16 de noviembre de 2015

1939- SE EQUIVOCÓ LA PALOMA...

¡Hay la vida...!
¿Cuantas veces creemos estar en posesión de la verdad y después nos damos cuenta de nuestro tremendo error...?

Se equivocó la paloma,
se equivocaba.
Por ir al norte, fue al sur,
creyó que el trigo era agua.
Se equivocaba.
Creyó que el mar era el cielo;
que la noche, la mañana.
Se equivocaba.
Que las estrellas rocío;
que la calor, la nevada.
Se equivocaba.
Que tu falda era tu blusa,
que tu corazón su casa.
Se equivocaba.
Ella se durmió en la orilla,
tu, en la cumbre de una rama.
RAFAEL ALBERTI

Somos muchos los que aplaudimos en su momento, cuando se puso fin a las dictaduras de Sadam Husein, Hosni Mubarak, Muamar el Gadafi, etc., etc. A la vista está que tales dictadores, asesinos de masas, hacían una labor trascendente y benefactora para los intereses de los países occidentales. Muertos ellos acabó la tranquilidad. Porque esta guerra emprendida por el islam más radical no parece que tenga relación alguna con la religión, dado que los propios musulmanes la odian y la temen al mismo tiempo. Mientras persista esta lucha nadie hay a salvo. En este tipo de guerras no se ve llegar al enemigo, eso sin contar que no hay enemigo mayor que aquel que no teme por su vida.

Por ideología e intereses que los profanos desconocemos, occidente en general y Norteamérica en particular, decidieron acabar con unos dictadores que ahora se añoran con la misma vehemencia con la que se piden las aguas primaverales. Se equivocaron, nos equivocamos todos. Muertos los dictadores y enterradas sus azadas, renacieron los verdaderos asesinos, crecieron las malas yerbas con virulencia inusitada. Si alguien tenía alguna duda sobre el atentado de Nueva York (2001) o el de Madrid (2004), el atentado de París supongo que la habrá despejado. Esa gente no tiene dogmas de fe, ni normas de actuación. Golpearán a quien sea y a donde sea, sin miramiento alguno. 


A veces dicen seguir patrones que marcan caminos y metas, pero no parece que sea así. Primero fue Nueva York, después Madrid, ahora París y mañana serán otros. Es matar por matar. Simplemente odian (por envidia) la paz, el orden y el bienestar occidental. Tienen pereza ante la lucha descomunal que representa implantar esa sacrificada forma de bienestar, salido del esfuerzo común de tantos millones de personas. Hacen falta muchos años para lograr el bienestar general. De hecho nosotros, a pesar de nuestro esfuerzo, todavía no lo hemos logrado, pero estamos en ello y se ven ya los frutos de tanta lucha. 
El último en hacerlo ha sido el comunismo chino y bien que les ha ido. Está claro que la perfección no existe y muchos son los que trabajan y pocos los que alcanzan el triunfo, pero bien estará porque el mundo nos mira con sana envidia y nadie quiere volver a la vida anterior. Sin embargo en este momento Oriente Medio tiene difícil solución. Ni siquiera acabar con todo lo que por allí se mueva puede ser en este momento una solución definitiva, puesto que el odio está sembrado desde mucho tiempo atrás y es en este momento cuando está fructificando.
Como tantas cosas de la historia del mundo necesitará de una evolución, que sin duda parece larga. Quizás dentro de cien años, se escriba y se hable de esta etapa, de esta guerra (porque guerra es) entre Occidente y el Islam, gente que en nombre de Dios mata de forma indiscriminada a los que, desde su punto de vista, no son otra cosa que infieles contra los que no se debe consideración ni misericordia. Es su punto de vista, su forma de ver el mundo y a la humanidad que no piensa como ellos. Es un proceso. Siglos atrás también algunos cristianos actuaban de forma parecida. 

Es una guerra de cobardes que luchan amparados por la oscuridad, no plantando cara al enemigo en igualdad de oportunidades. Del mismo modo que el planeta fue asentándose a través de volcanes y terremotos, también sus habitantes hemos de sufrir un proceso de conocimientos y adaptación. Habrán de pasar muchos siglos más, pero yo tengo fe en el ser humano y estoy convencido de que, quizás en el siguiente milenio, la paz y la prosperidad general podrán llegar a todos los pueblos. Quizás sea una utopía que nunca vea la luz, pero soñar es lo que nadie puede quitarnos. ¿Por qué no ha de ser posible vivir en paz, cada cual con su trabajo, con su aportación al bien común?. Aquí nadie sobra, todos somos necesarios. Unos aportan el pan, otros la sal, otros el aceite. Unidos podríamos vivir más y mejor, en completa armonía. Quizás esté lejos pero, ¿por qué no ha de ser posible?.

Relativamente fácil puede ser derrotar a los islámicos que luchan en Oriente Medio contra las tropas locales, máxime si los países afectados son ayudados por los occidentales pero, ¿cómo luchar contra los que han nacido en Occidente y se creen discriminados?. La crisis en la que estamos últimamente inmersos ha dado alas a estos jóvenes insatisfechos, especialmente cuando ven que entre cuatro sinvergüenzas se llevan el beneficio conseguido con el esfuerzo de todos. La solución es difícil. La población está insatisfecha y la juventud sufre más que nadie el descontrol político y económico. ¿Qué puede hacerse contra la llegada de una arenga profética, que les habla de una vida mejor en el más allá?. Nadie puede detener a quien está dispuesto a perder su vida por ello. Hace falta tiempo, mucho tiempo, para estar a salvo de estas cosas...

RAFAEL FABREGAT

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