31 de octubre de 2025

3260- PERO, ¿EXISTIÓ CAPERUCITA ROJA?.

 
Pues sí, sí, amigos. Caperucita existió, pero ese no era su nombre. Se llamaba Marie Mignet y era francesa, pero vamos a contar la historia en detalle...
Parece ser que en la Francia del siglo XVII se pusieron de moda los "cuentos de hadas" y la Corte de Luís XIV no podía quedar al margen de cuentos nuevos y sugerentes. La nobleza se aburría y siempre se aceptaba que damas y caballeros llegaran de vez en cuando con uno de esos cuentos que distraían tertulias tan anodinas y más aún al diseccionarlos, ya que siempre tenían una especie de trasfondo o historia real, que servía de base para la narración y el entretenimiento. El cuento de Caperucita Roja fué uno más de esos cuentos y nos interesa conocer pues el trasfondo que dió pié a la creación de este cuento tan popular. 


El literato y creador de este cuento fue Charles Perrault que, tras escribir con escaso éxito para los adultos, se dedicó a los cuentos populares y a los infantiles, en los que finalmente triunfó. La mayoría de estos cuentos tenían orígenes antiguos, pero se adaptaban a las circunstancias del siglo XVII, para darles una cierta credibilidad y así sucede con el cuento de Caperucita que, además de evocar el mundo rural de la Francia de ese siglo, tuvo como punto de partida un hecho acaecido unos años antes de su publicación. 
Caperucita Roja es la historia de una niña de 11 años, Marie Mignet, que vivía con su madre en una casa próxima al bosque. Su madre le pidió un día que llevara algunos alimentos a su abuelita con problemas de la edad y que vivía en una aldea próxima, al otro lado de la arboleda. 


Europa pasaba en esa época por la "Pequeña Edad del Hielo" y las bajas temperaturas provocaban dolores en las articulaciones de la gente mayor. En la cesta que portaba la niña había, entre otras cosas, una torta para untar con mantequilla. Un alimento altamente calórico que aliviaría sin duda los problemas de la abuela. 
En aquellos tiempos, la gente común tenía prohibido llevar encima cualquier tipo de arma. Solamente los nobles podían ir armados, pero "el lobo" de Perrault no atacó de inmediato a la niña porque en las proximidades había leñadores y éstos, a causa de su trabajo, si estaban autorizados a llevar armas. 


Por otro lado, los pobres y miembros de una misma familia solían dormir en una sola habitación, porque no tenían otra y por lo tanto no es de extrañar que Perrault contase que el lobo le pidió a la niña que, al llegar a la casa de su abuelita se acueste en la cama con ella. 
Los lobos esquivan la presencia de los humanos, pero la expansión humana hace que sus zonas salvajes se redujeran y la escasez de alimentos hizo que se aproximasen a las aldeas para buscar comida. Así pues Perrault describe al lobo como un animal manso puesto que en el siglo XVII se atribuía al lobo una mansedumbre fingida que les permitiera aproximarse a la posible comida.


Charles Perrault tenía 4 años cuando en 1632 los diarios informaron que un lobo había matado a varias personas a consecuencia de lo cual el temor invadió a la población rural. Se sumó a ello que, entre 1687 y 1695 se repitieron varios ataques de lobos que impresionaron a la Corte. Una de las víctimas, Marie Mignet fue una niña de once años que fue devorada por los lobos. El caso provocó un especial revuelo puesto que de la niña solo encontraron la cabeza que quedó intacta. La macabra historia ocupó las conversaciones del pueblo y de la Corte durante meses y Perrault, una vez más, aprovechó para hacer un cuento del trágico episodio, ya que el famoso cuento refleja sin duda la vida cotidiana de muchas niñas en el medio rural del siglo XVII en Francia y en cualquier lugar de Europa.

Rafael Fabregat Condill

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