Lo que actualmente es una simple colina repleta de ruinas, con escaso valor aparente, fue hace miles de años una ciudad importante hasta el punto de aparecer en los escritos cuneiformes e incluso en los jeroglíficos egipcios. Son las ruinas de la antigua Mageddo, situadas a 90 Km. al norte de la ciudad de Jerusalén y a 31 Km. de Haifa. En las tablillas de arcilla encontradas en la ciudad de Amarna, la ciudad de Mageddo se cita como cruce de caminos y principal punto de descanso de los viajeros de la antigüedad, así como lugar de parada de los ejércitos egipcios en las campañas de Siria.
Desde lo alto de la ciudad se dominaban las vías de comunicación que atravesaban el Valle de Jezreel, entre ellos la salida del desfiladero del Monte Carmelo y los viajeros que iban al Tabor. Según la Biblia, el Valle del Jezreel será el escenario del Apocalipsis del fin del mundo. El lugar donde se librará la batalla entre las fuerzas del bien y del mal dirigidas respectivamente por Jesucristo y Satanás. La batalla de Armagedón, una palabra hebrea que significa monte Megido, nombre del montículo donde se ubicaba la ciudad que nos ocupa en esta entrada y mirador de múltiples batallas de la Historia.
Una de las más antiguas batallas desarrolladas en las proximidades de Megido fue la entablada en el siglo XV a.C. por el faraón Tutmosis III contra los rebeldes cananeos. Otra también muy importante llevada a cabo en el mismo lugar y en el año 609 a.C. fue la que enfrentó a Egipto con Judea. Durante la ocupación romana, éstos rebautizaron esta ciudad con el nombre de Ledjun. Sin embargo la batalla más cruenta de cuantas se han celebrado en el Valle de Jezreel tuvo lugar en 1918, durante la Primera Guerra Mundial, cuando el ejército británico dirigido por el general Edmund Allenby aplastó a los ejércitos otomanos instalados en el valle y a las orillas del Jordán, dirigidos por el alemán Liman von Sanders.
Con una historia de casi 6.000 años, las ruinas de Megido están consideradas como valioso Patrimonio de la Humanidad. Buena parte del montículo no es natural, sino la acumulación de los diferentes materiales constructivos y su erosión a lo largo de casi cuarenta siglos. Las catas han puesto al descubierto 26 estratos de antiguos asentamientos que junto a las referencias históricas del lugar y los motivos geográficos y teológicos del asentamiento le dan la más alta valoración e interés. Curiosamente y a pesar de su lejanía en el tiempo, la batalla del siglo XV a.C. entre egipcios y cananeos es una de las mejor documentadas de la antigüedad.
RAFAEL FABREGAT
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