Especialmente, si practicas algún deporte de riesgo, la cabeza (el cerebro) tiene que estar bién protegida. El cráneo es duro, pero el cerebro es frágil y muy delicado. Dormir menos de 7 horas diarias también puede afectar a nuestra memoria, así como el estar expuesto todo el día a la atmósfera contaminada de las ciudades. Ventilación rápida y nocturna de la casa y ventanas cerradas durante el día. El estrés es malo para las neuronas, de forma continuada puede incluso matarlas. La ingesta habitual y abusiva de nicotina, alcohol, drogas y cafeína reduce el riego sanguíneo del cerebro un 25%. Atención pues al abuso de cualquier droga.
En cuanto a la alimentación, comer sano es primordial. Salvo que haya impedimentos de salud, hay que decir que la glucosa es el principal sustento del cerebro. Las vitaminas B1, B6, B9 y B12 facilitan la asimilación de la glucosa de la comida, la sintetizan, oxigenan el cerebro y previenen accidentes cerebrovasculares. Es conveniente que dicha alimentación contenga también Omega 3, magnesio y hierro. Con ello mejora la comunicación entre las neuronas y mantiene la correcta actividad de los glóbulos rojos. Que nadie se asuste por lo dicho, ya que se trata de comer variado y sano: Carne, pescado, huevos, lácteos, legumbres, frutos secos y frutas y verduras. La vitamina B1,B6 y B9 se encuentran en los vegetales y la B12 es de origen animal.
Lo más sano para un cerebro relajado y feliz es tener mucho sexo. Mínimo una vez a la semana, pero mejor dos o tres veces, pero siempre sin agobios, ya que depende también del cansancio que la actividad laboral pueda producir. El sexo es lo que más relaja al cerebro. Y no solo eso, sino que hace a la mujer más fértil y regula el ciclo menstrual, acorta el tiempo de menstruación y retrasa la menopausia. Lo más importante es que aumenta los niveles de estrógenos en sangre. El déficit de estas hormonas merma la memoria y la capacidad cerebral en general. Está demostrado que una actitud positiva ante las circunstancias de la vida poseen un efecto calmante en el cerebro, de la misma manera que el pensar de forma negativa inflama las áreas del cerebro que producen la depresión y la ansiedad.
La persona exageradamente preocupada en problemas todavía no sucedidos, agobian al cerebro. Es mejor ver siempre el vaso medio lleno y nunca medio vacío. Claro que uno no piensa lo que quiere y es muy difícil cambiar la forma de ser. Otra cosa interesante es ejercitar el cerebro, de la misma manera que se ejercita el cuerpo, con el trabajo o el deporte. Cuanto más se usa, mayor es su rendimiento, de tal manera que la rutina es el peor enemigo. La música relajada y escuchada de forma suave, también calma al cerebro y aumenta la concentración. Aunque estemos bien, es conveniente ir una par de veces al año a visitar al médico. Un 25% de las personas acabaremos teniendo algún problema mental a lo largo de nuestra vida, así que mejor prevenir que curar. Un chequeo anual sería lo adecuado.
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