Un año muy crítico para la nación inglesa. Todo fue provocado por Oliver Cromwell, un político y militar inglés que se hizo famoso en las Guerras de los Tres Reinos y que fue uno de los principales inductores de la ejecución del rey Carlos I de Inglaterra y Escocia en 1649, provocando que Inglaterra, Escocia e Irlanda se convirtieran en una República e imponiendo su liderazgo en la misma, desde 1653 hasta su muerte en 1658. Líder del puritarismo no fue responsable directo de la prohibición de la Navidad, pero tampoco hizo nada por restaurarla.
Los puritanos que Cromwell lideraba eran una rama radical de la Nueva Iglesia de Inglaterra cuyo objetivo era la implantación de una sociedad regida por la Biblia, pero sin las tradiciones del pasado, entre las que estaba la Navidad, una fiesta que los puritanos veían con malos ojos por sus raíces paganas. Como ya se sabe, la Navidad nació de las Saturnales romanas y el Yule vikingo, cuyo culto era para ellos una idolatría. Las Navidades eran fiesta popular en la Inglaterra del siglo XVII, especialmente en el periodo Tudor, donde el rey celebraba banquetes durante los 12 días que van desde Nochebuena hasta Año Nuevo.
Sin embargo tanta fiesta y tanta bebida pronto derivó en el desgobierno, inventándose actividades en las que hombres y mujeres intercambiaban sus vestidos e iban de puerta en puerta exigiendo dulces y regalos como precedente a un antiguo Halloween. Los protestantes más rigurosos tachaban la Navidad de "Misa del Anticristo" puesto que en vez de conmemorar la llegada de Cristo, daban libertad a la lujuria y placeres carnales. Además, según ellos, la fiesta de la Navidad era una celebración no canónica puesto que no aparecía en la Biblia y era, por tanto, un añadido posterior.
Afortunadamente para todos nosotros, los puritanos eran un movimiento minoritario que se hizo con el poder a base de purgar a los moderados del Parlamento. Así pues los aliados de Cromwell entre 1642-1651 persiguieron las costumbres consideradas impuras y especialmente las que celebraban la llegada de Jesús. En 1645 se prohibieron por Ley los oficios religiosos en Pascua y Navidad, según el Directorio del culto público, y dos años más tarde (1647) las decoraciones navideñas, la celebración de banquetes y cualquier actividad fuera de lo común. El día de Navidad pasaba a ser un día más de la semana, prohibiéndose con multas el cierre de establecimientos.
Una Ley tan impopular provocó revueltas por todo el país. Los estudiantes de Teología de Cantérbury destrozaron los escaparates de las tiendas que abrieron el día de Navidad. Intervino el ejército y se popularizó la canción llamada "El mundo al revés" que decía así:
Desde los tiempos de Herodes,
Cesar y muchos más,
nunca se ha visto cosa parecida.
Los días sagrados son odiados
y una nueva moda inventada;
la Navidad ha sido expulsada.
La Navidad pasó a ser una fiesta clandestina celebrada en el ámbito familiar. Incluso un obispo se quejó en 1655 con estas palabras: "Aunque esté prohibido hacer sacrificios, no he oído a nadie quejarse por ello".
Con la restauración de la monarquia en 1660, en la figura de Carlos II, la Navidad volvió a celebrarse, con la decoración de calles y plazas, así como en todos los hogares de Inglaterra y hasta nuestros días.
Rafael Fabregat Condill
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