Como buen perro de presa, el gobierno del PSOE no suelta a los Controladores aéreos de la dentellada mortal que les atizó en su día con aquello de la declaración de "Estado de alarma". Mi opinión, ya lo dije en su día, es que hizo muy bien dándoles allí donde más les doliese. De no haberlo hecho de esa forma tan directa y contundente, no creo yo que nadie hubiera volado durante el famoso puente, es más, seguramente aún estaríamos metidos en el embrollo. Ya está bien de tanto cachondeo... El sector más privilegiado del país y siempre jodiendo a los ciudadanos con huelgas y mariconadas sobre el estrés y majaderías varias. ¡El que no esté contento que se vaya! Si el ser trabajadores de primera categoría, con sueldos diez veces superiores al resto de los mortales, no pueden soportarlo, que dejen paso a los miles de jóvenes que con inteligencia igual o superior a la suya no saben donde meter la cabeza. Ellos se prepararán adecuadamente para desarrollar su trabajo y cubrirán gustosos sus puestos.
Sin embargo y contrariamente a lo que algunos hayan podido pensar, al decir que "el Gobierno controla la situación", no me refiero al hecho de tener controlados a ese atajo de gamberros, sino a que situaciones como esta y otras muchas que desgraciadamente se producen cada día, le vienen al Gobierno de maravilla para que la opinión pública se distraiga en otros menesteres y olvide asuntos tan peliagudos como el paro galopante, su derrota en las urnas catalanas y muy especialmente el obligado cese (por falta de fondos) de la ayuda social de 426 € a los parados que hayan agotado la prestación por desempleo. Estaba claro que la ayuda tenía fecha de caducidad y el presidente del Consejo Europeo ha felicitado a Zapatero por la medida.
De todas formas... ¿acaso esperábamos vivir (aunque mal) permanentemente del cuento?. No es necesario que nadie nos diga que la cosa está que da asco, puesto que a la vista está, pero no debemos olvidar que ningún país está, ni ha estado nunca, en situación de atender económica y permanentemente un situación como esta. ¡Habrá que espabilar!, digo yo...
Lo peliagudo de esta situación no es que falte el trabajo. Lo verdaderamente difícil de atajar es que, debido a los diferentes niveles de las economías del resto de países del mundo, no podemos ser competitivos en nada. El mundo apenas tiene fronteras y los conocimientos y las tecnologías están a disposición de todo aquel que pueda pagarlas. El resultado es que mientras haya países con trabajadores a los que les sea suficiente ganar 10 € diarios de sueldo el resto, justamente aquellos que hasta hace cuatro días nos llamaban "los del primer mundo", tendremos que morirnos de hambre puesto que aquí, ¡con 10 euros...! Ni Zapatero ni Rajoy tienen armamento para combatir en esta guerra que no es de modernas armas, sino de precios; mejor dicho, de costes de producción. Problema mayor es que la Globalización es invento de los políticos (ricos) y, siendo ellos los únicos que pueden erradicarla, difícil será que estén por la labor puesto que, si la crearon, fue justamente porque les favorecía. Claro que quizás tampoco ellos preveyeron tan nefasto resultado.
Hasta hace bien poco y mientras en Europa y en Norteamérica nos reíamos de todo y de todos, hasta el punto de que cualquier trabajador de tercera categoría y sin estudios, se permitía el lujo de despreciar muchos de los trabajos que se le ofrecían, millones de personas miraban agradecidas al cielo al conseguir un simple puñado de arroz con el que alimentarse. Eso ha cambiado y (gracias a la globalización) aquellos desgraciados que no tenían otro trabajo y otra forma de vida que criar en sus asiáticas terrazas el simple arroz con el que sustentarse, actualmente fabrican ropa para las firmas más prestigiosas, televisores de alta definición de primeras marcas mundiales, coches de alta gama y hasta microprocesadores para todas las multinacionales electrónicas de élite. Yo no sé si habrá Dios pero, cuando pasan cosas como esta, se da uno cuenta de que Demonios sí los hay.
Capacitados para fabricar la mayor ingeniería que pueda equipar los satélites que se lanzan al espacio, más fácilmente pueden fabricar un robot de cocina y todo lo necesario para la casa; desde el más sofisticado mueble al más sencillo artículo de menaje.
¡Y pretendían que los 1.300 millones de chinos se convirtieran en clientes de nuestros productos...! No hay inteligencia más clara que la que el hambre provoca, ni mayor torpeza que la que un estómago satisfecho origina.
Ojo, nadie dice que estas gentes no tuvieran derecho a progresar... Sin embargo no fueron ellos los que espabilaron, ni los inventores por tanto de la globalización; los inventores del asunto fueron los americanos y los europeos que, al percatarse de que las puertas de China estaban abiertas, persiguieron la riqueza absoluta y el control total llevando allí sus industrias. Sí amigos, como todo, la globalización es idea de ricos para hacerse más ricos aún. Disponiendo de trabajadores que ganando la cuarta parte, trabajan el doble... ¿quien haría ascos? Sin embargo, ellos tan inteligentes, olvidaron que cuando la cuerda se tensa demasiado se rompe y que, aunque se pueda hacer un nudo y continuar, ya nada será como antes.
Es increíble que la humanidad, tan inteligente en unas cosas, lo sea tan poco en otras. No hay memoria histórica... y no la hay porque la avaricia de riqueza y poder nubla la vista de los humanos. Esta situación de crisis no es nueva; lo es en cuanto a su magnitud porque nunca hasta ahora se había organizado una "timba" de estas dimensiones, pero ha pasado otras veces. Son varios los "cracks" que la economía sufrió a lo largo del siglo pasado, pero ninguna tan importante y similar a la actual, como la de 1.929. Aunque China todavía no había invadido con sus artículos el mercado mundial, basta documentarse al respecto para ver la similitud del "Crack del 29" con la "Crisis del 2008", lo que viene a decir que lo que está hundiendo al mundo no es que las gentes del "tercer mundo" coman por fin, aunque todo ayuda.
Como en 1.929, la especulación es la causante del problema, pero la falta de mercado para los productos fabricados en el "primer mundo", ayuda y mucho a ralentizar la recuperación.
Los gobernantes deberían haber vislumbrado la problemática que ocasionaría la apertura de fronteras, en un mundo con economías tan diferentes. Sin embargo la culpa no es del ambicioso que propone aquello que le beneficia, sino de los que permiten que se salga con la suya.
La suerte ya está echada y los ambiciosos especuladores por un lado y los movimientos expansionistas de los países asiáticos por otro, han frenado nuestra economía a niveles asfixiantes. La solución a toda esta problemática no será fácil ni rápida. En 1.929, la crisis duró más de 10 años en la mayoría de los países, en otros casi dos décadas, hasta desembocar en la segunda guerra mundial.
Esperemos que no sea necesario llegar a estos extremos pero, cuando falta la comida, la gente sacamos nuestro instinto de supervivencia, o sea, lo peor de nosotros mismos.
En comparación con los países del Este, trabajamos poco, caro y mal. En este momento ni en la industria ni en la agricultura somos competitivos, motivo por el cual no podemos vender en el exterior. Ignoro donde estará la solución, pero no creo yo que nadie esté por la labor de implantar aquello de trabajar más y ganar menos...
EL ÚLTIMO CONDILL
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