Para la Historia cinco siglos no son nada pero, claro, los españoles no somos como los demás. Cuando algo se hace viejo, ¡fuera, todo a la basura!. A todos nos enseñaron lo de las tres carabelas, pero en realidad la Santa María, donde viajaba Colón, era una nao bastante mas grande, pero ni de una ni de las otras ha quedado rastro. Tras un largo viaje de dos meses y nueve días, llegaron a tierras americanas el día 12 de Octubre de 1.492. No al continente claro, pero avistaron tierra, que ya tenían ganas y desembarcaron pensando haber llegado a las indias orientales. Sin embargo se trataba de una isla que hoy conocemos como República Dominicana y Haití que Colón bautizó como La Española. Estaban en el Caribe.
Dedicados a recorrer el territorio, la nao Santa María encalló en las costas de la actual Haití y, ante la imposibilidad de reflotarla, se desmanteló y su madera empleada en la construcción de un fuerte, puesto que el plan era volver a España y como los hombres de las tres naves no cabían en dos, una parte de ellos debían quedar allí hasta su vuelta. Se llamó el Fuerte Navidad, en memoria de la fecha del accidente y así figura en el cuaderno de bitácora del almirante Colón. Fue la primera construcción española en América. Cristóbal Colón volvió a España unos meses después con La Niña, llegando a Palos de la Frontera el día 15 de Marzo de 1.493. La Pinta regresó por su cuenta llegando, incluso antes que Colón, arrastrada por una tormenta y desembarcando en Bayona, la capital del País Vasco francés.
Como hemos dicho, la Santa María encalló sin remisión ante una marea excepcionalmente baja. Incluso serraron los mástiles para aligerarla de peso e intentar desencallarla, pero todo fue inútil. Viendo que la pérdida de la nao era irremisible Colón mando al alguacil de la Armada Diego de Arana en busca de ayuda al poblado de Guacanagarí, uno de los cinco caciques que poblaban la isla y que se encontraba a unos 7 Km. del lugar del accidente. Según el diario de Colón el jefe mandó muchas y muy grandes embarcaciones para descargar la nave. Se habían conocido dos días antes de encallar, cuando visitaron el poblado y entablaron buenas relaciones con los nativos. Nada se sabe de los restos del naufragio, ya entonces desmantelado y tampoco del fuerte en cuestión, una construcción bastante sólida, con una torre de vigilancia, fortaleza y hasta una gran cava, para guardar víveres, mercancías y armas.
El pacto con el jefe de Guacanagari, fue que éstos protegerían a los 39 españoles que quedaron, a cambio de recibir su ayuda en caso de ataque de los de Cibao, sus enemigos naturales. A pesar de advertirles que permanecieran en el fuerte y sus cercanías, poco después de la marcha de Colón, los españoles, ya sin jefes que los vigilaran, se dedicaron a explorar la isla, al pillaje y el abuso de los nativos y sus mujeres, a las que poseían a voluntad. Cansados de sus atropellos les atacaron los de Cibao, con su cacique Caonabo al frente. Los españoles fueron masacrados y el fuerte incendiado hasta los cimientos. Cuando Colón regresó a la isla en Noviembre de 1493 la imagen era desoladora. Visitando a su amigo Guacanagari se enteró de lo sucedido ya que, éste le informó de los abusos de los españoles y de la venganza de los de Cibao.
Sea como fuere el cacique de los Cibao fue culpabilizado y cogido prisionero. Enviado a España para su juicio, murió ahogado al hundirse el barco que lo transportaba. De todas formas se cree que la culpable del ataque fue su esposa Anacaona quien lo convenció para que vengara a las mujeres violadas. La reina viuda fue a vivir con su hermano, cacique de otro pueblo taíno, siendo también allí venerada y temida al mismo tiempo. Cuando Bartolomé Colón llegó a la isla con su hermano, la reina Anacaona, temiendo represalias, aconsejó a su hermano que reconociera la soberanía del rey de España. Según los cronistas fue un evento alegre, acompañado de tantos regalos que apenas cabían en uno de los barcos españoles. Bartolomé Colón les invitó a subir pero cuando descargaron la artillería en su honor, se espantaron de tal manera que los taínos querían lanzarse al agua.
En 1502 y tras la muerte de su hermano, Anacaona fue nombrada reina también de aquel pueblo que, unido al suyo, la convertía en monarca de la mayor parte de la isla. Pronto hubo grandes problemas entre los indígenas y los españoles. Anacaona conspiraba contra la Corona pero conocía la fuerza de los españoles y quiso implantar la paz, pero el nuevo comendador Nicolás de Ovando, no abogaba por ella. Mientras ella lo esperaba con una gran fiesta, Ovando cabalgaba hacia su poblado con 70 caballeros montados y 200 peones.. Era un domingo de Julio de 1503 cuando Anacaona los recibió en la plaza de Jaragua, acompañada de su hija y otras mujeres líderes, con bailes y cantos de 300 doncellas, jóvenes, bellas y sin casar. Tras la bienvenida los caciques se concentraron en la Gran Casa para presenciar un torneo y a una orden de Ovando, sus hombres cerraron las puertas y prendieron fuego a la casa.
Otros atacaron a los indígenas que quedaron fuera, matándolos a ellos y a sus mujeres y niños. Anacaona y su hija fueron apresadas y Ovando siguió diezmando a los indígenas de los demás poblados hasta el punto de que en un censo de 1507, del medio millón de habitantes de la isla apenas quedaron 60.000. Llevada a Santo Domingo la joven y bella cacica de los taínos, fue condenada a la horca y ejecutada allí mismo..
Visto lo visto, no nos extraña que en muchas partes de América se critique duramente la llegada de Colón, diciendo que su objetivo no era cristianizar, sino arrebatarles cuanto tenían.
RAFAEL FABREGAT
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