19 de octubre de 2025

3249- FEDERICO... ¿A QUIEN SE LE OCURRE?.

 
¡Ay, qué cosas se te ocurren Federico! -le diría sin duda su esposa.
Ferdico II, rey de Sicilia y Jerusalen, además de emperador del Sacro Imperio Romano Germánico, no fue un rey como los demás... Mientras los demás luchaban unos contra otros sin parar, él observaba los pájaros y las flores, cambiaba impresiones sobre astronomía y escribía conclusiones sobre la naturaleza. No, no era como los demás. Su carácter excéntrico lo llevaba a romper contínuamente los usos y costumbres de su tiempo, hecho que le llevó a ser apodado "estupor mundi". Pero, bueno, ¿qué tiene que ver todo esto, con la imagen que encabeza este relato...? Pues (no se rían) se empeñó en conocer de primera mano el idioma que hablaban Adán y Eva en el Paraiso!.


Federico gustaba de la naturaleza y de las mujeres. Tuvo tres esposas y multitud de amantes que le dieron más de 20 hijos, unos legítimos y otros no. Eso era la naturaleza y la vida, el disfrute de la misma y su curiosidad por conocer sus entresijos. Claro que finalmente llegó a la conclusión de que ninguno de ambos misterios eran imposibles de conocer. La naturaleza es una incognita indescifrable y las mujeres también, así que disfrutó de ambas y sus estudios fueron menguando con la edad. Claro que antes de llegar a eso, declaró que Cristo y Mahoma fueron dos impostores, lo que le acarreó la excomunión del Papa. Sin embargo, hombre de curiosidad infinita y adelantado a su tiempo, algo le quedó hurgando entre sus pensamientos y decidió explorarlo, aunque fuera la última de sus pesquisas. 


En su obsesión por desentrañar los misterios de la creación, estaba el hecho de descubrir el idioma original de la humanidad. El que todos hablaban antes de que Dios la tergiversara ante la construcción de la Torre de Babel. Federico estaba convencido de que inicialmente el idioma era igual para todos. La lengua natural y primera que se habló en el Paraíso por Adán y Eva. Según él, no había razón alguna para que este hubiera sido distinto en cada lugar del planeta. Estaba claro que, en principio, solo una lengua había, pero ¿cual?. Decidió pues hacer un experimento más bien horroroso: Un experimento sin límites éticos que llevó a que muchos lo tuvieran como una especie de Anticristo. Ordenó criar a varios bebés recien nacidos, en completo silencio...


Nadie podía hablarles, cantar, ni emitir sonido alguno. El rey estaba convencido que, sin ninguna influencia exterior, cuando estuvieran preparados para hablar, lo harían en la lengua original. Sin embargo el resultado fue una tragedia ya que, aislados de la comunicación y el afecto de nadie, murieron antes de aprender a comunicarse. En los primeros meses de vida el cerebro humano se desarrolla gracias a la estimulación sensorial. Si un bebé crece en silencio, esas conexiones sensoriales no se desarrollan y el niño vive un estrés permanante hasta que, finalmente, fallan sus órganos vitales conduciéndole a la muerte. Federico fue excomulgado por el Papa y declarado hereje y blasfemo, pero él no se amilanó.

Hay que entender que Federico II no actuó de esta forma por crueldad, sino por un impulso de tipo científico. Movido por su curiosidad, llevó a cabo esta prueba por su obsesión  en dar respuesta a los secretos de su propia existencia. No cabe duda de que fue un hombre brillante, pero ajeno a las normas sociales y éticas. Murió el 13 de Enero de 1250 a los 55 años de edad. Posteriormente no faltaron quienes lo tacharonn de narcisista y psicópata, centrado en dar respuesta a los misterios universales de la Creación. Sin embargo, aradógicamente y sin pretenderlo, Federico II demostró algo desconocido hasta muchos siglos después: Que el lenguaje no es solamente una cuestión de sonidos, sino el reflejo natural de la interacción humana. Sin comunicación y sin amor, la vida se apaga.

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