26 de septiembre de 2025

3231- EL NAUFRAGIO MAS ABSURDO.


Estamos en la Suecia del año 1.628 y reinando Gustavo Adolfo II, el más célebre de la historia de ese país báltico, pero no por su capacidad como rey ni como armador, sino todo lo contrario. El hombre era ambicioso y está claro que quería lo mejor para su país, así que, ni corto ni perezoso, Su Majestad se empeñó en que Suecia construyera el barco de guerra más grande y mejor equipado de todos cuantos navegaban por las aguas del Báltico. En aquellos tiempos, para estar a la altura de las monarquías más grandes del continente, nada era más visible que la flota de la que cada uno pudiera disponer. Y ahí lo tienen: El Titanic del siglo XVII, para eternizarse como el nº1 de los mares del norte. Pero no...


Encargado en 1.625, el VASSA sería sin duda el mayor barco del mundo y el mejor dotado en armamento y tripulación. El galeón pesaba 1.200 toneladas; tenía 69 m. de eslora, 12 m. de manga, 4,8 m. de calado y era portador de 64 cañones. Su tripulación y personal de a bordo eran 300 marineros y otros 300 soldados. En su viaje inaugural los soldados no subieron, por lo que tan solo viajaron sus tripulantes más indispensables y los invitados a tan magno acontecimiento. A pesar de su protagonismo en la hazaña, el rey no asistió puesto que se hallaba en Prusia. El 10 de Agosto de 1628, domingo y con un tiempo excelente para la navegación, el comandante Söfring Hansson ordenó su botadura. Apenas una suave brisa del sur y un sol espectacular para esa latitud norte. Sin duda un éxito sin precedentes.


Todas las velas de la nave fueron izadas y al son de la música de la Real Banda Militar, el VASA inició su entrada en el agua, mientras los cañones resonaban en los oidos de los que acudieron a ver el acontecimiento. La botadura se llevó a cabo entre los vítores del público presente que aplaudieron el deslizamiento del barco por la grada y estallaron en una ovación
atronadora al ver el grandioso navío sobre el agua. Sin embargo el monumental barco de guerra no llegó a la embocadura del puerto. Apenas recorrido un kilómetro escaso, una ráfaga de viento escoró la nave y el agua empezó a entrar por las troneras de los cañones que permanecían abiertas, para más exhibición de su poderío, y en poco minutos el barco se hundió en las frías aguas del puerto de Estocolmo.


El viaje inaugural apenas duró unos 20 minutos. De las 140 personas que viajaban a bordo se estima que murieron unas 30, incluídas esposas e hijos de algunos jefes de la tripulación del navío. Al parecer el propio rey fue culpable de la inestabilidad de un barco excesivamente alto y recargado de embellecimientos innecesarios para un navío de guerra. En un principio las culpas recayeron sobre los responsables de su diseño y construcción, pero pronto se demostró que fue el propio Gustavo Adolfo II quién ordenó recargarlo con pesados ornamentos que carecían de sentido alguno y en contra de los consejos de los ingenieros. Aclarado ese punto todo quedó olvidado y el pecio quedó bajo las aguas abandonándose la investigación sobre las causas del desastre.


El barco permaneció hundido 333 años en aquel puerto cenagoso ya que en 1961, viendo los expertos que el pecio estaba perfectamente conservado, gracias a haber permanecido cubierto de barro, se procedió a su rescate. Una hazaña prodigiosa que imaginarán no fue fácil. Tras años de preparación, el Vasa fue izado e inmediatamente aplicado un tratamiento a la madera para que mantuviera estable las fibras de su estructura molecular. Se rescataron miles de objetos de su interior, y algunos esqueletos de sus tripulantes, así como utensilios y herramientas que constituyen un tesoro arqueológico, que también se exhiben como recordatorio de que la ambición y las prisas nunca son buenas consejeras..


Actualmente este barco se exhibe en el Museo Vasa, construído expresamente para contener el galeón y todo lo que un barco de esas características podía contener en aquellos tiempos. También con la finalidad de que suecos y turistas de todo el mundo puedan admirar esta grandiosa nave, que tenía un exceso de peso por ser portadora de elementos innecesarios. Mi mujer y yo hemos tenido la suerte de viajar a Estocolmo y comprobar in situ esta maravilla naval. La imagen del VASA es espectacular y se estima que se trata del barco del siglo XVII, mejor conservado del mundo. ¡Lástima que no flote...!

RAFAEL FABREGAT

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