21 de octubre de 2025

3251- CASO DEL "HOMBRE DE VITRUVIO".


Hacia 1490 el gran genio Leonardo Da Vinci creó una de sus ilustraciones más emblemáticas: "El hombre de Vitrubio". Un hombre de proporciones ideales, que busca la perfección matemática y anatómica, dentro de un círculo y un cuadrado. Fusión del arte, la ciencia y la geometría en una sola imagen. Una incógnita hasta ahora, para historiadores y matemáticos. ¿Qué pretendía Da Vinci al crear esta imagen?. Pues hoy, 500 años después el código ha sido resuelto: El código geométrico. Un rompecabezas que Leonardo había  dejado oculto en su obra.


Es el boceto de un hombre en dos posiciones, superpuestas dentro de un cuadrado y un círculo, inspirado en los textos de Marco Vitrubio Polión sobre las medidas perfectas del cuerpo humano. Una tesis sobre el lugar que los humanos ocupan en el cosmos. Los matemáticos no entendían el cómo y el por qué de colocar la figura humana dentro de un círculo y un cuadrado, pero Da Vinci lo hizo, aunque sin explicar cómo. El concepto parece sencillo, pero no lo es. A mediados del año 20 a.C. Vitrubio dejó la pregunta sin respuesta. Según un dentista londinense (Rory Mc Sweeney) el secreto está en el centro de las piernas de la figura...


Se trata de dibujar un triángulo equilátero. Esa simple frase, siempre descartada como floritura poética, ha sido identificada como la pista que llevaba a su resolución, es el mismo diseño que muestra frecuentemente la naturaleza. El triángulo de Bonwill, es el triangulo equilátero que forma la mandíbula ideal. Un principio geométrico establecido en 1864 por el dentista e investigador estadounidense Wiliam Bonwill, cuyo objetivo era comprender el funcionamiento de la mandíbula humana ideal y que ha funcionado desde entonces para la fabricación de prótesis dentales y articulaciones. Al replicar ese triángulo seis veces, se crea un patrón hexagonal que refleja la proporción entre el cuadrado y el círculo.


Ese valor de 1,64 es la proporción, casi perfecta, conocida como "tetraédica", una constante que aparece en las estructuras naturales más eficientes, como los cristales atómicos, la nieve, o la arquitectura craneofacial humana. Los matemáticos habían pensado que Da Vinci había basado su composición en la proporción 1,618, una constante matemática asociada a la belleza, que puede apreciarse en las galaxias y en las plantas, pero su estudio demostró que esa proporción áurea no encaja con las medidas reales ya que el triángulo equilátero da un valor de 1,64. El descubrimiento cambia nuestra forma de entender a Da Vinci, un sabio de una capacidad increíble para su tiempo.

Rafael Fabregat Condill

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