Con una superficie plana de más de 11 Km. de distancia, sin obstáculo alguno, los diferentes vehículos se lanzan a velocidades endiabladas imposibles de igualar en un circuito de carreras. Hay lugares parecidos en el mundo, pero ninguno que supere las condiciones de este lago salado. Se trata de vehículos especiales, capaces de superar los 600 Km./h. y que necesitan por tanto distancias de 10 o más kilómetros para alcanzar su velocidad máxima. El lago salado de Bonneville es uno de los lugares más adecuados de Norteamérica para llevar a cabo estas prácticas y es por ello que se ha convertido en lugar de cita anual para esta prueba. A esas velocidades cualquier imperfección del suelo podría provocar accidentes de consecuencias dramáticas.
Para la medición de tal velocidad es también necesario el empleo de cronómetros de última generación con errores máximos de milésimas de segundo.
Bonneville Speed Week es el punto culminante anual, la semana de la velocidad durante la que cualquier cosa es posible. Naturalmente cada día se hace más difícil mejorar los récords que se van alcanzando, pero siempre hay algún dato de mejora con respecto al año anterior en una u otra disciplina puesto que hay motos, camiones y coches de diferentes tipos, algunos casi cohetes. No se sabe donde está el techo. Cada año, a mediados de Octubre, los aficionados se reúnen en este lugar para intentar batir algún récord. El actual está en 481 Km./hora.
Esta especie de circuito de pruebas, que no de carreras, fue descubierto en su utilización por un grupo de jóvenes que en 1949 fueron a ese lugar para probar sus "hot rod". Esta expresión fue acuñada por las mafias norteamericanas en tiempos de la "ley seca" y se refiere a automóviles con motores modificados que alcanzan mayor potencia y velocidad y que utilizaban los gangsters para burlar a la policía en sus persecuciones. Los hay nuevos y también viejos pero, como es lógico, se trata siempre de vehículos que no pueden utilizarse para el uso normal por carretera y a los que se mejora constantemente con el fin de aumentar su rendimiento.
El evento está organizado por categorías, diferentes tipos de vehículo y cilindradas. Entre Agosto y Septiembre se permite realizar pruebas en el lago salado de Bonneville. La pista está dividida en ocho tramos de una milla cada uno. El récord oficial es la velocidad media alcanzada dentro de esa milla, aunque se permite tomar impulso antes de llegar a ella. En Bonneville han corrido vehículos que superaban los 900 Km./h. pero estos vehículos no están autorizados porque son muy pesados para la superficie salina. Para las pruebas oficiales no hay una fecha fija pues hay que esperar a que el lago esté completamente seco. Los participantes, llegan de la mayor parte de los estados e incluso de fuera de los Estados Unidos.
Esta moda comenzó a finales de la década de 1930 al darse cuenta los fabricantes de que el comprador demandaba cada día más potencia. Especialmente Ford fue el fabricante que dió satisfacción a quienes gustaban de llevar a cabo algunas competiciones de velocidad entre particulares. Tras el fin de la II Guerra Mundial el interés por estas competiciones volvió con fuerzas renovadas y con motores mucho más potentes. También el poder adquisitivo había crecido y con él la necesidad de mejorar los vehículos hasta entonces disponibles. El parque móvil fue mejorado sustancialmente y las porfías continuaron acrecentándose. Actualmente hay restauraciones que pueden dar lugar a facturas que superan los 200.000 dólares.
Si no para competir, las Salinas de Bonneville, son el lugar adecuado para lucir estas maravillas de cuatro ruedas que son el deleite de todos los que allí se reúnen cada año. No solo se trata de competir en velocidad, sin también en el lucimiento personal del vehículo mejor equipado, con los mejores cromados, la pintura más personalizada y la tecnología más sofisticada. Cualquiera de estos coches aparentemente antiguos, posee motores de 400/600 caballos, 6/8V de inyección electrónica, suspensión independiente a las cuatro ruedas, frenos antibloqueo y cambio de última generación. Todo cuanto la cartera permita está a disposición del caprichoso cliente. Ya lo dice el refrán: "Poderoso caballero, es Don Dinero"...
RAFAEL FABREGAT
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