Hasta pocas décadas atrás, al menos en los pequeños pueblos de España, las viudas de cualquier edad quedaban recluidas en casa durante meses e incluso años. Muchas apenas podían rehacer su vida social pero, afortunadamente, estas (malas) prácticas han quedado atrás. Hoy, ya sin luto interior ni exterior y con la conciencia de haber hecho cuanto han podido por sus parejas, buscan mantener la relación que tenían con sus amigos y salen nuevamente a la calle que es, al fin y al cabo, la mejor manera de distraerse y mirar por seguir con su vida de la mejor manera posible.
Mayor motivo para tener ese comportamiento cuando la soledad llega de la mano del fracaso sentimental. El refrán dice que una espina, con otra espina se saca.
En estos momentos y con una población en España de 45 millones de personas, se estima que hay más de 7 millones de singles, personas que no tienen pareja. Esto no quiere decir que vivan solas y aisladas. Nada más lejos de la realidad. Vivir sin pareja no quiere decir eso, sino que prefieren vivir con la libertad de quien no tiene que consultar a nadie la forma en administrar su tiempo y su vida.
Unos aprovechan esa aparente soledad para estabilizarse laboralmente, otros para aumentar su formación y otros simplemente consideran que los tiempos actuales no son los mejores para hacer planes de futuro a largo plazo y menos aún para crear una familia. Claro que una cosa es cuando se trata de una soledad deseada y otra muy diferente cuando la soledad viene impuesta por un fracaso sentimental. En este escenario, de tantas personas sin obligación sentimental alguna, han emergido decenas de empresas dedicadas a ofrecer ocio de calidad a este tipo de gente. Vacaciones, viajes, cruceros, macrofiestas y escapadas por todo el mundo y para todos los bolsillos. También de forma individual se pueden organizar cenas o fiestas entre amigos y conocidos...
Estas concentraciones, exclusivamente dedicadas a esta clase de clientes, fomenta la relación entre ellos y de ellas salen frecuentemente parejas ocasionales e incluso permanentes. De todas formas si no surge nada estable tampoco pasa nada. Viene a ser como una segunda adolescencia. Bueno, tampoco nos pasemos... Un viaje o una cena con gente interesante, con revolcón o sin él, siempre es una expectativa apetecible.
Los clientes de este tipo de experiencias suelen rondar los 40 años, una edad en la que, aunque la juventud ya haya quedado atrás, hombres y mujeres están pletóricos y en la flor de la vida, con la ventaja añadida de que muchos de ellos ya han alcanzado un nivel económico medio-alto. La meta de estas empresa se basa pues en hacer que este tipo de gente contacten entre ellos ofreciéndoles un ocio de características lo mas afines posible. Incluso están empezando a entrar en este mundillo las madres solteras, una rama que hasta hace bien poco no estaba presente en el mercado single.
Actualmente este movimiento está influyendo también en el mundo de la vivienda, con la demanda de estudios y pisos pequeños en el centro de las ciudades.
Aunque cualquier tipo de persona puede ser un single, los auténticos convencidos de esta forma de vida suelen ser muy urbanitas y gustan de tenerlo todo a mano.
En los supermercados y especialmente en las secciones gourmet, se ha experimentado últimamente una considerable oferta de alimentos en envases de una sola ración. También se ha incrementado este mercado debido a viudas mayores, cada día más presentes en nuestra sociedad, pues prefieren envejecer en sus casas a fin de evitar conflictos con hijos y nueras.
Cada día la mujer está más presente en el mundo laboral y es muy difícil que la familia te acompañe hasta el final de tus días.
No siendo apetecible para los mayores ir a residencias, se están creando cooperativas de viviendas de excelente calidad con servicio médico y asistencial.
En Dinamarca lo llaman 'viviendas a la carta', cada una de ellas con tamaño y acabados diferentes.
A este tipo de 'urbanizaciones' acuden viudos y matrimonios mayores que cuentan con toda clase de servicios comunitarios como gimnasio, piscina, teatro, biblioteca, etc.
Es un verdadero hotel en el que cada uno desayuna y cena en 'su' casa, mientras que la comida se hace en el 'restaurante' del complejo, con varios platos a elegir. Complementa la oferta un servicio sanitario privado, preparado para cualquier eventualidad.
Solo un punto negativo: algunos lo viven con tanta 'alegría' que establecen relaciones con la misma facilidad que las cortan, entrando en un bucle de peligrosa insatisfacción. Un aumento de adrenalina que con demasiada frecuencia se convierte en una desagradable frustración.
Y es que todo es bueno en pequeñas dosis pero, cuando la cosa se descontrola...
RAFAEL FABREGAT
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