A pesar de los malos tiempos que estamos atravesando, para bien o para mal (creo que para bien), Cabanes tiene pocas noticias que dar. A lo sumo alguna reseña en el periódico que, deseoso de llenar páginas y a falta de noticias importantes, nos remacha una y otra vez sobre temas tan reiterativos como la baja rentabilidad del campo, el aeropuerto de Vilanova que no acaba de despegar, la paralización de las obras de la autovía CV-10 por la liberalización de la AP-7 o la interminable crisis que en lugar de aliviarse, se verá aumentada por un gobierno actual social-comunista que basa su estrategia de mandato en aumentar el gasto y rebajar los ingresos. En fin, veremos qué pasa... Cabanes es un pueblo tranquilo, habitado por gente mayoritariamente tranquila. Solo cuatro "ovejas negras" lo habitaban, pero éstas van muriendo y la juventud actual, más culta e inclinada hacia el estudio y el deporte, está más pendiente de prepararse para un competitivo futuro que para perder el tiempo en rencillas personales y políticas.
Con esta nueva y sana generación, es de esperar que la raza de "ovejas negras" se acabe y que, gracias a su excelente leche, los corderos nacidos sean también gente sana, preocupada por la buena salud de su pueblo y por fundar una familia competitiva y capaz en todos los órdenes de la vida. Con la tranquilidad que da la gente de bien, el pueblo vive una etapa que si no es de plena prosperidad por el problema mundial que a todos nos afecta, sí lo es de paz y sosiego. Acabaron las ilícitas aspiraciones de unos y las pretensiones de otros. Supongo que a determinada edad también este tipo de personajes se dan cuenta que, para los cuatro días que estamos en este mundo, no son necesarias tantas ambiciones y maldades. Para llegar a una meta, lamentablemente corta, no es imprescindible pisar la cabeza de nadie, entre otras cosas porque la meta no merece tanto la pena, para el daño que has de causar a los demás para lograrla.
Y si después de toda una vida no se da uno cuenta de ello, es porque realmente es tan mala persona como a lo largo de su vida ha demostrado ser.
Los que entonces no aspiraban ni pretendían, en este momento menos todavía lo hacen, cosa que aumenta más si cabe la paz del espíritu general y la tranquilidad de los ánimos. Lo que cada cual somos, no es menester pregonarlo ni que lo hagan los demás. A nadie vamos a engañar a estas alturas. La vida pone a cada cual en su sitio, puesto que nadie es tan buen actor como para representar toda la vida una comedia y resultar creíble. Nos parece corta, pero la vida es lo suficientemente larga como para que todos se den cuenta de lo que realmente somos cada uno de nosotros. Aunque cada uno es diferente a los demás, en realidad solo hay tres clases de personas: Los buenos, los malos y los demás. Yo, perdón por la petulancia, creo ser de la tercera clase. Si tuve algún gen despistado de nacimiento, la vida me enseñó prontamente que ni era bueno ni servía para malo, lo cual me facilitó mucho las cosas.
Cada uno tiene que ser consecuente consigo mismo y, visto lo visto, yo solo servía para ser de "los demás". Pero ¡ojo!, serlo no implica ser mudo ni ciego. Se trata simplemente de vivir para ti y para los tuyos, sin protagonismos. Una opción que, para el grupo tercero, es sin duda la mejor.
Vista la luz y para más rabia de quienes mal te quieren, en más de una ocasión, lejos de empujarte al precipicio que es lo que pretenden, lo hacen hacia la cima de montañas que jamás pensaste poder escalar. Simples dunas claro, pero suficientes cuando hay escasa ambición. A esta clase de "personajillos", a quienes ningún mal es necesario hacerles para que ellos vilmente te traten, no vamos naturalmente a agradecerles las metas conseguidas. Llegar a ellas es fruto del esfuerzo personal de cada cual y de la notable ayuda de quienes hay alrededor.
Como en el periódico, a falta de noticias con las que llenar las habituales páginas del ejemplar, se inserta una editorial a cargo del director, el amiguete de turno, el lameculos de rigor y todo aquel que tenga algo que criticar ya que, las cosas buenas no son noticia. Tampoco yo tengo noticias de Cabanes que dar. La mejor noticia es que no hay noticias, porque... Ya no es noticia que uno cualquiera, a pesar de los "remozamientos de fachada" que haga su mujer, se busque una querida más delgada pero con las pieles colgando.
Tampoco es noticia que una joven se quede embarazada sin tener novio; ni lo es que una pareja se vayan a vivir juntos sin casarse y menos todavía que algunos rompan su matrimonio para irse con una rumana. Esas noticias, antes comidilla durante semanas de toda la concurrencia en bares, barberías, lavaderos públicos y perpetuos corrillos de mujeres desocupadas, ya no lo son. Nos hemos modernizado y actualmente es mayor el número de parejas que se ponen a vivir juntas sin más, que aquellas que se casan; y más los casamientos civiles que los que se hacen por la Iglesia; también son más cada día los que se quedan solteros ya que, visto el número de separaciones, lo de casarse para estabilizar la vida ya ha dejado de ser efectivo. En fin, no sé yo si esta forma de tomarse la vida es la mejor. Mi opinión personal es que se han perdido los valores y que sin ellos el camino no será precisamente más fácil. Como en todas las cosas de la vida, libertad si, pero quizás (solo quizás) nos estemos pasando de la raya.
Todos hemos tenido nuestros más y nuestros menos con la parienta, acompañados de unas horas o días de morros que, al final terminan haciéndote ver que (normalmente) con nadie estás mejor que con tu pareja.
Es lamentable que, muchas veces por tonterías, se rompan parejas o matrimonios (muchas veces con hijos de por medio) por una falta de paciencia y comprensión. Vuelvo a repetir que la vida son cuatro días y no ese el mejor camino para aprovecharla al máximo. Comparo este proceder al del agricultor que, tras varios años criando un huerto de naranjos, se da cuenta que ha salido una variedad con mejor precio y procede a injertarlo, cortando sus ramas y quedando sin producción. Aparte los años de cosecha perdida, cuando la nueva variedad empieza a producir de forma generalizada, baja su precio al tiempo que otra nueva sale al mercado... ¡y vuelta a empezar!. Quien sigue esa dinámica no tiene nunca cosecha, ni precio... Ahora ya, cada cual que haga con su vida (y con su huerto) lo que quiera.
RAFAEL FABREGAT
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