A la part baixa del poble i carrer de Castelló,
hi ha una xicoteta placeta
a la que ningú preste atenció.
Sin embargo es de historia antiga
i bon record, per a alcaldes de bona voluntat,
que pensaben en la gent del poble
i les seves necesitats.
Insuficientes los pozos abiertos dentro del casco urbano, en tiempos de gran escasez de agua y economía poco boyante, las autoridades de Cabanes mandaron excavar, entre otros, un pozo a las afueras del pueblo, lindantes con el colegio actual. Con métodos rudimentarios (una pequeña bomba eólica) consiguieron que el agua aflorara a la superficie tan solo con la simple brisa marina que, cada día, llega a nuestro pueblo desde la costa. Una ayuda más para mitigar la escasez histórica de tan necesario elemento, como es el agua.
No va a acabar ahí la cosa ya que, aprovechando el desnivel propio del terreno, trasladaron el corto pero ansiado caudal a extramuros del pueblo, mediante una larga cava subterránea, levantando una bonita fuente actualmente llamada "Font Vella". A partir de ese momento, la calle que la acogía pasó a llamarse coloquialmente "carrer de La Font". El mantenimiento de dicha cava, e incluso la misma "Font Vella", fueron casi abandonados a su suerte a partir del momento en que, en 1925, se instaló en la "Plaça dels Hostals" la fuente llamada del Buensuceso y de la que brotó el agua procedente del barranco de "Les Santes" y finca del "Racó dels Pardos", creándose entonces los Lavaderos Públicos.
Sin embargo, hasta que esa agua llegó a la población, para más comodidad de los vecinos próximos a la Carretera de Zaragoza (calle de las Eras y parte final de las calles "Castelló" y "de la Font") se instaló una sencilla tubería que trasladaba una parte del agua de la Font Vella a la citada placita, confluencia de las calles Castelló, Eres y Font. Para crear un entorno agradable y bonito, se plantaron chopos blancos, acacias y moreras en su perímetro y en el centro una pequeña pero bonita fuente de granito, con el escudo de Cabanes con sus tres emblemáticas torres. Debajo del mismo, un grifo de botón para que no se desperdiciara ni una sola gota del preciado líquido. Pero el tiempo pasa y la memoria es corta y desigual, según quien mande.... Muchos años después, otro alcalde que presumía de estar siempre al lado de los más necesitados, arrancó todos los árboles y la fuente en cuestión.
La fuente desapareció por arte de magia, pues en los escombros de la obra no se encontró. Lo sabe quien escribe este artículo puesto que, previo permiso municipal, convirtió en leña para calentar su casa los árboles arrancados que, junto a la tierra y restos de las obras, fueron depositados junto al cauce del "Ravatxol" a la altura del Molinet del Vent. En esa fecha todavía no había sitio oficial para depositar "inertes". La guinda del despropósito fue que, queriendo mejorar la imagen de la plaza de la Iglesia y de la calle de San Vicente, donde vivían algunas de las familias más influyentes del pueblo, se instalaron unas jardineras, de tan mal gusto que parecían (y parecen) ataúdes. Las quejas de vecindario tan ilustre no se hicieron esperar pero el alcalde, con buen criterio, no quiso lanzarlas como vulgares escombros, para no recibir las críticas de sus opositores políticos. Y...¿Cual dirían ustedes que fue la solución...? ¡Pues instalarlas en la placeta "a la que ningú preste atenció"!.
Por lo visto, los pobres tenemos mucho más aguante...
RAFAEL FABREGAT
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