Muchas veces se ha hablado y se habla, con cierto escepticismo, de la posibilidad de que haya vida exterior más allá de nuestro sistema solar y de nuestra galaxia.
Naturalmente que sí. Sería impensable que ante los millones de galaxias existentes (no se conoce final), cada una con millones de estrellas y cada estrella con probables planetas y lunas que giran a su alrededor, no se hubieran dado en ningún lugar condiciones parecidas a las que crearon la vida que aquí existe. Máxime cuando el origen y materias primas de que están formados todos los cuerpos del universo son más o menos parecidos.
Sería un gesto de orgullo desmesurado pensar que estamos solos. Solo la creencia en el Dios que tantas veces se nos ha pregonado, permitiría pensar que somos sus hijos privilegiados y que, como tales, estamos en este lugar exclusivo del Universo ganándonos el Cielo con el sufrimiento y vicisitudes que la vida diaria representa.
Para bien o para mal, en los países adelantados las religiones están ya prácticamente obsoletas y con todo el dolor de mi corazón, que prefiriría que la eventualidad de un Dios misericordioso fuera cierta, creo tristemente que solo se vive una vez. Que por alguna extraña razón, que escapa a nuestro entendimiento, estamos aquí y hay una vida que vivir de la mejor forma posible, procurando no perjudicar a nadie. Esa y no otra es la meta de la gente de bien, no toda por cierto.
Como he dicho antes, desde mi humilde punto de vista, no estamos solos. Es más, seguramente son cientos, miles de planetas los que puede haber habitados por seres iguales o diferentes a nosotros, en ese universo infinito del que lo ignoramos casi todo. Simplemente ocurre que las distancias son inalcanzables de forma mecánica y solo la misma naturaleza podrá, en un momento dado, acercarnos unos a otros si se dan las condiciones necesarias para ello; cosa impensable teniendo en cuenta que los astrónomos nos dicen que los cuerpos celestes se apartan unos de otros cada día más.
Será muy difícil, largo y costoso (por no decir imposible) que seamos nosotros, o ellos, quienes nos acerquemos a conocer a nuestros "hermanos" extraterrestres. Harían falta conocimientos y medios que, en estos momentos, somos incapaces incluso de imaginar y que puede darse el caso de que no se produzcan nunca. Será seguramente más fácil que sea la propia naturaleza la que nos acerque unos a otros. Si ello no ocurre, que es lo más probable, no nos veremos nunca pero yo y muchos como yo, seguiremos pensando que nuestros "hermanos" existen y están en algún lugar del universo, también pensando como nosotros en la posibilidad de tener almas gemelas.
Unos días atrás me decía un amigo algo que me resultó chocante y que invita a la reflexión. Estas palabras no son ni mucho menos textuales, pero en el fondo venía a decir que...
- A los extraterrestres no hay que buscarles. ¡Ya están aquí!.
Todos los animales, grandes y pequeños que hay en nuestro planeta tienen algo en común. Viven con el único objetivo de alimentarse y reproducirse, sin miras a cambiar su ancestral comportamiento. Solo nosotros los humanos somos diferentes, buscando la mejora y el progreso en todos los campos. Sin duda alguna, somos diferentes al resto de los seres que pueblan la Tierra.
Es que... ¿somos de otro planeta?
Si así fuera, no solo cabría preguntarse de dónde procedemos, sino que también habría que pensar que ya no hace falta buscar vida extraterrestre.
Los extraterrestres están aquí... ¡somos nosotros!.
RAFAEL FABREGAT
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