Sucede en días de intenso frío, cuando las minúsculas gotitas de agua que hay en el aire se congelan y reflejan cualquier foco de luz, tanto del cielo como de la tierra. La explicación no puede ser más fácil y comprensible para todos, pero el hecho de conocer la procedencia del fenómeno no resta belleza e importancia a esta imagen impactante y estremecedora al mismo tiempo.
Aunque hemos citado el pueblo de Sigulda, en Letonia, no hay que viajar tan lejos para disfrutar de tan precioso fenómeno natural. Con que tengamos cerca un entorno de características parecidas, lo veremos igualmente. Necesitamos, eso sí, una atmósfera húmeda y muy fría y luces que se reflejen sobre esas minúsculas partículas de hielo en suspensión. Claro que, para quienes tengan cerca de su casa este fenómeno particular, ya no supondrá novedad alguna.
Los que tenemos el privilegio de habitar zonas más cálidas del planeta, miramos extasiados este fenómeno natural y hasta tenemos una cierta envidia de quienes lo ven a menudo pero aún así (al menos yo) creo que me quedaré con las ganas, pues el calorcito de los días soleados y las noches con 18/20ºC tomándome una cerveza fría en una terraza junto al mar, me apetece más todavía. Dejemos pues que este bello fenómeno lo disfruten todos aquellos que viven en entornos tan fríos como el de Letonia pues todo no se puede tener en la vida.
Aquí en el antiguo Reino de Valencia, rodeados de naranjos y almendros y con el mar besando a cada segundo nuestras playas, las columnas que vemos no son de hielo precisamente, sino otras bien distintas, más cálidas y no menos espectaculares.
Está claro que hay gustos para todo y no hay nada que decir al respecto. Las "columnas del cielo" son preciosas, ¡sí señor! nadie puede negarlo pero, yo ¿qué quieren que les diga?. Las que tenemos por aquí tampoco están nada mal y puestos a elegir...
Nada, nada, ¡que me quedo donde estoy!.
RAFAEL FABREGAT
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