El tema de hoy es uno de los apartados especiales dentro del epígrafe de "Grandes Inventos" y sin duda el que supuso el despertar de la Revolución Industrial. Empieza a mediados del siglo XVIII y hasta mediados del XIX, con la invención y desarrollo de la "Máquina de Vapor". En la foto de la derecha vemos un esbozo de su funcionamiento, capaz de mover una rueda y por lo tanto un motor.
Su aplicación fue extraordinaria en el sector textil, pero su máximo exponente fueron los motores para el transporte de viajeros y mercancías, llámese ferrocarril y barcos de gran calado. La entrada de hoy está dedicada al ferrocarril y su desarrollo internacional, tanto en Europa como América, para posteriormente expandirse en las colonias intercontinentales. Indudablemente supuso la mayor transformación tecnológica y social de la humanidad en aquella época. Claro que aquello tan grandioso solo sería la punta del iceberg; el comienzo de un desarrollo impensable que se vería relegado en pocas décadas por la electricidad, una energia más limpia y fácil de producir.
Naturalmente los primeros motores para la industria textil fueron rudimentarios, aparatosos, lentos y poco fiables pero, siendo los primeros, fueron vistos por el sector industrial como la panacea para aumentar la producción con menos mano de obra.
Su empleo supuso un ahorro considerable de los gastos de producción y por lo tanto un abaratamiento del producto final que hizo altamente competitivos a quienes "modernizaron" sus fábricas ya que ello supuso el poder dominar el mercado mundial..
Sin embargo, como se ha dicho anteriormente, en aquel primer momento la aplicación del invento fue aparatosa, altamente mecánica y por ello con frecuentes averías que lastraban la producción. Aún así fueron despedidos multitud de obreros y la producción aumentó condiderablemente.
Aunque también el desarrollo de máquinas para el transporte fue rudimentaria, el ferrocarril tuvo mayor éxito desde el primer momento debido a su potencial para el transporte de cargas pesadas a grandes distancias. También para el desarrolo de las grandes extensiones de países como Estados Unidos, cuyo desarrollo hubiera sido imposible sin la yuda del ferrocarril.
Aunque en principio hubo grandes problemas por la colocación de las vías en terrenos ya adjudicados a determinados propietarios, pronto se dieron cuenta que tener al ferrocarril como vecino, no era un hándicap, sino la mejor de las suertes puesto que revalorizaba el terreno. Téngase en cuenta que estos trenes a vapor podían alcanzar los 140 Km/hora, una velocidad endiablada para aquella época.
Después ya llegaría el gasógeno para el transporte, particular o público, de viajeros. Esta nueva forma de motorización era la transformación de combustibles sólidos en gaseosos, lo que significaba un adelanto en cuanto a limpieza y comodidad en el habitáculo ya que, el aparato se instalaba en el exterior y parte trasera del vehículo.
De forma esquemática consiste en una caldera que, por medio de leña o carbón y tras la inyección de aire y vapor de agua ayuda a la combustión del material a quemar.
El resultado es un gas conocido como gasógeno o gas pobre, suficiente para mover cualquier tipo de vehículo, hasta el punto de ser válido incluso para motos y tractores.
Ante la falta de combustibles derivados del petróleo, tras la II Gerra Mundial más de medio millón de automóviles sustituyeron sus modernos motores de combustión interna. No era la panacea pero, a falta de gasolina y gasóleo, algunos países suvencionaron la investigación e implantación de este medio de locomoción para todo tipo de vehículos, incluídos los camiones para el transporte de mercancías. Una vez más entra en vigor el famoso refrán de que "cuando no hay lomo, todo lo como". Siempre hay una alternativa para todo...
RAFAEL FABREGAT
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