercado local de los sábados, Tonica "la manollera", como cariñosamente la conocemos nosotros por ser este su oficio desde que llegó a Cabanes procedente del Mas de Gual, paraje de Vistabella donde se crió y vivió hasta su adolescencia, la filla del tío Ramón, la que está casada con Tonico el de Tineri y madre por tanto de Ángel y de Aurora, dijo a mi mujer que todavía es pronto para ir a buscar setas a Vistabella.
Compañeros de trabajo durante algunos años, al preguntarle a mi mujer por mí y responderle que había subido esa misma mañana a Vistabella a buscar setas, comentó que todavía era pronto para buscar en esa zona y así se despidió, negando con la cabeza que hubiera posibilidad alguna de éxito.
No, no andaba desencaminada. Su opinión, en un año normal, era la correcta. Realmente es en la segunda quincena de Septiembre y no antes, cuando hay que ir a buscar setas a Vistabella. Pero éste no es un año como los demás.
En el Sistema Ibérico, del que forma parte la Sierra de Gúdar y también el pico de Peñagolosa, cosa bastante extraña, poco o mucho ha llovido casi todas las semanas de Agosto y la salida de setas se ha adelantado quince días o más. La prueba de ello es que, tal como dice Tonica, normalmente la temporada empieza con el "rovelló de pi blanc" hacia mediados de Septiembre y 8 días después lo hace mezclado con el "de pi negre" para, posteriormente, ser casi todos de la segunda variedad.
Sin embargo nosotros, como ya relaté en su momento, a raíz de haber visto la tierra bien sazonada quince días atrás cuando volvíamos de un corto viaje a Molina de Aragón y haber encontrado una bolsa de "agáricus" (champiñón silvestre), empezamos la temporada la semana pasada con resultado de tres cestas del citado ejemplar y una variada de "Boletus" y de rovellón.
Ahora con la llegada a nuestra península de una masa de aire subsahariano, removida además por un intempestuoso viento de Poniente que ha durado tres o cuatro días, situando los termómetros en temperaturas nunca vistas en nuestra zona (43,6º), la eclosión micológica quedó paralizada y me consta que personas que buscaron setas el martes de esta misma semana, sólo encontraron rovellones acartonados, ejemplares de la semana anterior resecos por el viento y las fuertes temperaturas.
Sin embargo el año sigue siendo benigno para los aficionados y la tarde del jueves y la del viernes la tierra volvió a regarse en esas zonas. Fueron lluvias débiles, pero suficientes quizás para unirse a la humedad que había debajo y para que la micorriza siga su curso. Yo, como he dicho al inicio de la entrada, aunque me constaba que no había transcurrido el tiempo suficiente para que la naturaleza pudiera recobrar su ritmo, subí un rato. Digo un rato porque el verdadero boletaire debe ver el inicio del día en el pinar y yo, ese día, me levanté a las ocho, ya cuando el sol estaba en lo alto y después hay hora y media de coche para llegar hasta allí.
Tras el aseo matinal (otra media hora más) me puse en camino; fue algo imprevisto, pasar la mañana sin ninguna pretensión. Sabía que la naturaleza, abrasada durante cuatro días con temperaturas superiores a los 42º, se tenía que haber resentido y que la recuperación sería lenta. Solo cabía la posibilidad de encontrar algunos ejemplares anteriores a los días de calor, no localizados por otros buscadores y solo podían estar en condiciones adecuadas en zona húmeda y protegida del poniente. No era fácil encontrar lo que buscaba, pero allá que me fui. Era casi imposible encontrar rovellones, tenían que ser "boletus" y no en una zona cualquiera. Tarde, a deshora, llegué al bosque. Decenas de coches quedaban atrás, parados en las cunetas mientras sus dueños se afanaban en una búsqueda inútil.
La naturaleza guapa, húmeda, prometedora, pero... ¿Es que los buscadores se habían olvidado de lo que había ocurrido los cuatro primeros días de la semana?. Los atrevidos boletaires, cabizbajos y con las cestas vacías vagaban por montes y caminos, intentando encontrar mejor suerte; yo seguía con el coche adelante, sin mirar atrás, buscando llegar lo más pronto posible al lugar que mi mente entreveía mucho antes de salir de casa, ya cuando aún estaba en mi cama dudando si ir o no ir a una aventura en la que casi todas las probabilidades eran las de un rotundo fracaso.
Yo, feo está el decirlo, tengo un problema muy diferente al que tienen otros buscadores. Sé que el 99% de quienes lean la entrada me tacharán de pedante, pero es lo que creo y voy a decirlo puesto que si de algo puedo presumir en este Blog es de que cuanto escribo lo hago con sinceridad; será o no la verdad, pero es mi verdad, lo que honestamente pienso y creo...
Bien, estamos hablando de buscadores de setas, algunos muy experimentados y otros muchos que no lo son tanto. Unos son gente que cree que todo el monte es orégano y que, aparte lo anterior, conoce dos sitios buenos y pare Ud. de contar. Otros que algunas veces los compran y dicen haberlos encontrado. Naturalmente, también sé de aquellos que realmente conocen muchos sitios y, cuando en uno no encuentran, marchan a otro sin más, no volviendo nunca a casa de vacío. De todo hay en la viña del Señor. Finalmente están los más técnicos, lo que yo llamo "buscadors malfaeners", selectivos, gente que pretenden encontrar mucho y variado haciendo, además, el mínimo esfuerzo. Yo me cuento entre estos últimos, aunque con perdón por lo de técnico, puesto que nunca he sido técnico de nada.
De todas formas pertenecer a esta última rama de buscadores no tiene dificultad ninguna; solo hace falta tiempo, afición y paciencia, leer libros, visitar mercados y exposiciones de setas, cambiar impresiones y conocimientos sobre el terreno con otros boletaires y rodearse siempre de gente que ame esta afición y que se haya preocupado por conocerla "un poquito más" de lo que la mayoría de los buscadores suele hacer.
Cuando se hace todo lo indicado es cuando puedes permitirte el lujo de recoger más de treinta especies de setas comestibles, muchas de ellas de calidad muy superior a la del típico rovellón y que hacen prácticamente imposible regresar a casa con la cesta vacía y sin que tengas que caminar ni un solo metro para llegar al punto de búsqueda, o sea, que cuando abres la puerta del coche ya tienes que mirar en el suelo para no pisar alguna seta comestible.
El primer día que fui a buscar setas a Vistabella, acompañando a Paco el de Cona, al parar el coche y disponerme a orinar (no lo olvidaré nunca) me dijo:
- Mira antes, no sigue cosa que pixes algún rovelló.
Efectivamente, allí donde estaba a punto de mear, había dos rovellones. (!)
Cuando esto ocurre, porque ocurre por mucho que alguno de los que están leyendo tenga dibujada en su cara una sonrisa de incredulidad, es cuando existe el problema que he citado al inicio de la entrada... ¿Donde ir, si tienes varios sitios donde sabes que el éxito está asegurado?
Al (1) es "pi blanc i llanegues";
al (2) es "pi negre" que son més bons, pero no ix res més;
al (3) están barretjats i també hi ha "blanquets";
al (4) tan sols eixen "boletus", rovellons pocs;
al (5) eixen tres clases de xampinyons, però res més;
al (6) "macrolepiota" pero el rovelló és de pi blanc,
al (7) hi ha de tot però em vaig pedre i no em fa gràcia tonar,
al (8), sol haver de tot un poc però allí sol estar més buscat;
al (9) son rovellons variats i "seta de card";
al (10)...???
Total, que me hago un lío y no se a cual de los sitios me convendrá más ir porque, claro... solo Dios puede estar en varios sitios a la vez y yo he llegado a un punto en el que parece que quisiera que el bosque fuera una tienda, o mejor el buffet de un gran restaurante... ¡dos de estos, cuatro de aquellos, uno de aquel y tres de los de más allá...!
Ayer, día especialmente corto por lo tardío de la hora en decidirme a subir (recuerden que me levanté a las ocho) pensé dedicar la mañana a la búsqueda de "boletus", una seta escasísima en nuestra zona y con muy pocos lugares en los que sale. Aún así busqué nada menos que en !cinco sitios! y, con un recorrido de tres horas de coche, a las dos en punto estaba en casa con dos cestas; la mayoría de los ejemplares un poco pasados (todo hay que decirlo) puesto que habían nacido antes de la avalancha de calor.
Sin embargo la naturaleza, con poco más de 15 l./m2, ha hecho una espectacular recuperación. No para los "boletus" que precisan de más tiempo, pero sí para los rovellones que empiezan nuevamente a salir y de los que encontré unas tres docenas, todos de "pi negre" y salidos después de la lluvia, con apenas 24 horas de vida. También, por primera vez en mi vida de boletaire, he encontrado ya dos veces este año una docena de ejemplares de "Cantharella cibarius", si no la mejor porque hay gustos para todo, sí una de las mejores y a la que los especialistas dan la máxima categoría. Sin ir más lejos, la noche del domingo me hice un revuelto con ellas. Naturalmente lo compartí con mi mujer y compañera, ¡faltaría más!.
Total, una cesta y media de boletus y el resto de rovellones y cantharellas ¿Qué más se puede pedir en dos horas de búsqueda? Porque claro, una la perdí trasladándome de unos sitios a otros y tres las pasé en la carretera...!
Todo eso en tu querido pueblo Tonica, así que, aunque las fechas no sean las que corresponde, si quieres subir a buscar setas a Vistabella ya puedes preparar las cestas y arrear hacia arriba que, tal como dicen los gallegos con las brujas (meigas)... ¡haberlas haylas!
EL ÚLTIMO CONDILL
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