Aquel 16 de Julio de 1996, sobre las doce del mediodía, el jubilado Dionisio Ávila de 66 años de edad, daba un paseo por las inmediaciones del pueblo con su perrita, al solo objeto de estirar las piernas y no quedarse anquilosado como tantos otros, por simple falta de movilidad.
Dionisio había sido siempre persona activa y aquel día había llegado hasta el paraje de la Loma de Barrero donde se sentaría a la sombra de una de aquellas encinas.
Zona yerma, en medio del inmenso mar de olivos que es la provincia jienense, con cuatro almacenes mal contados de lo que pretendía ser un polígono industrial de gran actividad en tiempos de vacas gordas.
La perrita "Linda" se alteró de pronto y Dionisio dirigió su mirada hacia un objeto extraño, especie de plato hondo del revés, con pequeña cúpula superior y de algo más de tres metros de diámetro, que descansaba sobre cuatro pequeñas patas. Extrañado el jubilado se acercó curioso, pensando que sería algún artefacto de ICONA, viendo por debajo unas luces rojas y blancas que circundaban la base del aparato.
La cúpula tenía ventanas oscuras que no dejaban ver el interior y junto a ellas un dibujo (IOI) que él denominó "palo, cero, palo".
La máquina no tenía nada corriente por lo que, un poco impresionado, se dispuso a volver a su casa con la idea de contarle a su mujer lo que había visto en aquel paseo tan diferente al de otros días. Sin embargo la curiosidad hizo que se volviera para mirarla de nuevo y fue entonces cuando realmente se asustó...
Junto al aparato había tres seres de aspecto humano pero con trajes plateados, tan ajustados que parecían ir desnudos, solo al descubierto el rostro y las manos. La apariencia era la de un hombre y dos mujeres de estatura normal y ojos almendrados, con facciones muy bellas y de aspecto asiático. Una de las mujeres le señaló y le lanzaron lo que el hombre llama "un lucerillo", un pequeño objeto brillante que cayó junto a sus pies. Bajando la vista vio que era una especie de piedra decorada con extraños símbolos y el hombre se agachó a recogerla, pero cuando se levantó con ella en la mano ya no estaban, ni la nave ni los seres que se la lanzaron.
Dionisio no les vio salir, ni entrar al posible vehículo, como tampoco que hubiera puerta alguna de acceso al mismo. Aquellos seres simplemente aparecieron primero y desaparecieron después.
Completamente asustado marchó rápidamente a su casa con la pequeña piedra. Tras contarle a su mujer lo sucedido y después de unos minutos de descanso, ya más relajado, observó que no notaba las molestias que le producían dos úlceras que tenía de tiempo atrás y visitado al día siguiente por el médico éstas habían desaparecido. Dionisio volvió al lugar donde había visto aquellos extraños seres que le habían curado y como única huella de lo acontecido solo quedaba una marca circular de hierba seca.
La huella, del tamaño del extraño vehículo parado junto a la era, permaneció de este modo durante varios años y aquella piedra con extraños símbolos que guarda en su poder es la única prueba de tan extraño fenómeno. Uno de los símbolos de la pequeña piedra es el "IOI" que había visto en el aparato. La noticia de lo sucedido se extendió por la comarca y dio lugar a otras investigaciones de las que, como siempre, solo caben conjeturas que cada cual interpreta a su manera. Lo que nadie podía prever es que la historia volvería a repetirse dos años después. El 25 de Abril del año 1998 y paseando Dionisio, esta vez por la Cañada de la Tienda, observó una especie de bólido en el cielo...
El fenómeno luminoso cruzó por encima del campo de fútbol y el cementerio, cayendo junto a una higuera próxima al lugar donde se encontraba el jubilado. Más precavido esta vez Dionisio no fue directamente al lugar del impacto, sino a un lugar más elevado desde el que divisar lo sucedido. Su sorpresa fue mayúscula al ver un aparato similar al visto dos años atrás. Presa de pánico emprendió la huida hacia el pueblo por si se repetía el encuentro con aquellos extraños seres. Explicado a las autoridades lo sucedido, se personaron en el lugar y hallaron una zona circular de hierba aplastada y amarillenta por desecación, sin otra prueba de presencia extraña.
RAFAEL FABREGAT
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