Tras veinte años de guerra ininterrumpida (153-133 a.C.) Roma decidió, costase lo que costase, eliminar de la faz de la tierra a la ciudad celtíbera de Numancia, en la Península Ibérica. El primer conflicto entre Roma y Numancia sucedió el año 153 a.C. cuando las autoridades de la ciudad del Cerro de la Muela permitieron el acceso de unos fugitivos de la tribu celtíbera de "los bellos" que se habían rebelado contra los romanos. Ante lo que los romanos interpretaron como un ataque directo a su autoridad, el cónsul Quinto Fulvio mandó un ejército de 30.000 hombres para asolar Numancia, solo defendida por 4.000 hombres. Los numantinos repelieron el ataque y mataron al general Caro de Segeda que dirigía las tropas romanas.
Después de dos décadas de conflictos, el Senado de Roma decidió liquidar el asunto de un plumazo y para ello mandó a su héroe más famoso, Publio Cornelio Escipión Emiliano, destructor de Cartago y aniquilador de los cartagineses en la Tercera Guerra Púnica. A su llegada a Numancia, problemas de indisciplina de sus comandantes le aconsejaron rehuir el ataque directo de la ciudad y poner cerco a la misma. Nueve kilómetros de cerco, con empalizadas, torres y fosos, impidieron la entrada y salida de la misma durante trece meses. Agotados los víveres, el hambre y las enfermedades hicieron mella en los numantinos que jamás dieron su brazo a torcer. A mediados del año 134 a.C., viéndose incapaces de resistir un solo día más, incendiaron la ciudad y se mataron unos a otros.
Los escasos numantinos que quedaron vivos fueron vendidos como esclavos y la ciudad arrasada por los romanos hasta sus cimientos. Tal como se ve en la foto adjunta, cuando visité las ruinas de esta ciudad en la década de 1.990, apenas había nada que ver. Piedras sin orden ni concierto por todas partes. Lo que dejaron los romanos aquel fatídico día 2.150 años atrás.
Desde entonces, árduos trabajos de excavación han permitido sacar a la luz algunos puntos de interés que muestran al visitante lo que pudo ser aquella antigua ciudad de valerosos celtíberos que se resistieron a los mandatos de Roma. Se han recreado algunas casas y su Centro de Interpretación reúne restos y detalles de aquel pueblo de héroes que osó hacerle frente al ejército más importante de aquellos tiempos anteriores a Jesús de Nazaret.
Simples minucias para lo que sin duda se oculta debajo de la maleza y las malas yerbas. Una ciudad de la que apenas ha visto la luz el 2% de la misma.
La foto adjunta nos muestra el importante tamaño de Numancia y lo escaso del área excavada.
La historia de España es importante y antigua pero, desgraciadamente, los medios para rescatarla son extremadamente limitados. Apenas lo que unas docenas de becarios pueden hacer durante sus vacaciones estivales. No hay dinero para la Historia.
Desde 1999 el pueblo de Garray, a cuyo término municipal pertenecen las ruinas de Numancia, celebra todos los veranos una representación de los diferentes enfrentamientos que tuvieron lugar entre romanos y numantinos del siglo II a.C. Más de 200 actores aficionados, perfectamente vestidos y pertrechados según la época, reúnen a unos 4.000 espectadores que vitorean la histórica resistencia numantina y el desgraciado final de sus moradores.
RAFAEL FABREGAT
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