5 de octubre de 2011

0508- FENICIOS Y CARTAGINESES.

Aunque el historiador romano Apiano, data la fundación de Cartago cuatro siglos antes, la fecha considerada más probable es la que nos dice que fue la princesa Elissar de Tiro (Dido) quién la fundó en el año 814 a.C. Sea como fuere, en el siglo X a.C. la costa oriental del Mediterráneo estaba ocupada por los semitas. La poderosa Grecia llamaba a estos pueblos los fenicios. No eran guerreros y su actividad principal era el comercio terrestre y marítimo por lo que sus puertos eran considerados los más importantes de la época.
Aprovechando unas décadas de oscuridad en la expansión griega, los inventores del vidrio fundaron ciudades y puertos desde el mar Negro hasta Iberia, para dominar los recursos naturales de las diferentes regiones y dar descanso a su flota. En aquellos tiempos la ciudad más importante y capital de los fenicios era Tiro, una península situada a 70 Km. al sur del actual Beirut (Líbano).
Tras la gran expansión de los fenicios, que llegaron a contar con más de 200 colonias, la zona de la que provenían entró en decadencia. Fue entonces cuando la leyenda clásica nos dice que la princesa Dido marchó llevándose la diosa Melkrt y se instaló en las costas tunecinas fundando la ciudad de Cartago como nueva capital y centro de poder. El nombre inicial fue Quart Hadast (ciudad nueva) y el territorio ocupado de 74.000 Km2. (aprox.)

En la segunda mitad del siglo VII a.C. los Cartagineses, hasta entonces tributarios de Tiro, se independizaron y aliándose con los etruscos llegaron a controlar todo el Mediterráneo. El golpe más duro a la cultura fenicia lo llevó a cabo Alejandro Magno en el año 332 a.C. cuando sitió Tiro hasta su rendición siete meses después. Casi toda la población fue pasada a cuchillo y los pocos supervivientes vendidos como esclavos.
Mientras tanto los cartagineses, desentendiéndose de la desgracia de sus hermanos de sangre, seguían en un progreso imparable de control mediterráneo y acumulación de riquezas que aumentaron la población de su territorio en más de 4 millones de personas, una cifra increíble en aquellos tiempos. Baste decir que la mayor parte de sus ciudades coloniales en el mediterráneo, apenas sobrepasaban los 1.000 habitantes. En Iberia, ya sus antepasados los fenicios habían fundado su capital peninsular en Gades (Cádiz) y explotado la riqueza minera, pero a la llegada de los cartagineses los pozos seguían produciendo y sus barcos, para aprovechar al máximo los viajes, ponían anclas de plata que cambiaban por las de hierro a su regreso. Según las fuentes clásicas, en el año 227 a.C. el cartaginés Asdrúbal (hermano de Aníbal) fundó la ciudad de Qart Hadasht (Cartago Nova) actualmente Cartagena y la convirtió en nueva capital cartaginesa en Hispania. También aumentó la dotación de Ebusus (Ibiza) como enclave estratégico para el dominio naval.
El primer choque entre cartagineses y romanos se produjo entre el 261 a.C. y el 241 a.C. en Sicilia. Veinte años de guerra que finalizaron con la victoria de los romanos y el Tratado de Lutacio, que mermaba notablemente las posibilidades de los cartagineses y en el que (a río revuelto...) los romanos aprovecharon para hacerse con el dominio de Córcega y Cerdeña.

Para minimizar las pérdidas, los cartagineses intentaron extender sus dominios en Hispania, acordando con Roma el establecimiento de fronteras en el Ebro, lo que posibilitaba la conquista de Saguntum, aliada de Roma y que destruyó Aníbal en el año 221 a.C. Este hecho llevó a la nueva declaración de guerra de los romanos en el 219 a.C. pero Aníbal no quedó impasible. No pudiendo enfrentarse a Roma por mar, Aníbal se encamina hacia Roma con un ejército de 70.000 hombres y gran número de elefantes de guerra. Cruzó los Alpes en pleno invierno, con gran cantidad de bajas y sobreviviendo solamente tres de sus elefantes. Aníbal llegó a Italia con tan solo 26.000 hombres pero, pillando a los romanos por sorpresa, conquistó sin lucha la ciudad de Turín.
A pesar de que las victorias se sucedieron, Aníbal no atacó Roma y pasó de largo hacia el sur buscando la complicidad de los pueblos griegos intentando aumentar sus recursos. El veterano Fabio Máximo, no pudiendo enfrentarse a la caballería cartaginesa decidió cortarle los suministros devastando los campos de cultivo.
Por fin los romanos consiguieron reunir un ejército que superaba en 30.000 hombres al de Aníbal y prepararon la Batalla de Cannas (218a.C.) pero fueron acorralados y solo 16.000 romanos consiguieron escapar de la masacre. Esta victoria supuso el apoyo a los púnicos de las ciudades del sur, lo que les animó a apartar a los romanos de Sicilia y Cerdeña.

El año 209 a.C. Publio Escipión, aprovechando la diseminación de las fuerzas cartaginesas ataca Hispania; conquista Cartago Nova y Asdrúbal se ve obligado a marchar hacia Italia, con los 30.000 hombres que le quedan, buscando unirse a su hermano Aníbal. Sin embargo los mensajes de Asdrúbal fueron interceptados y cuando éste llegó al punto de encuentro, los romanos le esperaban con los 40.000 hombres más selectos del Imperio. Los romanos acabaron con todos y le llevaron a Aníbal la cabeza de su hermano. Esta derrota era el principio del fin, puesto que los posibles apoyos de Hispania habían sido eliminados. Mientras tanto en Hispania los romanos siguieron conquistando plazas hasta la total recuperación del territorio.
En el 203 a.C. los romanos deciden atacar a Numidia y Cartago obligando a los púnicos a negociar la paz. La primera condición es que Aníbal abandone Italia.
En su viaje de regreso a Cartago, éste rompe el acuerdo y ataca unas naves romanas y la guerra empieza de nuevo, pero ahora los romanos dominan la situación y en la Batalla de Zama Aníbal sufre una fuerte
derrota y es él mismo quien en ese momento decide abandonar la lucha. Aníbal acaba refugiándose primero en la corte Siria y después en Bitinia, al suroeste del Mar Negro, donde finalmente se quita la vida en el año 183 a.C. ante la amenaza del rey Prusias de entregarle a Roma.

Las condiciones de Roma al pueblo de Cartago fueron durísimas: entrega de toda la flota militar, pérdida de todas sus posesiones fuera de territorio africano, 260.000 Kg. de plata, manutención de las fuerzas romanas de ocupación durante tres meses, prohibición de fabricar armas y 100 rehenes escogidos por Escipión que garantizasen el cumplimiento de lo acordado.
A pesar de sus limitaciones militares, Cartago tenía un potencial nato en el comercio y cuando la visitó Catón el Viejo en el 152 a.C. en lugar de ver a un barrio de chozas, como era entonces Roma, solo divisó lujo y ostentación. Catón volvió a Roma enloquecido y esgrimió en el Senado razones sobre las posibilidades de Cartago y el peligro que eso representaba para los romanos. Durante tres años, en cada una de sus intervenciones predicó que en tanto Cartago no fuera destruida, Roma no podría dormir en paz. Al final las razones para su ataque fueron económicas. El comercio cartaginés era el principal competidor de Roma y los aristócratas latifundistas presionaron para llevar a cabo la contienda.

En el año 149 a.C., las malas relaciones con Numidia fueron la excusa para que Roma pidiera a los cartagineses que abandonaran Cartago. Éstos aparentaron aceptar sus órdenes pidiendo un tiempo para hacerlo, pero se dedicaron día y noche a fabricar armas y cuando estuvieron en condiciones de presentar batalla cerraron las puertas de sus murallas. Más de dos años duró el asedio pero en el año 146 a.C. la población estaba tan debilitada y enferma que los romanos consiguieron entrar en la ciudad. Durante seis días y seis noches el pueblo cartaginés se defendió con uñas y dientes, pero finalmente fue derrotado. Los últimos supervivientes de Cartago, unos 5.000, se refugiaron en el templo de Eshmún pero hechos prisioneros fueron vendidos como esclavos. La ciudad fue destruida hasta los cimientos y durante 17 días arada y sembrada de sal.
Sin embargo, cosas de la Historia, entre el 29 y el 44 a.C. Cartago sería reconstruida por el emperador Octavio Augusto en lugar cercano al original y convertida en el principal granero de Roma. Con 400.000 habitantes la ciudad, llamada Julia Cartago, llegó a ser la segunda del Imperio. En el año 425 de nuestra era, fue conquistada por "los vándalos" del rey Genserico que la convirtieron en su capital. Posteriormente, en el año 524, el territorio es conquistado por el general bizantino Belisario, con lo que la antigua ciudad cartaginesa quedó bajo influencia bizantina hasta que en el año 698 éstos fueron atacados por el Califato Omeya. La victoria definitiva no llegó hasta el año 702 cuando Hassan fue apoyado por el califa Abd al-Malik. Una vez más (la última) la ciudad de Cartago fue totalmente destruida y convertida en cantera. Sus piedras, a 16 Km. de su lugar original, forman parte de la actual ciudad de Túnez...

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